Tiempo de la Creación 2021: tercera semana. Experiencia comboniana en Sudán del Sur

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Sábado, 18 de septiembre 2021
El color verde ha sido, por varias décadas, el símbolo o la bandera de los grupos ecologistas que luchan por la protección del medio ambiente. El verde de los bosques, las selvas donde viven los animales y el ser humano que debido a los fenómenos causados por el cambio climático son afectados negativamente de una manera profunda. Los grupos ecologistas buscan frenar esta descomposición ecológica de modo que tengamos un mundo habitable donde podamos vivir bien y así se lo heredemos a las nuevas generaciones. (…)

Ecología integral y misión entre los Nuer de Sudán del Sur

El color verde ha sido, por varias décadas, el símbolo o la bandera de los grupos ecologistas que luchan por la protección del medio ambiente. El verde de los bosques, las selvas donde viven los animales y el ser humano que debido a los fenómenos causados por el cambio climático son afectados negativamente de una manera profunda. Los grupos ecologistas buscan frenar esta descomposición ecológica de modo que tengamos un mundo habitable donde podamos vivir bien y así se lo heredemos a las nuevas generaciones. Pero poco hablan de injusticias y violación de los derechos humanos de ciertas comunidades afectadas por ejemplo el despojo de sus tierras y desplazamientos forzados por la tala de bosques o la extracción de petróleo.

El Papa Francisco, con la Exhortación Apostólica Laudato Si (2015), introdujo un nuevo concepto de ecología, una visión más amplia del problema ecológico y los caminos para superarlo. Señala que todo está íntimamente conectado y todos formamos parte de un mismo ecosistema. “Cuando se habla de «medio ambiente», se indica particularmente una relación, la que existe entre la naturaleza y la sociedad que la habita. Esto nos impide entender la naturaleza como algo separado de nosotros o como un mero marco de nuestra vida. Estamos incluidos en ella, somos parte de ella y estamos interpenetrados” (LS, 139), por lo tanto “No hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socioambiental. Las líneas para la solución requieren una aproximación integral para combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los excluidos y simultáneamente para cuidar la naturaleza” (Laudato si, 139). La visión integral de la ecología del Papa Francisco tiene todos los colores de la creación.

Con la visión antigua de ecología aparentemente los temas ecológicos no tienen que ver con la misión, pero con la visión del Papa Francisco de una ecología integral en la que todo está conectado los temas ecológicos están profundamente relacionados con la vida de todos los pueblos, aún de los más aislados o menos desarrollados. Más aún en una situación de aislamiento que viven muchos grupos humanos en África u otras partes del mundo se podría pensarse que los temas ecológicos no son importantes porque se vive un estilo de vida sencillo y sin tanta tecnología moderna, que no produce gases contaminantes ni nocivos para el medio ambiente, que hay otros temas y necesidades más urgentes. Un ejemplo es el pueblo Nuer que habita en las dos márgenes del río Nilo (este y oeste) de Sudán del Sur. Un área de difícil acceso porque viven en una región pantanosa (320 kilómetros de ancho y 420 longitud) donde no existen caminos ni carreteras pavimentados. Son pastores. Sin embargo, aún en las situaciones de mayor aislamiento se puede hacer misión y trabajar por una ecología integral, dos ejemplos pueden ayudarnos a entender esta relación, uno moderno: el plástico y uno antiguo: la violencia.

Así como hablamos de una ecología integral también podemos hablar de una misión integral, esto lo refleja muy bien la Exhortación Apostólica Querida Amazonia que es estructurada en cuatro sueños: social, cultural, ecológico y eclesial. La ecología integral debe ser parte de una misión integral. Esta afirmación no debe sorprendernos porque la misión católica siempre ha trabajado por el desarrollo y bienestar integral del ser humano. Los siete objetivos Laudato si para una conversión ecológica integral se pueden integrar muy bien en planes y proyecto educativos, pastorales y de desarrollo humano de la misión. Estos son los objetivos: Respuesta al clamor de la tierra, Respuesta al clamor de los pobres, Economía ecológica, Estilos de vida sostenibles, Educación ecológica, Espiritualidad ecológica y Compromiso comunitario y acción participativa.

