Lunes, 22 de marzo de 2021
La encíclica Laudato Si’ ofrece una intuición especial del Papa Francisco: el concepto de ecología integral, enfoque que pone de relieve que ‘todo está estrechamente interrelacionado’. El grito de la tierra no es diferente del grito de los pobres; la crisis ecológica es una crisis social. El segundo objetivo de Laudato Si’ es, por lo tanto, un llamado a responder al Grito de los Pobres defendiendo la vida en todas sus formas, con especial atención a grupos vulnerables como los pueblos indígenas, los migrantes, los niños no nacidos y los niños en riesgo de esclavitud moderna.

Mucha gente ve la crisis ecológica como una crisis climática, porque la crisis climática es una de las manifestaciones más generalizadas de la crisis ecológica. Sin embargo, no podemos hablar de proteger el medio ambiente mientras descuidamos las necesidades de las personas más vulnerables de la Tierra. Laudato Sí llama a ver la crisis ambiental como una cuestión de justicia social, que fomenta la salvaguarda de los intereses de nuestros hermanos y hermanas - cercanos y lejanos - si queremos proteger el futuro de la tierra. Por lo tanto, la crisis ecológica es también una crisis espiritual. La conversión ecológica y el cuidado del uno por el otro y por la creación necesitan una conversión espiritual. Por lo tanto, el Papa Francisco habla de una ecología integral, una ecología ambiental, económica, social, cultural y de la vida cotidiana que es una ecología humana (LS 138-155). 

Para Yeb Saño, miembro del Movimiento Climático Católico Global, la crisis ambiental está arraigada en tres debilidades humanas (3ª): Arrogancia, la creencia de que somos mejores que Dios, y más inteligentes que la naturaleza. Apatía, la peligrosa creencia de que es trabajo de otros el cuidar de las personas y del medio ambiente. Avaricia, codicia extrema haciendo de este mundo un lugar peor para vivir. La codicia lleva a individuos y corporaciones a pensar sólo en las ganancias, nunca sobre la gente ni sobre el planeta. 

El amor que abrazamos como mandamiento de Dios y como seguidores de Jesús llama a los cristianos a enfrentarse a estas tres "A" y cambiar nuestros estilos de vida, adoptando los que sean más amigables para los unos con los otros y hacia el planeta, viviendo vidas sencillas, siendo conscientes de los demás y mostrando amor por el planeta. Estas tres "A" son debilidades, ausencia de amor - para la creación, para nuestro prójimo, para Dios - y nos alienan de nosotros mismos, el uno del otro, de la naturaleza y, en última instancia, de Dios. 

No habrá una respuesta real al clamor de la tierra y de los pobres en las Cámaras de Comercio, ni en las asambleas plenarias de la ONU, ni en los parlamentos de todo el mundo. A pesar de que hay una gran cantidad de trabajo que hacer en esos lugares. La respuesta vendrá sólo de las personas que sufren, cuyas vidas y medios de vida están en juego. De esos millones, tal vez miles de millones de personas que, en este momento, esta crisis ya afecta. No es una crisis de un futuro lejano; está aquí y ahora. Tenemos que trabajar duro y juntos ahora, permanecer unidos como familia humana, para hacer frente a esta crisis. "Este es el momento que siento que puede ser el factor de unión para la humanidad. No debemos perder esta oportunidad", es el consejo de Yeb Saño (The cry of the earth is no different from the cry of the poor).    

"Dios vio todo lo que había hecho, y he aquí que era muy bueno".  

La multitud de pobres y vulnerables en el mundo actual se debe principalmente a guerras, pandemias, crisis económicas, injusticia social y desigualdades. Ellos piden por la protección de la vida humana en todas sus formas, desde el nacimiento hasta la muerte, con especial atención a los pueblos indígenas, migrantes, niños por nacer y niños en riesgo de esclavitud. Sin embargo, hoy existe lo que el Papa Francisco llama la "deuda ecológica entre el norte y el sur global",  

(LS 51), relacionada con el grito de la tierra que provoca el clamor de los pobres. 

