Los Laicos Misioneros Combonianos celebraron 25 años de presencia en Mongoumba

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Viernes, 27 de octubre 2023
El domingo 22 de octubre, Día Mundial de las Misiones, fue el marco predilecto para llevar a cabo la celebración de los 25 años de presencia de los Laicos Misioneros Combonianos (LMC) en la misión de Mongoumba, Centroáfrica.

Anna, Cristina Souza, Mons. Jesús Ruiz, Cristina Paulek y Élia Gomes.
Domingo 22 de octubre de 2023

Mons. Jesús Ruiz Molina, misionero comboniano, de nacionalidad española y obispo de la diócesis de Mbaïki, a donde pertenece nuestra misión de Mongoumba, luego de agradecer a los Laicos Misioneros Combonianos (LMC) su labor misionera, a quienes nombró uno por uno – un total de 18 durante todo este tiempo – resaltó algunas de sus características:

Primera: Una misión de laicos con impronta femenina
Sucede que a la misión de Mongoumba han venido más laicas que laicos. 15 mujeres por 3 varones. Esta misión por parte de los laicos lleva impronta femenina desde su comienzo, pues fue una misionera laica italiana, Marisa Caira, quien abrió esta misión para los laicos, habiéndole dedicado más de 20 años de su vida. Esta presencia femenina contrasta con una iglesia local, como la centroafricana, cuyos movimientos y fraternidades, donde la mayoría son mujeres, son dirigidos por hombres.

Segunda: La internacionalidad
La misión no es de una sola nacionalidad, sino católica, es decir, universal. Y los LMC han dado testimonio que se puede vivir la fraternidad, aún con las diferencias culturales, bajo la guía de una misma fe. Aquello que nos hace diferentes, lejos de ser un obstáculo, llega a ser una oportunidad para el enriquecimiento mutuo y el crecimiento como misioneros, pues la misión nos impulsa no a encerrarnos, sino a abrirnos a lo novedoso y a asumir los retos que implica vivir con personas de otras nacionalidades.

Tercera: Una misión específica
Sin dejar de estar abiertos al servicio de todos, los LMC han encontrado algunos campos de acción donde realizar su misión específica: la educación, la salud, y el pueblo Aka o pigmeos. Esto comporta una adecuada preparación en el terreno profesional y una atenta sensibilidad para el trato con un sector de la misión como los Aka, históricamente marginado y discriminado en el contexto nacional.

Las laicas misioneras combonianas Élia Gomes, Cristina Paulek, Anna y Cristina Souza, el domingo 22 de octubre de 2023.

Mons. Jesús Ruíz, animó a los LMC a no desfallecer frente a las pruebas que continuamente como misioneros nos vemos sometidos. Es por ello que les recordó la experiencia de los discípulos de Emaús para dejarse acompañar por el Señor que con su palabra y la eucaristía nos abre los ojos para reconocerlo vivo y sentirlo que camina entre nosotros. “Si olvidamos la eucaristía, fuente y culmen de nuestro ser cristiano, –señaló Mons. Jesús Ruíz– nuestra misión se reduce a una labor humanitaria o filantrópica, pero no la de los testigos del Resucitado que contagian vida nueva”.

Cristina Souza, LMC, de Portugal, acompañada de las laicas Élia Gomes, también de Portugal, Cristina Paulek de Brasil y Anna de Polonia, en nombre de los laicos que han llevado a cabo su servicio misionero en Mongoumba, agradeció a todos el apoyo y la confianza recibidos, así como la paciencia para acercarse y entender a la gente de la misión. Hizo mención de los compromisos adquiridos por los laicos en la educación, la salud, caritas y el pueblo Aka que no hubieran sido posible sin el acompañamiento de todos.

