P. Mario Mantovani (18-12-1919 – 14-08-2003)

El P. Mario Mantovani nació en Orzinuovi, provincia de Brescia, el 18 de diciembre de 1919. Fue ordenado sacerdote en 1946. Después de once años de servicio en Italia, en 1947 marchó a Uganda. Permaneció ininterrumpidamente en Karamoja, hasta su trágica muerte, ocurrida la vigilia de la Asunción, 14 de agosto pasado. Prestó su servicio misionero en las misiones de Morulem (1957-1959), Kaabong (1958-1960, 1982-1983), Nabilatuk (1960-1965), Losilang (Kotido) (1966-1970), Karenga (1970-1975, 1978-1981, 1983-1985), Matany (1976-1978), Naoi (1986-1995), Loyoro (1996-2002), Kapedo (2002-2003).

El P. Mario apodado por los Karimojong Apolongor, que significa “buey de color gris-ceniza”. Efectivamente, los Karimojong, pueblos nómadas y pastores, dan el nombre a personas, según las características de sus vacas. El P. Mario era una persona gentil, cordial, generoso, celoso y muy humano. Era también un buen cocinero. En ocasiones especiales estaba generalmente en los hornos de la misión para preparar algo bueno. Su pescado y su pastasciutta al pesto eran platos exquisitos.

Era un hombre de oración, siempre disponible y muy comprensivo. Con él se encontraba uno bien. Se adaptaba a todas las situaciones. Se encontraba bien con todos, pero en particular con los que eran abiertos y no muy exigentes. Estaba bien especialmente con los jóvenes. Últimamente en Kapedo había creado una hermosa relación de confianza y de estima con un Hermano ugandés, Godfrey Kiryowa, asesinado con él, casi expresión última de la capacidad del P. Mario de crear comunión con todos.

Conocía bien la lengua Ngakarimojong. Había escrito incluso dos gramáticas y un estudio sobre los verbos karimojong. Gozaba enseñándola a los que llegaban nuevos. Se maravillaba cuando algún joven misionero no sabía la diferencia entre un verbo y un adverbio, entre un subjuntivo y un condicional. Cuando predicaba se entusiasmaba y alzaba la voz con pasión y ardor. En aquellas ocasiones los Karimojong lo miraban curiosos, sonriendo por su manera ingeniosa de comunicar. Debía aparecer extraña para ellos tan ardiente pasión por Jesucristo.

Su capacidad de amistad con la gente la demostraba usando el mismo tabaco que los Karimojong, a quienes se lo ofrecía con frecuencia, rompiendo así toda barrera. Llevaba siempre una botellita consigo. Sabía también gustar de un buen vaso de vino o de cerveza. El P. Mario no se descorazonó jamás frente a las dificultades de la misión entre los Karimojong. Era fundamentalmente un optimista. Y siempre fue para los jóvenes misioneros del Karamoja una contagiosa fuente de animación y de esperanza. Estaba disponible para ir a donde hubiera necesidad, incluso cuando, humanamente hablando, no estaba entusiasmado. Y así hizo también en su último destino: Kapedo. A aquella edad, la misión le parecía un poco lejos. Había expresado cautelosamente el deseo, antes o después, de acercarse al centro principal de Kotido. Pero aceptó, con humildad y ánimo, también este último reto.

La zona donde el P. Mario trabajaba estaba en el límite con Sudán. Aquí habita la población Dodoth. En el sur del distrito están los Jie, tribu tradicionalmente en conflicto con los Dodoth por cuestiones de los pastos para el ganado. El P. Mario había transcurrido tres semanas en Kanawat (cerca de Kotido), la misión madre de los Jie, para curarse de una malaria. El Hno. Kiryowa Godfrey fue a recogerlo desde Kapedo el 14 de agosto pasado, para volverlo a casa. Salieron de Kanawat a las nueve de la mañana. En la zona Kopoth, confín entre Dodoth y Jie, se estaba llevando a cabo un robo de ganado, con más de 300 guerrilleros armados de fusiles. Los Dodoth se habían aliado con un grupo de sudaneses. Parece que el robo había ido mal para los Dodoth. Hacia las diez, llegados a la zona de Kopoth, parece que un grupo de Dodoth en retirada hirió primero al chofer, Hno. Godfrey Kiryowa, que murió en el acto. Un muchacho que viajaba con ellos intentó llevar el control del coche, hasta que éste se detuvo. Después rompió un cristal de la ventanilla y consiguió escapar, dejando en el coche al P. Mario, todavía vivo. El P. Mario salió del coche intentando escapar o esconderse en el bosque.