Como explican los científicos, "los peligros relacionados con el clima exacerban otros factores de estrés, a menudo con resultados negativos para los medios de vida, especialmente para las personas que viven en la pobreza" (Climate Change 2014). Por lo tanto, "son los más pobres de los pobres los que sufren" la "doble injusticia del cambio climático". 

La primera injusticia es que los pobres sufren el mayor impacto del cambio climático por los fenómenos meteorológicos extremos como inundaciones y huracanes, el aumento de la escasez de agua, la reducción de los rendimientos de los cultivos y el aumento del nivel del mar que afecta a las ciudades costeras. Los países tropicales suelen ser los más pobres del mundo y los más vulnerables al cambio climático. 

La segunda injusticia es que los pobres son los menos responsables de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero que perturban el sistema climático. Cuantos menos bienes y servicios se consumen, menos emisiones de gases de efecto invernadero se produce (Papa Francisco, Foundation for Sustainable Development). 

¿Qué acciones podemos tomar para lograr este segundo objetivo? 

El Papa Francisco ofrece una respuesta en su mensaje para la 54ª Jornada Mundial de la Paz (2021), “La cultura del cuidado como camino de paz". En el n° 6, explica los principios de la doctrina social de la Iglesia. 

Cuidado como promoción de la dignidad y los derechos de la persona. La persona siempre significa relación, no individualismo; afirma la inclusión y no exclusión, la dignidad única e inviolable, no la explotación. Cada persona humana es un fin en sí misma, nunca un simple instrumento que se aprecia sólo por su utilidad. Los derechos humanos derivan de esta dignidad, al igual que los deberes. Todo individuo es nuestro prójimo, cercanos o lejanos en el tiempo o en el espacio.

El cuidado del bien común, es decir, del conjunto de aquellas condiciones de la vida social que permiten a los grupos y cada uno de sus miembros conseguir más plena y fácilmente su propia perfección. Nuestros planes y esfuerzos siempre deben tener en cuenta sus efectos sobre toda la familia humana, sopesando las consecuencias para el momento presente y para las generaciones futuras.

Cuidado mediante la solidaridad que expresa concretamente el amor por el otro, no como un sentimiento vago, sino como una determinación firme y perseverante que se empeña de conseguir el bien común. 

Cuidado y protección de la creación porque todo en la creación está interconectado. La Escucha constante y atenta al clamor de los pobres y al grito de la creación conduce al cuidado eficaz de la tierra, de nuestro hogar común y de nuestros hermanos y hermanas necesitados. Un sentido de profunda comunión con los demás seres de la naturaleza no puede ser auténtico si si al mismo tiempo en el corazón no hay ternura, compasión y preocupación por los seres humanos.

La brújula de los principios sociales, necesaria para promover la cultura del cuidado, también señala la necesidad de que las relaciones entre las naciones se inspiren en la fraternidad, el respeto mutuo, la solidaridad y el cumplimiento del derecho internacional. Profundos lazos unen a los pueblos, el planeta es ‘una patria y la humanidad un pueblo que habita una casa de todos’, (LS 164), continúa repitiendo Papa Francisco. La justicia social y el bienestar del planeta son dos caras de la misma moneda: ‘No hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socio-ambiental’ (LS 139).  

Es fácil ver cómo este 2ºObjetivo Laudato Sí nos devuelve a los Objetivos del Desarrollo Sostenible. Directamente a los Objetivos 1, 2, 6, y 13. Indirectamente a los Objetivos 3,  4,  y 12. Nos atrevemos a decir que la exigencia central que viene del  Segundo Objetivo Laudato Sí  es el SDG 16: Paz, justicia e  instituciones democráticas fuertes. 

Para saber más ver: The Cry of the Climate and the Cry of the Poor: Pope Francis’s Appeal for Climate Justice y Time for restoration and joy

[Gpic – Gian Paolo Pezzi]