[1933]
He tardado en contestar a su venerada carta del 13 de junio, primeramente para madurar el contenido, siguiendo su sabio consejo; y luego porque juzgué necesario responder con obras al punto más importante, el de hallar y acondicionar una casa separada, lo cual me supuso infinidad de pasos, humillaciones, gastos y desazones, que gracias a la ayuda del cielo fueron coronados con un resultado feliz.
Creo que lograré dar una completa respuesta a los cuatro puntos que me señalaba en su carta, comentando algunas observaciones que V. E. tuvo la suma bondad de notificarme que le habían sido hechas por la S. Congr. de Propaganda Fide.
[1934]
Y en primer lugar no me parece demasiado exacto el juicio del Emmo. Card. Barnabò de que mi Instituto carece de sólida base. V. E. Rma. sabe perfectamente que su base es la misma que tienen la mayor parte de las Instituciones religiosas en los comienzos, menos la propiedad de inmuebles, ya sean edificios o terrenos; y alimenta la más firme esperanza de que tal base, asentada en el amplio regazo de la Providencia que es dueña de los avatares y de los tiempos, resulte bien sólida. De hecho, descansa primeramente en la paternal protección de V. E. Rma., cuyo consentimiento en la existencia del mismo y cuya firmeza y caridad en proteger su conservación son la más segura garantía de que tiene una buena base.
[1935]
En segundo lugar sabe V. E. cuánta y cuál es la protección de que goza del gobierno de S. M. la Emperatriz de Francia. En tercer lugar, su configuración y el fin al que está dirigido son tales que no puede ni debe provocar susceptibilidades ni serios temores en ninguno de los otros cuerpos morales existentes en el lugar, los cuales hasta ahora le han prodigado una benévola indulgencia. Su objeto está perfectamente definido en: la evangelización de la raza gra. Esto en cuanto a lo exterior.
[1936]
Por lo que respecta a la dirección interna, el Insto. femenino se basa en la cooperación de las Hermanas de San José de la Aparición, cuya regla fue aprobada por la Iglesia, y cuyo Protector es el mismo Emmo. Card. Prefecto de Propaganda. El masculino tiene por ahora cuatro jóvenes Sacerdotes de buena voluntad y salud, que no carecen de las dotes necesarias para cumplir las obligaciones de su ministerio.
Y en caso de que yo muriese, o de que el pequeño Seminario de Verona no pudiese suministrar en cantidad suficiente nuevo personal, si se considerase oportuno se podría contar con el concurso de la Orden Camila para proseguir la Obra.
[1937]
Por otra parte, mi Insto. ha tenido siempre sus Reglamentos y Horarios ajustados a las normas de los otros Institutos, pero con las peculiaridades que convienen a la especialidad de su cometido. Y ha comenzado y continúa su labor en favor de los pobres negros abandonados a todas las miserias.
[1938]
En cuanto a los medios de subsistencia, mi Insto. se apoya en las más serias e intensas simpatías de las pías Asociaciones aprobadas por la Iglesia para socorrer al Apostolado Católico, y de ilustres y poderosos bienhechores de mi privado conocimiento:
1.o La Sociedad de Colonia para el Rescate de los Negros se obligó por escrito a la entrega de 5.000 francos; de palabra, a dar 10.000; y de hecho, en año y medio, ha contribuido con 18.300 francos.
2.o La Propagación de la Fe de Lyón y París (gracias a la eficacísima intervención de V. E.), asignó 5.000 francos, con la promesa de aumentar esta cantidad a medida del desarrollo de la Obra.
3.o Tengo esperanza de ayudas de las Sociedades de San Ludovico de Munich (dio en dos veces 1.500 frs.), de la Inmaculada Concepción para Oriente de Viena (dio 100 frs.), del Santo Sepulcro de Colonia (dio 500 frs.), de las Escuelas de Oriente de París (dio 200 frs.), de la Santa Infancia, de San Francisco de Sales, y de la Obra Apostólica de Roma, Lyón y París, etc., etc.
4.o Tengo las aplicaciones de las Misas diarias de los Sacerdotes misioneros, que ahora son cuatro.
