(Hombres y mujeres consagrados para el mismo ideal misionero). Daniel Comboni no hizo en su vida más que evangelizar. O dicho de otro modo, hizo de su vida un "evangelio". Evangelizar significó para él manifestar lo absoluto de la fe.

Daniel Comboni no hizo en su vida más que evangelizar. O dicho de otro modo, hizo de su vida un "evangelio". Evangelizar significó para él manifestar lo absoluto de la fe –públicamente expresado en el juramento de consagrar su vida totalmente al apostolado África Central (cfr. E 4083 y 4797) – a través de su continua disponibilidad al proyecto del Padre, que hace pasar a las personas y a los pueblos del fatalismo destructor, a la experiencia de sentirse transformados en hijos e hijas santos y amados de Dios, y por esto capaces de reconocerse en la dimensión relacional de hermanos y hermanas.


Coherencia total

Daniel Comboni anunció y testimonió el evangelio en todo lo que hizo. El se sintió, ante todo, discípulo de Cristo. En continuidad con los discípulos transfigurados por la potencia del Maestro, Crucificado Señor de la Gloria, vive también en coherencia total (como Pedro, Esteban, Pablo y otros) el haber sido constituido "evangelio de Dios", "parábola del Reino", consagrado a un estado de vida semejante a la de Cristo y los Apóstoles (cfr. E 442).


En esto consistió el núcleo central de la autenticidad de su ser misionero:

1. Una compenetración con Jesucristo de profundo afecto. Un gustar en docilidad ilimitada su Palabra en la dinámica de las bienaventuranzas. Intimidad con el Señor que Daniel Comboni pone en evidencia al acoger su vocación misionera con certeza filial: "me fue asegurado que Dios me ha llamado; y yo vivo seguro" (E 15). Lo que equivale a decir "¡Dios está conmigo!" porque es Dios que escoge a sus elegidos (cfr. E 5684). "Yo estoy contigo" es la forma de bendición que Moisés y cada siervo o sierva de la palabra requiere como garantía del mandato, que es, de este modo, la Gracia de fidelidad a su voto (cfr. Es 25,8; Lc 1,28.42; Ap 21,3).

2. La gozosa fidelidad a las exigencias de su "profunda, antigua, extraordinaria" vocación (E 6983), sin ahorrar sacrificios, siempre consciente de las urgencias de su laboriosa y difícil misión a la que ha entregado toda su alma, su cuerpo, su sangre y su vida (cfr. E 5256).

3. El constante empeño en cultivarse "en la omnipotencia de la oración" (E 1969), adquirida, ya en el silencio contemplativo, como en la capacidad de reflexionar, de ponderar en la "oración válida y llena de contenido" (E 2709) para discernir en la fe los eventos de la historia e interpretar el proyecto de Dios sobre la porción de humanidad que le ha sido confiada.

Estos, más que los medios materiales o los métodos innovadores, fueron los fundamentos espirituales que sostuvieron a Daniel Comboni en su acción evangelizadora para África. Ciertamente, también ellos contribuyeron a darle la fuerza necesaria para llevar adelante el compromiso radical en favor de las gentes más abandonadas del universo.

En otras palabras, precisamente por que fue auténtico discípulo de Jesucristo y se dejó modelar por su mensaje, pudo conservar la firme confianza en la acción del Espíritu Santo en las circunstancias más desesperadas, optar por los últimos de la tierra no obstante las incomprensiones, y esperar un futuro de dignidad, justicia y fraternidad sin rendirse ante los aparentes fracasos.

Una doble herencia: Cristo y la Nigrizia

Los ideales en los que Daniel Comboni creyó y por los cuales luchó, son los mismos que ha dejado en herencia a sus hijos e hijas, y que hoy identificamos con el nombre de "carisma misionero comboniano". Podemos resumirlos del siguiente modo:

a) Una pasión de comunión con Cristo que se ha entregado, por amor, hasta el extremo de la Cruz para salvarnos.

b) Una pasión de comunión con los más pobres y abandonados, por amor, hasta el extremo del martirio y de la entrega cotidiana de la vida.

