El nombre Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús refleja nuestra identidad.

La referencia a la misión, a Comboni y al Corazón de Jesús no son meramente elementos figurativos, sino constitutivos de nuestro ser. De hecho, han sido asumidos y manifestados en la vida de los misioneros que nos han precedido, quienes, como piedras escondidas de un gran edificio, han ayudado a poner las bases actuales de nuestra identidad.

Introducción

El nombre Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús refleja nuestra identidad.

La referencia a la misión, a Comboni y al Corazón de Jesús no son meramente elementos figurativos, sino constitutivos de nuestro ser. De hecho, han sido asumidos y manifestados en la vida de los misioneros que nos han precedido, quienes, como piedras escondidas de un gran edificio, han ayudado a poner las bases actuales de nuestra identidad.

La identidad del Comboniano tiene algunos elementos irrenunciables que, al mismo tiempo, son funda-mentales y dinámicos, ya que la definen, la enriquecen y la renuevan constantemente.

La identidad comboniana consiste en la capacidad de entrar en la dinámica de la “missio Dei”, beber de la experiencia carismática de San Daniel Comboni y asumir come fuente y modelo de vida el Corazón de Je-sús, para gastar la propia vida por los “más pobres y abandonados”.


Misioneros

La misión nace de la Trinidad: “Dios ha amado tanto al mundo que ha entregado a su Hijo unigénito” (Jn 3,16). Jesús continúa testimoniando y anunciando este “amor” en el mundo por medio de la Iglesia, su cuer-po místico.

El Espíritu ha llamado a Comboni a seguir a Jesús en su función de Buen Pastor del Corazón Traspasa-do, y a llevar adelante el “sueño” de salvar África con África.

Nosotros, Combonianos, continuamos esta misión: amar a los pueblos “como” los amó Jesús, colaboran-do para que sean cada vez más protagonistas de su historia y de la misión de Dios.


La misión exige al misionero un camino de conversión, que le da la posibilidad de vivir la experiencia ca-rismática de San Daniel Comboni y de caminar al ritmo de los pueblos a los que anuncia el Evangelio, sa-biendo que se puede morir sin ver el resultado del propio trabajo.

El misionero vive en continua tensión y se siente desafiado por la realidad rápidamente cambiante. No se instala ni se complace en el trabajo realizado y en los resultados obtenidos. Tiene plena conciencia de que la misión ad gentes está en sus comienzos y se ofrece totalmente a Dios y a los hermanos para que Cristo sea conocido y la liberación sea ofrecida a todos.

La misión, entendida como proyecto salvífico de Dios para la humanidad, continúa estando presente en las distintas etapas de la vida del Misionero Comboniano y en la actividad que realiza: evangelización, for-mación, animación misionera, como punto de partida y de llegada, razón principal de su vida.

* Partiendo de tu experiencia, describe cómo ves hoy la misión y su evolución en el tiempo.



Combonianos

Transportado por el ímpetu de esta caridad divina - que brota del Corazón traspasado del Buen Pastor - Comboni, desde su juventud, se siente seducido por la misión, por la cual gasta todas sus energías (E 2742; 3156). La relación cada vez más profunda con Comboni, no sólo intelectual sino de trato íntimo, nos indica el camino para la renovación de la misión y de los misioneros.

Muchos Misioneros Combonianos han vivido de manera excelente su fidelidad a la misión. Ellos son para nosotros ejemplos concretos de cuanto Comboni pedía a sus misioneros: ser “santos y capaces”, llenos de caridad, cuya fuente se encuentra en Dios y en el amor de Cristo. Estos misioneros han marcado la vida del Instituto en momentos de particular relieve, en los diversos sectores de actividades: evangelización, anima-ción misionera y formación.





Los Combonianos, con los ojos fijos en Jesús, están llamados a recorrer el mismo camino de Comboni de una manera nueva y dinámica.

La compasión de Cristo hace nacer en el corazón del misionero la pasión por la misión que lo comprome-te ad vitam y lo conduce a afrontar incluso situaciones difíciles, “de pobreza y abandono” (DC ’03, 37) - ad pauperes - (E 2647) donde es llamado a desempeñar su servicio misionero.

* Recuerda la vida y el compromiso misionero de algunos cohermanos que has conocido, en los que has admirado algunos elementos específicos de la misión comboniana.



El Corazón de Jesús

El Corazón de Jesús Buen Pastor es la fuente de la pasión misionera de Comboni (DC ’03, 34; E 4290). En el Corazón de Jesús se encuentran el estímulo y la explicación de la fidelidad y la donación total a la misión de Comboni y del Misionero Comboniano que permanece “… paciente y fuerte en el soportar la sole-dad, el cansancio y la aparente inutilidad del trabajo” (RV 2.2).

Daniel Comboni vivió su vocación misionera esforzándose por conformar su vida a la del Buen Pastor del Corazón traspasado. Él percibió que el Corazón de Cristo había palpitado por los africanos y por los exclui-dos, víctimas de la injusticia y de la opresión, sintiéndose movido a hacer causa común con ellos (E 3159).

La contemplación del Crucificado del Corazón Traspasado nos lleva a descubrir su rostro en la persona de los pobres y de los crucificados de la historia, los grupos humanos más marginados, y crea en nosotros las actitudes necesarias para responder a las llamadas de Jesús en los hermanos. La Cruz de Cristo y de los hermanos se convierte en compañía inseparable del Misionero Comboniano (E 2723, 3392).

* Comparte con los otros una experiencia de dificultad en tu vida misionera. ¿Dónde has encontrado y encuentras la fuerza para afrontar la realidad de la misión con sus dificultades?



Cómo vivimos

La misión convierte a los Misioneros Combonianos en una comunidad intercultural de Padres y Herma-nos, que vive en solidaridad con los pueblos que evangelizan: “La obra debe ser católica, no española o francesa o alemana o italiana” (E 944). Este modo de vivir, signo del Reino de Dios, se convierte en inspira-ción y modelo para las comunidades cristianas que nacen de la conversión a Cristo y al Evangelio.

El camino para vivir la consagración a la misión que Daniel Comboni propone a los miembros de su Insti-tuto es el de la vida comunitaria: “un pequeño cenáculo de Apóstoles, misioneros celosos y virtuosos que surgen de su seno” (E 2648).

Este cenáculo tiene un centro: el Corazón de Dios. El misionero tiene conciencia de que es el Espíritu de Dios quien “precede visiblemente la acción apostólica, la acompaña incesantemente y la dirige de diferentes maneras” (AG 4); se abre a su acción día tras día, percibiendo los signos de su esperanza en las personas y los acontecimientos, dedicando momentos prolongados a la oración personal y comunitaria.

* La multiculturalidad es una realidad en nuestro Instituto, ¿tú personalmente cómo la vives? Com-parte con los otros tu experiencia intercultural.

* ¿Hay aspectos nuevos en nuestro Instituto distintos a los del tiempo de Comboni? ¿Cuáles son? ¿Qué desafíos nos presentan?



“Cuando soplan los vientos del cambio, algunos
construyen muros, otros velas” (proverbio chino)

Ratio Missionis, subsidio n.3