Martes, 29 de mayo de 2018
El próximo viernes 8 de junio celebramos la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, una fiesta que nos recuerda una de las dimensiones esenciales de nuestra espiritualidad comboniana. Una oportunidad para recordar que somos un instituto misionero que reconoce sus orígenes en ese corazón que tanto amó y sigue amando a cada uno y a toda la humanidad. San Daniel Comboni consagró su misión y sus institutos al Corazón de Jesús porque entendió y experimentó en sí mismo que la verdadera y la única misión posible es aquella que nace del Corazón del Señor que tanto amó al mundo y que se entregó hasta dar su vida por amor.

Un corazón que tanto amó y sigue amando a cada uno y a toda la humanidad

Queridos Hermanos,
Que la paz del Señor esté con cada uno de ustedes.

El próximo viernes 8 de junio celebramos la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, una fiesta que nos recuerda una de las dimensiones esenciales de nuestra espiritualidad.

Una oportunidad para recordar que somos un instituto misionero que reconoce sus orígenes en ese corazón que tanto amó y sigue amando a cada uno y a toda la humanidad.

San Daniel Comboni consagró su misión y sus institutos al Corazón de Jesús porque entendió y experimentó en sí mismo que la verdadera y la única misión posible es aquella que nace del Corazón del Señor que tanto amó al mundo y que se entregó hasta dar su vida por amor.

Fue siempre el amor que brota del Corazón de Jesús lo que lo sostuvo e impulsó en una tarea que se antojaba ardua y difícil, exigente y rodeada de grandes sacrificios a nuestro padre y fundador.

Fue y ha sido ese mismo amor el que ha escrito las mejores páginas de la historia misionera de nuestro Instituto. Un amor experimentado y compartido con miles de personas a través de la entrega, la fidelidad y la generosidad de tantos combonianos que se han sentido invadidos en sus vidas por ese amor que no se agota y sigue siendo actual.

Celebrar esta fiesta para nosotros va mucho más allá de lo devocional y piadoso. Se trata de un momento especial para hacer un alto para darnos la oportunidad de preguntarnos en dónde estamos anclando las raíces de nuestra misión.

La celebración del Sagrado Corazón de Jesús es una fiesta que nos permite volver a sentir en lo profundo de nuestro ser la llamada a la misión como una invitación a dejarnos amar. Es un momento especial para que tomemos conciencia de la maravillosa vocación a la que hemos sido llamados, descubriéndonos destinatarios y mediadores de ese amor que todo lo cambia y que trae la vida a toda la humanidad.

“Necesitando extremadamente la ayuda del Sagrado Corazón de Jesús, Soberano de África Central, el cual es la alegría, la esperanza, la fortuna y el todo de sus pobres misioneros, me dirijo a usted, amigo, apóstol y fiel servidor de ese Corazón divino, tan lleno de caridad por las almas más desventuradas y abandonadas de la tierra. ¡Oh qué feliz soy de pasar media hora con usted para encomendar y confiar al Sagrado Corazón los intereses más preciosos de mi laboriosa y difícil Misión, a la que he consagrado toda mi alma, mi cuerpo, mi sangre, mi vida!“  (Al P. Henri Ramière, Jartum, 12 de julio de 1878).

Inspirándonos a estas palabras de San Daniel Comboni, celebremos esta fiesta poniendo toda nuestra confianza en ese amor que hace todo por los más desventurados también de nuestro tiempo.

Traigamos a nuestra memoria y a nuestra conciencia los miles de rostros desesperanzados que encontramos, los miles de historias de temor y de miedo que escuchamos a través de nuestro ministerio, las infinitas angustias que se dibujan en los rostros de las personas que cruzamos, los miles de gritos que buscan consuelo ante los dramas de la violencia y de la muerte que nos tocan cada día más cercanos.

Dejemos que la alegría que nace del Corazón de Jesús nos invada para que podamos ser testigos de esperanza en medio de tantas situaciones de dolor y sufrimiento que vive nuestros hermanos.

Hoy más que nunca, hagamos el esfuerzo por apropiarnos las palabras del último Capítulo General que nos invitaba a convertirnos en discípulos misioneros de Jesús para anunciar la alegría de su evangelio. Démonos una sacudida para desterrar de nuestras vidas el polvo del conformismo, las telarañas de lo habitual que se ha instalada entre nosotros disminuyendo el espíritu de creatividad.

Vivamos la alegría de nuestra vocación desterrando la amenaza del pesimismo y la tibieza que impide a nuestros corazones la aventura de soñar.

Descubramos, una vez más, ese Corazón de Jesús como el don y la fortuna que se nos ha otorgado para sepamos ser los misioneros que el nuestro mundo sigue necesitando hoy.

Sintámonos acogidos, protegidos y amados por ese Corazón al cual San Daniel Comboni nos ha confiado y encomendado para que se despierte en cada uno de nosotros la chispa de la misión nueva que nace del amor de ese corazón traspasado que palpitó por la Nigricia y que sigue palpitando hoy por tantas personas que son el motivo de nuestra consagración.

Pidamos todos en esta jornada por nuestra provincia para que movidos por un grande amor podamos seguir viviendo nuestra misión con pasión y alegría.

Que el Señor nos conceda las fuerzas y el entusiasmo para ser presencia suya en medio de este pueblo que tanto lo ama, pero más lo necesita.

A todos les deseos una feliz fiesta.
Con afecto fraterno.
P. Enrique Sánchez González
México, junio 2018