El P. Chris A. Z. Aleti, único comboniano presente en el momento en Kanawat, la noche del día 14 envió un mensaje radio a Kapedo, para saber si habían llegado a la misión los dos hermanos. Cuando supo que no habían llegado todavía, informó a la policía que desaconsejó ir de noche a buscarlos. Al día siguiente, 15 de agosto, salió siguiendo el camino hecho el día anterior por los Hermanos. Encontró el coche con el cuerpo exánime del Hno. Godfrey Kiryowa que fue llevado inmediatamente a la misión en Kanawat. Ningún rastro del P. Mario. Con una escolta de soldados, volvió a buscarlo. Desde el lugar de la emboscada, siguieron las huellas de los zapatos que parecían los del P. Mario, con la esperanza de encontrarlo. Estas huellas llevaron, en cambio, a la cabaña del presunto asesino que, después de haberlo matado, se había puestos los zapatones del misionero. Poco después encontraron también el cuerpo del P. Mario acribillado a balazos. Los días siguientes el presunto asesino, en el tentativo de escapar de la cárcel de Kotido, donde había sido llevado por la policía, fue también muerto por un policía. El P. Mario Mantovani ha sido enterrado cerca de la iglesia de Kanawat.

El 19 de agosto, el P. Guido Oliana, provincial de Uganda, de vacaciones en Italia, presidió la Misa de sufragio en Orzinuovi, pueblo natal del P. Mario, donde era muy popular. La iglesia estaba abarrotada de gente. El P. Guido comento así el significado de la muerte del P. Mario: “En la fe, hoy tenemos que celebrar la victoria evangelizadora en Cristo del P. Mario. No podía terminar de modo más eficaz su misión entre los Karimojong”. Las lecturas escogidas para la Misa, comentaban bien el significado evangélico y misioneros de la muerte del P. Mario. “¿Quién nos separará del amor de Cristo? Quizás la tribulación, la angustia, la persecución, el hambre, la desnudez, el peligro, la espada, - y nosotros podemos añadir también – el fusil? En todas estas cosas nosotros somos más que vencedores en virtud del que nos ha amado”. El P. Mario participa de la victoria de Cristo. Esperamos y oramos, para que su sangre derramada, fecundice la obra difícil de evangelización en Karamoja. La cultura Karimojong cree en el sacrificio. Por esto, antes de marchar a las razias, los Karimojong hacen sacrificios de ganado, a veces también de personas humanas. En la perspectiva de la fe y del Evangelio, ahora es el sacrificio del P. Mario el que hará ganar a los Karimonog, no ganado, sino su adhesión a Cristo y a la Iglesia.

Con la muerte violenta del P. Mario Mantovani y del Hno. Godfrey Kiryowa, el número de Misioneros Combonianos que han derramado su sangre en Uganda alcanza a trece. Durante los días conclusivos de la Asamblea Intercapitular del 2000, el P. Raffaele Di Bari, otro misionero en Uganda, fue asesinado y quemado en Pajule (Achililand). Ahora, al comienzo del XVI Capítulo General, el P. Mario Mantovani y el Hno. Godfrey Kiryowa, son asesinados en Kopoth. Probablemente el Señor nos quiere mandar un mensaje de concreta espiritualidad misionera comboniana. (P. Guido Oliana)

Kapedo (Uganda) 14 de agosto de 2003 84 años