El padre delegado de Misioneros Combonianos en Centroáfrica, Víctor Hugo Castillo, reconoció la labor de los LMC para una misión donde no basta un interés personal, sino la fe bien puesta en el Señor Jesús que los ha llamado y enviado. Invitó a la gente a reflexionar sobre el testimonio de los laicos que han dejado su país, su gente y su cultura para insertarse en una realidad muy diferente sorteando no pocas veces las dificultades que esto comporta, así como el de vivir la fraternidad con personas de otras nacionalidades. Animó a los jóvenes de la misión a decidirse a servir como laicos misioneros en otros países, dado que ellos también desde su cultura tienen riquezas por compartir en otras latitudes. Y finalmente alentó a los LMC a no ver este año jubilar como un punto de llegada, sino de partida, para continuar la obra del Señor que no deja de invitar a sus elegidos a darle continuidad.
P. Fernando Cortés Barbosa, Misionero Comboniano

Compartir misionero del primer mes
en la República Centroafricana

Cristina Paulek, laica misionera comboniana de Brasil.

Soy Cristina Paulek y pertenezco a la Asociación de Laicos Misioneros Combonianos de Brasil desde 1998. En este viaje misionero quiero destacar la importancia de la IGLESIA LOCAL: “¡Corazones encendidos, pies en camino!”.

Nací en Curitiba/PR y crecí en la Parroquia de Santa Amélia, donde están presentes los MCCJ, y fue allí donde di mis primeros pasos en la Iglesia y en la vivencia del espíritu misionero. Fue en la parroquia donde recibimos una sólida formación para ser laicos y protagonistas de la historia, en el espíritu del Concilio Vaticano II y en la experiencia de las pequeñas comunidades eclesiales de base. Fue en esta realidad que trabajé pastoralmente en la parroquia y en la Arquidiócesis de Curitiba, en la Pastoral Penitenciaria, en la Animación Misionera en el COMIDI, en el CEBI, entre otros.

Misa de despedida de Cristina Paulek en la Comunidad Santa Amélia (Brasil), con sus padres y el párroco P. Walter.

Sobre todo, fue en la comunidad donde descubrí que la Iglesia es misionera por naturaleza, que todo bautizado es misionero. No es el privilegio de unos pocos que viajan más lejos, todos somos misioneros. El lema del Congreso Nacional Misionero de este año, inspirado en la experiencia de los Discípulos de Emaús, nos ayuda mucho, porque es en comunidad, en el compartir el pan y la vida donde descubrimos que Jesús camina con nosotros. Cuando experimentamos un corazón ardiente, nos ponemos en camino.
Cristina Paulek, LMC

Experiencia misionera en la República Centroafricana

Ensancha el espacio de tu tienda, extiende las cuerdas, refuerza las estacas.”
(Is 52,2)

Cristina Paulek con el P. Gianantonio Berti, misionero comboniano italiano.

He cumplido mi primer mes en la República Centroafricana (RCA), ¡que se encuentra en el corazón de África! Así que sólo puedo compartir mis primeras impresiones. Estoy en la capital, Bangui, para perfeccionar mi francés y aprender el sango, ya que son las lenguas oficiales del país. Todo el país tiene unos 6 millones de habitantes. Se enfrenta a graves problemas económicos, en educación, sanidad y, sobre todo, a la falta de trabajo y perspectivas para los jóvenes. Es un periodo de reconstrucción y la paz sigue siendo muy frágil aquí.

En los primeros días tuve la oportunidad de viajar a Mongoumba, donde se encuentra la Comunidad Internacional LMC. Está a 160 kilómetros de la capital y viajamos en unas seis horas debido a la lluvia y al estado de las carreteras.

Fue un gran placer poder participar en la ordenación diaconal de Ezra, que hizo sus votos perpetuos en la Congregación de los Misioneros Combonianos y fue ordenado diácono. Fue una misa hermosa y alegre, con un ofertorio que nunca olvidaré. Cuando la comunidad entró bailando y ofreciendo regalos al diácono recién ordenado, desde un niño hasta un puñado de cacahuetes o algunos plátanos, fue muy significativo. Creo que fue mi primera misa de cuatro horas y ni siquiera me di cuenta de que había pasado el tiempo.