[1939]
5.o He podido obtener en poco tiempo, casi sin pedir, 9.642 francos de benefactores privados, entre los que destacan S. M. la Emperatriz María Ana en Praga, S. A. el Príncipe Real de Sajonia y su augusta Esposa, el Príncipe de Löwenstein (el que el 11 de abril depositó a los pies del Santo Padre un millón), el Príncipe D. Alejandro de Torlonia, el Barón de Havelt, el Card. Pr. de Schwartzemberg, el Card. Arzobispo de Viena, el Príncipe Arzpo. de Salzburgo, la Infanta de Portugal, etc., etc., etc.
6.o Del Gobierno francés, que en mis dos expediciones de 1867 y 1869 me produjo un ahorro de más de 11.000 francos con la concesión gratuita de pasajes y de transporte de bultos, me espero una fuerte subvención a cargo del fondo oriental, esperanza que me hacen concebir algunos jefes del Departamento de Exteriores.
7o Los Institutos disponen de mobiliario, utensilios domésticos, lencería y objetos de culto por un valor superior a 20.000 francos.
[1940]
En cuanto a la casa, sabe V. E. los pasos que he tenido que dar para conseguirla gratuitamente de S. A. el Virrey, provisto como yo estaba de valiosas recomendaciones. A pesar de tantos obstáculos y rechazos y del ambiente desfavorable que predomina en general contra los pobres negros, tengo viva confianza de conseguir dentro de no mucho dos casas, bien de la generosidad del Gobierno egipcio, o con dinero que la Providencia sabrá poner en mis manos. De todos modos, hic et nunc los Institutos disponen de dos casas pagadas por un año, y de una tercera pagada por más de seis años. La Casa masculina (que nosotros llamamos del Sdo. Corazón de Jesús) está a más de ochocientos pasos de distancia del Instituto confiado a las Hermanas de San José (que nosotros decimos Casa del Sdo. Corazón de María), y a ciento setenta y cinco pasos de la Escuela dirigida por la M. Catalina Valerio T.F. (que nosotros denominamos Casa de la Sda. Familia). Cuando a su tiempo los Institutos puedan extender su campo de acción a Africa Central, a lo que están específicamente destinados, espero que V. E. nos hará disfrutar de una de las casas ya existentes en ese vastísimo Vicariato.
A todo esto debo añadir que existen en mucha más abundancia y en una mayor esfera las fuentes de subsidios con las que se puede contar seriamente para el futuro, en caso de que la Obra se desarrolle como es debido.
[1941]
Entretanto, dado que siempre he deseado las cruces, como saludables y necesarias para la prosperidad de las obras santas, y que el buen Jesús me las ha dado con largueza a pesar de mi indignidad, soy dichoso de adorar con total resignación las disposiciones de la Providencia, la cual ha permitido que nuestro venerado Emmo. Card. Prefecto, con su donosura, produjera no pequeño detrimento en mis recursos; porque al ir diciendo al oído de muchos que Comboni es un...ch..., un l... de atar con catorce cadenas, etcétera, tal comentario se extendió por Roma, recorrió Italia y Francia y quizá penetró en Alemania, enfriando o dejando recelosos a algunos, y tuvo el poder de disuadirme de dar ciertos pasos que sólo en mi último viaje a Europa ciertamente me habrían producido más de cien mil francos.
[1942]
A juzgar por estos datos y expectativas, no me parece que se deba concluir que mi Insto. carece de sólida base. No pocos establecimientos de otras Misiones cuentan con una base menos sólida que mi Instituto, que al fin y al cabo tiene dieciocho meses de vida, y en tan breve espacio ha soportado tales y tantas tormentas que, de no ser bastante sólida su base, haría ya tiempo que se habría hundido.