Cristo crucificado y la Nigrizia son dos pasiones que no pueden estar separadas una de otra. Son incluso dos pasiones que reflejan incesantemente el color y la intensidad de los aspectos típicos de la vida de Daniel Comboni y de todos los que "la diestra de Dios le ha dado y le dará" (E 6987) para que sigan sus huellas. Dos pasiones que se actualizan como gracia de lo Alto para la Iglesia en su actual trabajo de evangelización.

Efectivamente este binomio: Cristo crucificado/Nigrizia constituye para nosotros, hijos e hijas de Comboni un punto fundamental sobre el que construir ininterrumpidamente nuestra identidad y encontrar la realización de toda aspiración personal, comunitaria y apostólica. Al mismo tiempo, este binomio permanece el criterio de discernimiento en relación a todo nuestro trabajo y compromiso apostólico en la Iglesia, que es por su naturaleza misionera.

Épocas distintas – Un mismo objetivo

Daniel Comboni expresó sus convicciones misioneras a través de los conceptos teológicos y el lenguaje de su tiempo. Hoy nos toca a nosotros profundizarlos, reinterpretarlos y enriquecerlos mediante su espíritu presente en nosotros, sus discípulos y discípulas.

Por ejemplo, Daniel Comboni habló de "ganar almas" para Dios (E 1493), "plantar la Cruz" (E 255), "regeneración"(E 2741), "libertar a los esclavos" (E 3603), "llevar la fe y la civilización" (E 6214), "librar las batallas del Señor" (E 7225), "destruir el reino de Satanás y sustituirlo por el de Jesucristo" (E 5659), "conducir al redil de Jesucristo" (E 6082), "conquistar para la Iglesia" (E 2184), instaurar "la verdadera religión" (E 6337)… Fórmulas que podrían traducirse así: "anuncio y testimonio", "evangelización encarnada", "misión profética y martirial", "descubrir las semillas del Verbo en cada pueblo y cultura", "conciencia social misionera", "promoción de la justicia, de la paz y de la integridad de la creación", "búsqueda de los valores del Reino y opción preferencial por los pobres", "diálogo e inculturación", "formación de la Iglesia como familia de Dios…pueblo de Dios".

No obstante la diversidad de las expresiones, algunas intuiciones "combonianas" de fondo, permanecen y se consolidan:

1. Evangelizar como iniciación al encuentro con el Dios de la Vida (predicación de la Buena Nueva y celebración Sacramental de su presencia salvadora), que florece en comunidades eclesiales fraternas;

2. Evangelizar como compromiso solidario con los hermanos y hermanas que más sufren, asumiendo la lógica de la Cruz como paradigma del que surge un mundo nuevo;

3. Evangelizar como testimonio de conversión y de coherencia personal-comunitaria, que se acompaña a la armonía, en nuestra identidad de vida.

Hombres y mujeres para el Evangelio

Es importante subrayar los aspectos en los que Daniel Comboni se revela un verdadero profeta conocido por Dios, consagrado por Él, y constituido para "la hora de África". Un profeta extrovertido y volitivo, un evangelizador ad vitam y ad gentes, hombre de Iglesia con amplia visión e intuiciones nuevas que acompañarán la proclamación del evangelio. Estos aspectos los encontramos en modo particular en el Plan para la regeneración de África (E 2741 - 2791).

El primero de estos aspectos es sin duda, la convicción que tiene Comboni en relación a la misión, entendida como un compromiso común de hombres y mujeres, para la proclamación del evangelio. El anhela un personal, tanto masculino como femenino, "revestido del Espíritu de Jesucristo y animado de su caridad por la Obra" (E 2374). En efecto, deja en herencia fuertes exhortaciones evangélicas para, "los instrumentos auxiliares" de ambos sexos "que Dios le ha dado y le dará" (cfr. E 6987).

