Carta de presentacion

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Queridos hermanos

El XVI Capítulo General se ha celebrado en un contexto muy especial; del inicio del Tercer Milenio y la proximidad de la canonización de Daniel Comboni.
A estos acontecimientos, pocos días antes del inicio de los trabajos capitulares, se sumó un testimonio de gracia evangélica: el martirio del P. Mario Mantovani y del Hno. Godfrey Kiryowa, nuestros hermanos. Su muerte ha sido como si el Señor quisiera recordar a los capitulares, y a toda la familia comboniana, que misión y martirio son vocaciones que, a menudo, marchan unidas, especialmente si se decide permanecer con los hermanos más pobres para “hacer causa común” con ellos.

El augurio de Juan Pablo II
Al presentar los Documentos Capitulares 2003, queremos recordar lo que nos ha dicho el Santo Padre en la audiencia el día siguiente a la canonización de Daniel Comboni: “Demos gracias a Dios por haber dado a la Iglesia S. Daniel Comboni, campeón de la evangelización. Su ejemplo os anime a responder con generosidad a vuestra vocación cristiana y misionera. (...) Dios haga fructificar cada iniciativa vuestra para difundir el evangelio de la esperanza. Que bendiga, igualmente, los esfuerzos que lleváis adelante en el ámbito de la promoción humana, especialmente a favor de la juventud”.
Tenemos la esperanza y la certeza que este documento capitular nos oriente y nos ayude a concretar en nuestra vida el deseo del Santo Padre.

La voz de la misión
Este documento no es papel impreso sino voz. Es la voz de todos los capitulares que han traducido el sentir de sus hermanos de todas las provincias y delegaciones. Es la voz de nuestra familia comprometida en la misión de Dios y guiada por la espiritualidad de nuestro Santo Fundador.
Es la voz de los pobres, de los excluidos y perseguidos que a nosotros Combonianos, nos piden respuestas concretas de solidaridad, fraternidad y afecto.
Es la voz del Espíritu que nos ha consagrado y enviado “para anunciar a los pobres el feliz mensaje, para proclamar a los prisioneros la liberación y a los ciegos la vista, para liberar a los oprimidos, y predicar tiempos de gracia del Señor” (Lc 4, 18-19).

Lo nuevo del Capítulo
Los capitulares habíamos comenzado buscando lo nuevo, lo profético. Durante el transcurso del Capítulo nos dimos cuenta que quizá lo nuevo significaba redescubrir aquellos tesoros que ya existían desde hacía tiempo en el Instituto y que a veces los tenemos descuidados. Lo nuevo significa pues volver a la pasión por la misión por la que Comboni habló, trabajó, vivió y murió (cf. RV 2).
Lo nuevo es mirar al futuro con optimismo e ir adelante con nuestras pobrezas y riquezas.
Ir adelante a menudo exige el deber de un regreso a la pureza de los orígenes; exige ir a las fuentes de aquel patrimonio riquísimo de experiencias de fe que ha llegado hasta nosotros a través del sacrificio de los hermanos que nos han precedido, trasmitiéndonos la pasión por la misión. Exige ir adelante con la espiritualidad del humilde obrero que trabaja a menudo sin ver el resultado de sus esfuerzos y de su sacrificio.
Lo nuevo es ser fieles a la recomendación de Daniel Comboni para que contemplemos al Dios crucificado que se ha despojado sin reservarse nada para caminar junto a los crucificados del mundo.
Lo nuevo es volver a una espiritualidad alimentada por la oración, reconociendo que “el misionero no puede hacer nada sin Cristo, que lo envía, y que la difusión del Evangelio está ligada a la oración” (cf. RV 46.1).
Lo nuevo es confirmar cada día nuestro “heme aquí” a Dios para un compromiso cada vez más auténtico en nuestra acción misionera.

Con la mirada hacia el futuro
El futuro depende de nuestro presente y del empeño por participar juntos en la aventura misionera a la que Dios nos ha llamado. El futuro depende de cuanto queramos ser combonianos junto a los demás, huyendo de la tentación de los personalismos, de los individualismos y de los privilegios injustificados (cf. RV 38).
El futuro depende también, y sobre todo, de una espiritualidad comboniana vivida, espiritualidad de la que nace y recibe fuerza nuestro hacer misión.
Entonces, “ánimo para el presente y sobre todo para el futuro…sin poner obstáculos a Dios”. Así nos enseñó Comboni.

Con los mejores deseos y nuestra bendición

En nombre de los capitulares

P. Teresino Serra, superior general
P. Fabio Baldan, vicario general
Hno. Hernán Romero Arias, asistente general
P. Tesfamariam Ghebrecristos Woldeghebriel, asistente general
P. Odelir José Magri, asistente general