P. Fernando González Galarza entre los Nuer de Sudán del Sur.

Botellas y bolsas de plástico. Es sorprendente que hasta los lugares más aislados del mundo llegan las botellas y bolsas de plástico, y algunos otros productos fabricados con esos materiales. A pesar de que Sudán del Sur cuenta con una ley que prohíbe el uso de las bolsas de plástico (2015) y del aislamiento en que vive el pueblo nuer las bolsas de plástico siguen llegando a los mercados junto con tantos productos embazados en botellas de plástico. Además, no existe un servicio público de recolección de basura. Entre los nuer cuando se hace el aseo de la casa la basura se tira fuera de casa a una distancia considerable. Si hay plásticos, el viento y las lluvias los llevan a los ríos, lagos y pantanos, o a los campos donde las vacas pastan. Además, mucha gente que viaja a través del río Nilo y los pantanos tiran toda su basura al agua; en las partes bajas de los pantanos y ríos se observan todo tipo de plásticos integrados a la flora y la fauna. No hay estudios sobre el efecto que estos plásticos están teniendo, sobre todo, en los animales del agua o en los bovinos. Hay casos de vacas que se han enfermado por comer bolsas de plástico. Sin embargo, si los plásticos se siguen acumulando pueden poner en riesgo dos de las actividades fundamentales de la vida, la cultura y economía del pueblo nuer: la ganadería y la pesca.

En este caso la Iglesia puede hacer mucho en favor de una ecología integral que proteja el medio ambiente y las actividades que dan sustento e identidad cultural, social, económica y religiosa al pueblo. Esta labor se puede realizar a través de dos instituciones católicas: la escuela y la parroquia o a través de dos actividades misioneras: la educación y la pastoral. En los planes y objetivos de ambas se pueden incluir procesos educativos que formen personas con una mentalidad ecológica integral, que sean conscientes de la manera en que sus acciones y actitudes tienen un efecto positivo o negativo en su entorno, en el agua, en las plantas, en los animales, en ellos mismos. También de la manera en que pueden contribuir con acciones concretas al cuidado del planeta, por ejemplo: la regla de las tres R para el cuidado del planeta (Reducir, Reciclar, Reutilizar), o la organización de campañas (a nivel local) de recolección de bolsas y botellas de plásticos, o talleres específicos para aprender a reducir, reciclar y reutilizar las botellas y bolsas de plástico.

La violencia. La historia moderna de Sudán del Sur partiendo del 1956 cuando Sudán obtuvo su independencia del gobierno británico son 65 años de los cuales 44 años han sido de guerra entre el norte y el sur y 21 de relativa calma porque cuando la guerra termina, se incrementan los conflictos bélicos entre tribus, clanes y familias a causa de rencillas y venganzas antiguas y al robo continuo del ganado o conflictos entre pastores y agricultores. El 9 de julio del 2011 Sudán del Sur obtuvo su independencia y dos años después comenzó su primera guerra civil. Este problema, que al parecer no tiene nada que ver con la ecología tradicional, tienen mucho que ver con la ecología integral porque un conflicto bélico afecta todo el ecosistema social, político, económico y ambiental del pueblo afectado; no hay peor desgracia para un país que la guerra. En la guerra se destruye todo: escuelas, hospitales, iglesias, casas de la gente, mercados y los recursos naturales de la creación y, además, son puestos al servicio de la guerra y la violencia. De esta manera se rompe la armonía y se destruye la belleza con la que Dios creó el mundo, la Biblia dice que al final de cada día Dios vio que lo que había creado era bueno (Gn 1, 10.12.18.21.25.31), podríamos añadir que era bello. La historia de Caín y Abel se repite con la violencia actual: Caín asesina a su hermano Abel (Gn 4, 1-16) y rompe la armonía de la creación, y así sucede en cada conflicto armado que produce destrucción, dolor y muerte.

En este contexto el trabajo misionero por una ecología integral se enfoca en recuperar esa armonía original de la creación, entre todos los ecosistemas de la creación, de manera particular entre los seres humanos creados imagen y semejanza de Dios (Gn 1, 26-27) que con la violencia y la muerte desfiguraran la imagen de Dios impresa al momento de la creación y la cambian por la de Caín que asesina a su hermano, pero también con el medio ambiente que durante la guerra siempre es dañado profundamente.