[1943]
Y tampoco me parece demasiado exacta la otra afirmación del Emmo. Cardenal, la de que por falta de regular ordenamiento ha habido los inconvenientes que en general le fueron referidos. El ordenamiento de mi Insto., attentis specialibus circumstantiis, fue de lo más regular. Desde el principio tuvo muy oportunos Reglamentos adaptados al lugar y a la finalidad, así como unos Horarios lo mismo cotidianos que para el tiempo de los ejercicios espirituales, los retiros mensuales, etc.; y estos reglamentos y horarios fueron observados. Poseo una carta autógrafa que me escribió el tal Zanoni, el cual fue el único autor de los deplorables inconvenientes, carta en la que declara insoportable, demasiado severo y de Cartujos el ordenamiento interno y regular de mi Insto.
[1944]
Si la falta de regular ordenamiento hubiese sido el motivo de los problemas habidos, éstos habrían surgido no ya en un viejo religioso de 49 años, sino más probablemente en un joven de veintiocho años y en otro de veintidós. Pero de estos dos buenos compañeros míos, ¿quién ha podido decir ni una palabra sobre su conducta, salvo el infeliz Zanoni, que se reconoció indigno de vivir con ellos, y desde hace poco menos de un año se alejó de la manera que sabe V. E. Rma.? No hubo, pues, falta de regular ordenamiento: lo que hubo fue una de esas malas artes que Dios permite al demonio experimentar en sus Obras, para que éstas ganen solidez y el infierno sea vencido. Judas en el Colegio Apostólico, Fr. Elías al lado del Seráfico Patriarca, las apostasías en el seno de la Iglesia y de las Ordenes Religiosas, etc., ¿pueden considerarse problemas surgidos por falta de regular ordenamiento?
[1945]
Me es doloroso ver que en cierto modo se atribuyen a mi Instituto en general las culpas de un individuo. Existieron los problemas; pero en el acusador, no en los acusados. Por eso desearía que Su Eminencia viese aquí un caso totalmente distinto, como lo es de hecho. Y en vez de echar repetidamente la culpa al Instituto debería ver la real inocencia del mismo, al lado de una indigna perfidia, que lanza como calumnia sobre él aquello de lo que ella sola es culpable. Tampoco puede el Emmo. Card. Pref. acusarme de imprevisión por haber confiado yo a Zanoni la supervisión inmediata del Insto. femenino. Ese viejo, con cuarenta y nueve años a las espaldas, tenía la barba blanca, y había desempeñado durante más de quince años cargos de importancia, y ocupado el puesto de Prefecto en una de las casas de su Orden, en Mantua. A mi manera de ver, ello era suficiente garantía para tener confianza en Zanoni; y, a decir, verdad yo habría dudado más de mí mismo que de él. Pero bendito sea siempre el Señor, que ha querido darme con esto una gran lección, la cual me será muy útil para aprender a actuar cada vez más cautamente en el futuro.
[1946]
Por fin, pasando a las explicaciones que V. E. Rma. tiene la bondad de pedirme sobre el P. Guardi, la Orden Camila y mis dos queridos compañeros, Carcereri y Franceschini, a los que se refieren las veneradas observaciones e insinuaciones que le ha dirigido S. Em.a, he aquí los hechos verdaderos.
En marzo de 1867, al igual que todas las otras Ordenes en Italia, fue suprimida la de los Ministros de los Enfermos. No queriendo los Padres Carcereri y Franceschini volver, como hicieron otros, al seno de sus familias, junto con dos compañeros pidieron ir a las misiones extranjeras, deseo que alimentaban desde hacía tiempo. El P. Guardi, a la sazón Procurador General, acató la voluntad del Provincial, que tenía esperanzas puestas en estos religiosos, y les negó por entonces el permiso, aconsejándoles que esperasen acontecimientos.
[1947]
Mientras, Mons. el Obispo de Verona, informado de las intenciones de los cuatro, pensó aprovecharlos para Africa, y apoyó la solicitud que ellos hicieron al Santo Padre por medio de la S. Congr. de Ob. y Rel., no sin informar explícita y exactamente a Su Santidad del rechazo que los peticionarios habían obtenido de su General. Esta solicitud fue atendida mediante Pont. Rescripto de 5 de julio, que puso a dichos Padres bajo la jurisdicción del Obispo de Verona ad quinquennium. Sus Superiores se opusieron aún a la partida, e incluso varias veces intentaron reclamarlos después de su llegada a Egipto. El mismo Emmo. Card. Barnabò, inducido por el P. Guardi, del que es íntimo amigo, insinuó el regreso a Carcereri y Franc. con carta del 15 de sept. del pasado año. En vista de tanta insistencia del veneradísimo Card. Prefecto y del P. Guardi, convertido en Vicario General de los Camilos, me asaltaron serios temores de perder para Africa no sólo a estas dos personas que comprenden tan bien la importancia de nuestra Obra, sino además otras de la misma Orden, que poseen las iguales dotes y disposiciones para encargarse del difícil apostolado de Africa Central.