Hombres y mujeres capaces, como él, de cultivarse en relaciones humanas cordialmente sanas, ejercitados en manera libre para expresar "como cenáculo de apóstoles" la genialidad apostólica de amigos y amigas del Esposo que dan un gozoso testimonio de Él. Hombres y mujeres consagrados a Cristo en trascendente reciprocidad para expresar en modo íntegro e irreprensible, la paternidad y la maternidad necesaria para la re-generación de la Nigrizia. Para este fin, "un alto grado de castidad a toda prueba", (cfr. E 2229) es elemento constitutivo e integrante el amplio bagaje de virtudes apostólicas indispensables para ponerse a la secuela del Hijo unigénito, imagen visible del Padre.

El Plan de Comboni nos muestra la capacidad de entender el valor del genio femenino para hacer concurrir a la re-generación de África, en la justicia del Creador: hermano y hermana consignados uno a la otra, en mutua y total confianza de colaboración en las fatigas apostólicas de la vocación común. El ministerio de la mujer del Evangelio parece chocar contra los cuadros oficiales de la institución eclesiástica, desconfiada e incómoda por esta intuición que no es otra cosa que la antigua novedad evangélica: hombres y mujeres constituidos discípulos juntos, al seguimiento del Rabí itinerante de Nazareth.

La exclamación salida de un corazón persuadido y convencido: "Antes, se debería haber dado vida a una Congregación de Hermanas Misioneras" (E 2472), parece indicar que la intuición de la mujer del Evangelio, la Pía Madre de la Nigrizia, está, en relación al Plan del Profeta para África, como la rama de almendro mostrado por Dios al profeta Jeremías. Una visión precoz, un anuncio de nueva primavera. Una visión acogida por el profeta, pero acompañada constantemente de Dios para realizar su designio. El rol complementario de la mujer, la ayuda potente e indispensable en el Plan para la Regeneración de África es Palabra salida de su boca y se cumplirá (cfr. Jer 1,11-12).

Amplitud de horizontes

El Plan parece, por lo tanto, revelar a los hijos y a las hijas estos aspectos:

1. Centralidad de Cristo y de su misterio pascual, como raíz del deber de evangelización (en contra de cualquier tentación de proselitismo espiritualista o de altruismo en grado de inflar solamente el propio ego);

2. Confianza absoluta en la potencialidad de la Nigrizia, como protagonista del propio destino: "salvar África con África" y la prioridad de la "formación cristiana de leaders locales de ambos sexos";

3. Fuerte sentido de Iglesia, amada como "señora y madre". Por lo tanto, mirada en el orden de Dios: en primer lugar el pueblo y luego las vocaciones particulares, los hombres y las mujeres al servicio complementario de todo el "pueblo de Dios"; consiguientemente colaboración entre las diócesis, institutos, grupos y organizaciones;

4. Sobrenacionalidad e interculturalidad desde el comienzo de su empresa misionera, basada en el respeto, espíritu de caridad y diálogo de valores.

5. Misión integradora que abraza toda la realidad de la persona, en el orden de la creación y de la Alianza, caracterizada por las dimensiones inseparables de la evangelización directa y de la promoción humana;

6. Promoción profética de la dignidad de la mujer y de su rol primario en la evangelización;

7. Impulso dinámico del laicado en todos los campos, comprendido el del apostolado misionero.

Este Plan uno y simple, podría, por analogía, compararse al "librito abierto, dulce y amargo" del capítulo 10 del Apocalipsis. Así parece ser el ‘Plan’ al paladar y a las entrañas de Comboni. Cuando surgió en su mente en los momentos de sus más cálidos suspiros, el Plan es dulce. Es la consolación de acoger y poder expresar una Palabra profundamente sentida, por la Nigrizia primer amor de su juventud. Pero, traducido en su realización práctica, el Plan es amargo. En sus entrañas de profeta, Comboni experimenta toda la amarga fatiga del peso de un ministerio que lo hace experto en el padecer escarnios, calumnias y fracasos "para edificar sobre un fundamento sólido e inconmovible" (E 2469).

