Lunes, 30 de septiembre 2019
El comboniano español Daniel Villaverde fue investido «anciano turkana» en una sencilla ceremonia que tuvo lugar el pasado 21 de julio en Lodwar (Kenia). Todos los Misioneros Combonianos nos alegramos también por esta buena noticia.

Vivir y convivir con personas pertenecientes a otros pueblos y culturas forma parte de la vocación del misionero. No siempre es tarea fácil, pero siempre es enriquecedora y maravillosa, sobre todo cuando el pueblo que acoge al misionero reconoce en él a alguien que ha trabajado para su bien. Esto es lo que ha vivido el comboniano español Daniel Villaverde durante este verano entre los turkana. La tierra de este pueblo semi-nómada está ubicada al norte de Kenia, haciendo frontera con Uganda (al oeste), Sudan del Sur (al noroeste) y Etiopía (al noreste).

Daniel trabajó en las parroquias de Katilu y Lokori durante seis años, entre 1989 y 1995, pero las gentes entre las que trabajó y vivió no lo han olvidado. Cuando este verano visitó la zona acompañando a jóvenes españoles del grupo Combojoven, se llevó una buena sorpresa. Al término de la Eucaristía que celebraba el día 21 de julio en la parroquia comboniana de la ciudad de Lodwar, de manera inesperada, fue obsequiado con una sencilla ceremonia en la que se le impusieron los atributos y los utensilios de un anciano turkana.

El anciano turkana no tiene ningún poder político, pero constituye un punto de referencia y un consejero cuya palabra es siempre escuchada antes de tomar decisiones importantes que afecten a la comunidad. Investir a alguien con el título honorífico de «anciano turkana» es algo raro, porque es necesario un amplio consenso de que la persona elegida ha mostrado claras muestras de haber contribuido al bien de la comunidad. Y Daniel cumplía los requisitos por su amor a los turkana demostrado con hechos.

Pero ¿por qué ha pasado tanto tiempo desde que Daniel dejó la región turkana en 1995 hasta el momento en que ha recibido este reconocimiento? Él mismo nos lo explica:

«Cuando trabajaba en Lokori acompañaba un grupo de unos 300 jóvenes llamado Kailalé, entre los cuales había católicos, pero también musulmanes y protestantes, porque no hacíamos ninguna discriminación a causa de la religión. A muchos de ellos les apoyábamos económicamente para que pudieran realizar sus estudios. Los años han pasado y la mayoría de estos jóvenes, ahora adultos, ocupan puestos de responsabilidad en la sociedad turkana. Tres son miembros del Parlamento de Kenia, varios trabajan para el Gobierno en diferentes puestos administrativos y otros son maestros, directores de escuela, enfermeros, etc. Lo bonito para mí es que llegaron a entender que los estudios que cursaban con el apoyo de la misión católica no eran exclusivamente para beneficio personal, por eso la mayoría de ellos se han quedado en esta zona turkana, difícil y semidesértica, para apoyar a su gente. Al regresar yo después de tanto tiempo estos jóvenes se han acordado del apoyo que recibieron por nuestra parte y han querido agradecerlo con este bonito gesto de la investidura de "anciano turkana” que me alegra enormemente. En realidad este honor es para toda la misión católica de Lokori a la que yo representaba en aquel tiempo como párroco».
[Misioneros Combonianos]