[1948]
Por eso me he puesto a meditar y estudiar seriamente, junto con nuestro querido P. Estanislao, para encontrar la manera de conciliar el bien de la Nigricia y los intereses de mi naciente Obra con las insistentes declaraciones del Emmo. Card. Prefecto y con los razonables deseos del P. Guardi. Así se nos ha ocurrido que, en caso de que le pareciera bien a V. E. Rma., sería muy conveniente que poco a poco se crease dentro del recinto del Instituto masculino, o a poca distancia de él, una pequeña Casa Camila in adiutum a los Institutos de negros, que se hiciera cargo especialmente de la atención a los Enfermos, con objeto de que, desarrollándose bien esta Obra, se pudiese confiar más tarde a la Orden de los Ministros de los Enfermos la evangelización de una entre las mil tribus de negros de Africa Central. Finalidad para la que resultaría fácil a nuestra Obra otorgar una parte de sus recursos.
[1949]
Y ésta, Monseñor, es la idea a la que pensaba aludir en una de las cartas que le escribí últimamente. Después de haberla sometido nosotros a cuidadosa meditación, opinamos que podría llevarnos a una solución muy razonable y feliz, y ser fecunda en grandes beneficios para la pobre Nigricia. Pero es eso: una idea. El P. Carcereri se la mencionó a principios de este año al P. Guardi, y luego no se ha dicho ni hecho nada más. No veo, pues, por qué motivo el P. Guardi habla de iniciativa, que jamás le fue pedida, y de comprometer su Orden, a la que nunca se ha dirigido nadie de manera oficial, ni por parte de mis Institutos ni de la Misión.
[1950]
En cuanto a los PP. Carcereri y Franceschini, en ningún momento se han considerado separados de su Orden –es más, apoyados en su Rescripto, lucharon contra el P. Guardi, que amenazaba con conceptuarlos como tales–, ni por mí, ni por el Obispo de Verona, ni por nadie que yo sepa, han sido o son mirados como ajenos a la misma. Por eso me encuentro en idéntica situación que Su Eminencia: la de no saber sobre qué base ni por quién son Cercereri y Franceschini considerados como separados de su Orden.
Además estoy en condiciones de asegurar a V. E. que ni el Obispo de Verona ni yo hemos hecho gestión alguna al respecto con esa ínclita Orden.
[1951]
Nosotros vivimos de la gracia de Dios y de la paternal protección de V. E. Rma. Por difícil que sea la empresa en la que estamos embarcados y que intentamos llevar a buen puerto, por furibundas que sean las tempestades que nos puedan sorprender, apoyados en el Señor y en V. E., no tememos nada. Mientras, insistimos en la oración. Las palabras de Cristo son más sólidas y seguras que todos los tratados de las potencias del mundo; por eso el petite ed accipietis es más sólido y seguro que el Tratado de Viena de 1815, que el de París de 1856, que el de Nikolsburgo y Praga de 1867, y hasta que la Convención del 15 de sep. de 1864, etc. Atqui se ruega por nuestra Obra en todas partes, ergo alcanzaremos un resultado feliz en nuestro intento, non obstantibus mundo et diabolo.
Dígnese V. E. Rma. acoger benignamente mis más sentidas expresiones de agradecimiento, también por su gratísima y venerada carta del 19 del pasado mes. Todos nosotros le pedimos su pastoral bendición, mientras con sentimientos de la más profunda veneración y gratitud paso a suscribirme
De V. E. Rma.
hummo., devotmo. e ind. hijo
Daniel Comboni