El Plan es dulce, porque contiene un mensaje de salvación para África su amante: "regeneración de África con África". Un programa que pone alas de águila a su esperanza cristiana, segura del triunfo final del Señor Jesús, "el León de Judá vencerá", el que es capaz de "abrir el libro y sus siete sellos" (E 3461 y Ap. 5,5). Pero también es amargo el Plan porque su realización, sigue la dinámica de la Parábola del Reino. "El grano de mostaza que ha sido echado; las persecuciones" (E 1453).

El Plan, mirado desde este punto de vista bíblico es verdaderamente como un librito abierto, dulce y amargo, que encuentra su más alta calificación en la gozosa cooperación de la Mujer del evangelio que da a luz en la aflicción de los dolores del parto (cfr. Jn 16,21), por lo tanto "entre los más duros trabajos (E 2705 e Ap 12).

Textos para la reflexión

Meditemos ahora algunos de los Escritos de Daniel Comboni que, según la sensibilidad personal, pueden suscitar en nuestros corazones en mayor modo, el deseo de compartir su ardor misionero y su vocación evangelizadora. Proponemos algunos:

"Solamente Aquel, que con su sacrificio glorioso en el Gólgota quiso que se extirpase para siempre de la tierra la esclavitud, el que anunció a los hombres la verdadera libertad, llamando a todas las naciones y a cada ser humano a la filiación de Dios, aquel a quien el hombre regenerado puede decir con verdadera fe, Abba Pater, solamente El podrá liberar a África de la mancha de la esclavitud …" (E 1820 – A la Sociedad de Colonia – 1868).

"Por lo tanto yo os conjuro, Reverendísimos Padres, para que después de haber acudido a esta sede de San Pedro para reunir a todas las gentes del mundo en el único redil y en el único Reino de Cristo, tengan piedad especialmente de los pueblos de África Central, suscitando con sus palabras y votos una esperanza de redención y de vida, consiguiendo con su interés que se pueda decir de verdad que el Nilo ha revelado por fin sus fuentes para que los pueblos confinantes sean purificados mediante el Santo Bautismo con sus aguas" (E 2307 – A los Padres conciliares – Roma – 24 de junio 1870).

"El Misionero de la Nigrizia, despojado por completo de sí mismo, y privado de todo afecto humano, trabaja únicamente por su Dios, por las almas más abandonadas de la tierra, por la eternidad …" (E 2702 – Reglas del Instituto– 1871).

"Y como el católico, acostumbrado a mirar las cosas con la luz que viene de lo alto, miró a África no a través del miserable prima de los intereses humanos, sino al puro rayo de su Fe; y descubrió allí una multitud infinita de hermanos pertenecientes a su misma familia, teniendo un Padre común en el cielo, encorvados y gimiendo bajo el yugo de Satanás al borde del más horrendo precipicio. Entonces, transportado por el ímpetu de la caridad encendida en la divina llamarada en las laderas del Gólgota, y salida del costado del Crucificado para abrazar a toda la familia humana, sintió más frecuentes los latidos de su corazón; y una fuerza divina pareció empujarlo hacia aquellas bárbaras tierras, para estrechar entre sus brazos y dar el beso de paz y de amor a aquellos infelices hermanos suyos, sobre los que todavía pesa el tremendo anatema de Canaán" (E 2742 – Plan para la regeneración de África – 1871).

"Sigamos sin más este impulso irresistible de nuestro corazón, que nos empuja a la salvación de un pueblo desamparado, de una gente lacerada y zarandeada entre mil usanzas y errores; armémonos del escudo de la fe, el yelmo de la esperanza, la coraza de la caridad, la espada de doble filo de la divina Palabra, y marchemos animosos a conquistar para el Evangelio a esta última nación del universo" (E 3127 - El Cairo - 26 enero 1873).