Durante las tres grandes guerras (1956-1972; 1983-2005; 2013-2019) la Iglesia siempre trabajó tanto a nivel universal como a nivel local para obtener la paz. La Iglesia ha denunciado las atrocidades de la guerra, especialmente las cometidas contra los civiles, se ha trabajado en red con la ONU, ONGs, gobiernos regionales e internacionales para promover la paz. Todo el mundo recuerda el gesto del Papa Francisco que besó los pies de los líderes de Sudán del Sur y les pidió construir la paz en Sudán del Sur. Pero también se ha trabajado en comunión con otras Iglesias, especialmente a través del Consejo Ecuménico Mundial de la Iglesias para mediar la paz por medio del diálogo y la reconciliación y sostener al pueblo que sufre por causa de la guerra proporcionando los servicios básicos de salud y educación, y desarrollo junto con el cuidado pastoral y espiritual de las comunidades y los individuos.

A nivel local la Iglesia siempre ha caminado con el pueblo y lo ha acompañado durante la guerra: laicos, religiosas, hermanos, sacerdotes tanto diocesanos como religiosos, misioneros, misioneras, obispos han permanecido con el pueblo a pesar de la violencia, han compartido sus sufrimientos, pero también han infundido esperanza y vida a las comunidades. También han acompañado a los refugiados que buscaron seguridad en los campos de refugiados de la ONU, dentro y fuera del país.

Durante la guerra que acaba de terminar hace un par de años las dos parroquias combonianas permanecieron abiertas y funcionando. La parroquia de San José Obrero, de la Diócesis de Malakal que padeció tanto durante la guerra y que la comunidad de creyentes junto con los misioneros fue desplazada internamente (a Nyal) cuando la guerra llegó a la sede parroquial (Leer) siguió adelante con su misión evangelizadora a través de diversas actividades y servicios, en dos fases diversas: Durante la guerra: El ministerio se concentró en la distribución de ayuda humanitaria, organizada por los catequistas y los comités parroquiales. Apoyo logístico a las ONG que operan en la zona y que sus instalaciones fueron destruidas. Acompañamiento de 3 escuelas de preescolar comunitarias. Oración y animación litúrgica por la paz. Atención pastoral a los enfermos y heridos. Catequesis y formación de líderes sobre JPIC. Catecumenado y administración de los sacramentos. Escuchar y acompañar a las personas. Después del acuerdo de paz (2018), el ministerio se reorientó hacia: Caravanas de la Paz para ayudar a la gente en el proceso de transición de la guerra a la paz. Formación de líderes: explicación del acuerdo de paz y sus implicaciones, formación de una identidad nacional, diálogo, reconciliación y JPIC. Jóvenes: talleres para sanar los traumas de la guerra; concursos de canto y baile: nuevas creaciones sobre los temas de la identidad nacional, el diálogo, la reconciliación y la paz y desfiles por la paz. Censo de los caídos en la guerra y misas en memoria de ellos. Recuerdo de nuestros mártires de esta guerra: 10 catequistas, 2 líderes de los jóvenes y un seminarista. Mediación entre grupos y familias que tenían conflictos violentos mediante reuniones con grupos en conflicto, talleres y oraciones para promover el diálogo, la reconciliación y la paz.

Tanto el plástico como la violencia afectan negativamente el balance y la armonía de la creación y la vida del ser humano y, en este caso, el medioambiente y la vida del pueblo nuer por tal motivo los siete objetivos “Laudato Si” para una conversión ecológica integral pueden ser al mismo tiempo metas y herramientas para que el pueblo nuer pueda vivir mejor. La ecología integral y la misión lejos de contraponerse se complementan para el bien de la humanidad y para la protección de la casa común en la que todos los seres humanos habitamos. La ecología integral no es ajena a la labor misionera que busca, como es el plan de Dios, que todos los seres humanos tengan vida plena (Cf. Jn 10, 10), digna de los hijos e hijas de Dios.
P. Fernando Galarza