Aún no hemos definido lo que vamos a hacer, porque la comunidad acaba de unirse con la llegada de Elia. El trabajo del LMC ha sido en el área de la salud, ya que somos responsables del Centro Da ti Ndoye – Casa do Amor (Casa del Amor), que es un pequeño centro de rehabilitación y dispensario; en el área de la educación, acompañando y coordinando las escuelas parroquiales; y en el trabajo pastoral y de apoyo al pueblo Aká.

Durante mi estancia en Bangui, me gustaría destacar dos experiencias importantes entre muchas otras:

La visita a la parroquia comboniana de Nuestra Señora de Fátima, situada en una región muy conflictiva. Durante el todavía intenso periodo de guerra, muchas personas estuvieron refugiadas y algunas murieron en un enfrentamiento, entre ellas un sacerdote diocesano. La gente sufrió mucho y las consecuencias siguen presentes. Hoy existe un Centro de Formación en Memoria de los Mártires y hay mucha formación en tolerancia religiosa, comunicación no violenta, acompañamiento de personas con traumas de guerra. La capilla de la Casa Comboni alberga un cáliz que estaba en la sacristía de Fátima y fue alcanzado por una bala.

También destaca el testimonio de vida y donación del P. Gianantonio Berti, un italiano que llegó aquí en 1967. Ha sido un regalo de Dios pasar estos días con el P. Berti, un MCCJ de 86 años con 46 de presencia en la República Centroafricana. Es una persona muy generosa, a la que la gente quiere y respeta. Se comunica muy bien con la gente, conoce muy bien el idioma y está muy cerca de la gente de la región.

No ha sido fácil a estas alturas de mi vida aprender otra lengua, en este caso otras dos, y lo más importante sería aprender la tercera, que es el aka. Pero me inspira mucho Cristina Souza – LMC que está aquí y consigue conectar con la gente. Me estoy esforzando por mejorar mi capacidad de comunicación y estar cerca de esta gente tan acogedora. A pesar de las dificultades, estoy muy contenta de estar aquí.

Que tengamos la gracia de los discípulos de Emaús de encontrar al Resucitado compartiendo la vida y el pan. ¡Corazones encendidos y pies en camino! ¡Unidos en la oración! 
Cristina Paulek, LMC

Corazón de África (Be Afrique):
“Donde una vez dejé mi corazón”

Élia Gomes (con las flores en mano), misionera comboniana portuguesa, el día de su envío hacia la misión de Mongoumba (RCA).

Después de siete años en Portugal, cinco de ellos dedicados al apoyo familiar y al trabajo en residencias de ancianos (en las Misioneras de la Caridad de Faro y en el Centro Parroquial de Paderne) y otros dos años de misión en la parroquia de Camarate, me voy para volver a la RCA, donde ya estuve cinco años. Este regreso no será fácil, pero sé que este es el camino que Dios tiene para mí.

La República Centroafricana (RCA) es el lugar donde siento que he sido llamado a servir a Dios y al prójimo con alegría, con la esperanza de llevar el mensaje del Evangelio y ayudar a construir un mundo mejor y más justo, junto a los más pobres y abandonados, según el estilo misionero de Comboni. Me enfrentaré a nuevos retos y dificultades, pero confío en que, con la ayuda de Dios y la protección de Nuestra Señora de la Esperanza, podré superarlos.

Doy las gracias a mi familia y a mis amigos por apoyarme en esta decisión. Doy las gracias a mi parroquia de Paderne y al Centro Parroquial por acogerme siempre con afecto a pesar de mis largas ausencias. Doy las gracias a mi comunidad de Fetais y a todos los que me ayudaron durante mi estancia en Camarate. Finalmente, agradezco al Movimiento LMC y a la Familia Comboniana por haberme transmitido la esencia que me inspira a seguir adelante.

“Si tuviera mil vidas, daría mil vidas por África” Daniel Comboni.
Élia Gomes LMC – Portugal