"Vayamos a destruir en aquellos pueblos el imperio de Satanás, y a implantar allí el triunfante estandarte de la cruz, y ellos verán la luz al resplandor de este signo. Vayamos a regar con nuestros sudores y con las aguas de vida eterna aquella áridas y abrasadas regiones y ellas germinarán para el Creador un nuevo pueblo de fieles adoradores" (E 3128 - El Cairo - 26 enero 1873).

"Tened la seguridad de que mi alma os corresponde con un amor ilimitado por todos los tiempo y para todas las personas. Yo vuelvo entre vosotros para ya nunca dejar de ser vuestro, y totalmente consagrado a vuestro mayor bien... Quiero hacer causa común con cada uno de vosotros, y el día más feliz de mi existencia será aquel en que, por vosotros, pueda dar la vida.." (E 3158 e 3159 – Homilía de Khartum – 11de mayo1873).

"Por lo demás es Dios el inspirador de las diversas obras del apostolado y, en los decretos siempre adorables de su Providencia todas estas obras sirven para su gloria y son como otros tantos eslabones que se unen para conseguir la perfección de sus designios …" (E 3567 - Khartum - abril 1874).

"La S. C. de Propaganda tiene toda la sabiduría para dirigir en el orden espiritual cuatro partes y media de todo el universo ... y poder distribuir a las más importantes misiones de la tierra los socorros necesarios que permitan continuar la Misión del Hijo de Dios" (E 4383 - Roma - 21 diciembre 1876).

"Todas las obras de Dios, y en especial las del apostolado católico que tienen como objeto la destrucción del imperio del demonio para sustituirlo por el Reino de Jesucristo, deben nacer y crecer al pie del Calvario y ser marcadas por la Cruz…" (E 5448 - Khartum - 31 diciembre 1878).

"…las Obras apostólicas que tienen por objeto acabar con el imperio de satanás, para sustituirlo por el reino de Jesucristo, deben pasar por la vía real de la Cruz y del martirio y Jesucristo llegó al triunfo de su gloriosa Resurrección a través de su Pasión y Muerte" (E 5659 - Khartum - 20 febrero 1879).

Preguntas para compartir

En los textos de Daniel Comboni que has meditado, y según tu experiencia de vida consagrada misionera:

A) ¿En qué consiste evangelizar como misionero/a comboniano/a?

B) ¿En que aspectos te sientes más fuerte y en cuales más necesitada?

C) ¿Consigues integrar tu servicio en la pastoral, en la animación misionera, en la formación o en la economía, como parte de un único proyecto evangelizador?

D) ¿Conoces algún ejemplo concreto de misionero/a comboniano/a que con su vida te recuerde los valores vividos por nuestro Fundador?

E) Si quieres, puedes elegir y comentar alguna figura central de nuestra espiritualidad misionera comboniana que, según tu, describe mejor estos elementos constitutivos de nuestro ser comunidad apostólica que evangeliza:

- el Buen Pastor (Jn 10,1-18),
- l Corazón Traspasado de Cristo (Jn 19,31-37),
- el Cordero inmolado, en pie (Ap 5),
- la mujer y el dragón (Ap 12),
- la Cruz sobre el monte Golgota (Jn 19,1-30),
- las Bienaventuranzas(Lc 6,20-26),
- la Trasfiguración (Mc 9,2-10; cfr. 2 Pe 1,17-18),
- - la parábola del Buen Samaritano (Lc 10,29-37),
- la Misión de los Doce (Mc 6,6-13; Mt 10,1-15)…

F) O, si lo prefieres, puedes elegir y comentar una realidad el contexto social de Daniel Comboni que sea todavía actual en nuestros días:

- Las mayorías que no han recibido aun el anuncio del Evangelio,
- Los excluidos del sistema mundial y las víctimas de las guerras ignoradas por los poderosos,
- Los esclavos de hoy,
- El rol de la mujer en la Iglesia y en la sociedad,
- Los/las apóstoles de nuestro tiempo que continúan a luchar para que no falte la esperanza.

Sor. Fulgida Gasparini, hmc
P. Rafael González Ponce, mccj
Sr. Fulgida Gasparini, smc - P. Rafael González Ponce, mccj