Elementos de metodología y praxis misionera comboniana

1. Introducción
Cualquier tipo de actividad humana requiere un procedimiento que nos permita alcanzar el fin que buscamos. No es posible obtener resultados aceptables si actuamos de forma anárquica. Es necesario seguir un método ordenado que nos acerque a lo que deseamos. Durante este proceso se seleccionan los instrumentos y técnicas más adecuados para la acción, se verifican los resultados que se vayan obteniendo para sacar consecuencias y rectificar la dirección si viene al caso.
La actividad misionera también necesita un método adecuado para ser eficaz. No debemos olvidar, sin embargo, que todas las técnicas y métodos de evangelización no reemplazan la acción del Espíritu Santo (EN 75).

2. Metodología misionera en Daniel Comboni
Su metodología nace in situ: observando a los africanos con atención, penetrando con paciencia en un mundo tan distinto. Aprendió a callar, mirar y escuchar (E 6495). No da juicios rápidos y trata de comprender los comportamientos que le sorprenden. Su vivir en África lo fue transformando, hizo causa común con los africanos hasta entregarles su vida por amor (E 3159).
Era fundamental ser aceptado por la gente. Se esforzaba porque su vida fuera coherente, con un comportamiento cercano y servicial. Era importante permanecer de forma continuada en medio del pueblo por un tiempo suficiente.
Fino observador, Comboni se dio cuenta de los errores que causaron los fracasos en la evangelización de África central. Estas equivocaciones fueron entre otras: la improvisación, la falta de preparación suficiente de los misioneros, una presencia intermitente y el desconocimiento de la realidad sobre la que se actuaba. Una vez examinados y analizados, propone nuevas soluciones.

El Plan para la regeneración de África
Estas soluciones están contenidas en el Plan para la regeneración de África (E 2741-2791). A partir de él, Comboni informó de la grave situación que vivían los africanos, creó conciencia e implicó a muchas personas en esta causa. Puntos nucleares de este Plan son: salvar África con los africanos, hacer causa común con la gente, colaborar con el mayor número de fuerzas a favor del continente y evangelizar como cenáculo de apóstoles. Daniel Comboni estaba convencido que había encontrado la respuesta a un problema difícil y dedicó toda su vida a llevarlo a la práctica.

· ¿Nuestra manera de actuar (personal y comunitaria) tiene metodología? ¿Por qué? Dar razones de la respuesta.
· Enumera dos aspectos de la metodología de Comboni que siguen siendo adecuados para hoy.
· Señala un aspecto de la metodología de Comboni que has visto llevar a cabo por algún hermano de tu provincia e indica los resultados obtenidos.


3. Hacia un método misionero comboniano para nuestro tiempo
En la acción los Combonianos tenemos fama de ser impulsivos e individualistas. Actuamos a menudo con improvisación, por corazonadas, sin una reflexión suficiente. Algunos afirman incluso que no existe una metodología misionera comboniana. Una larga tradición del Instituto, sin embargo, se ha preocupado por introducir una metodología misionera (Mons. Franz Xaver Geyer en 1915 con el libro Handbuch für die missionäre des Apostolischen Vikariats Khartoum, el P. A. Vignato en 1935 con la Raccolta di suggerimenti e dottrina, per utilità pratica del giovane missionario, la asamblea continental de la evangelización de Nairobi de 1989, el Capítulo General de 1991...), aunque estos intentos han sido muchas veces ignorados y no puestos en práctica.
Hoy los tiempos reclaman cada vez más rigor y competencia en las actividades. Esto exige más claridad y firmeza por nuestra parte a la hora de utilizar un método. La metodología misionera comboniana se inspira en la de Daniel Comboni y en la praxis desarrollada por muchos hermanos a lo largo de la historia del Instituto. Hemos de ser fieles a nuestra tradición y, al mismo tiempo, lograr responder a los desafíos actuales.

Promover personas que sean protagonistas
Una constante en la tradición comboniana es formar a las personas para que éstas sean capaces de ser protagonistas de su propia historia (DC ’03, 42.5). Es más lento promover personas que proyectos materiales, pero actuando así apostamos por el futuro. Un compromiso particular del Instituto es formar líderes locales en escuelas, centros profesionales, de pastoral y seminarios. Aumentan así las personas competentes que serán sacerdotes locales, religiosos, agricultores, catequistas, agentes de desarrollo, de justicia y paz, profesores, etc. Se crean así condiciones para que la sociedad y la Iglesia local sean autosuficientes y ponemos en práctica la máxima de Comboni: “regenerar África con los africanos”.

Colaborar e implicar a todos
Nuestro tiempo facilita el individualismo, la insolidaridad y la fragmentación. Una opción clara por la colaboración entre todos los agentes de evangelización se hace pues más necesaria que nunca(DC ’97,71). Con ello actualizamos uno de los métodos más característicos de Comboni. Él reconociendo sus propios límites y la enormidad del trabajo, compartió su tarea con muchas personas (DC ’97, 72). Estaba abierto a aceptar cualquier tipo de colaboración con tal que el evangelio fuera anunciado (E 6082). Hoy existen gran variedad de grupos, instituciones, ONG, asociaciones por los derechos humanos, ayuntamientos, etc. que actúan junto a nosotros en la promoción humana, justicia y paz, evangelización (DC ’03, 42.3). Los Combonianos somos conscientes de ser un grupo pequeño que necesita compartir su tarea con el máximo de personas (Padres, Hermanos, Religiosas, Laicos...). Debemos tener la actitud abierta de Comboni y la de Jesús (Mc 9,38-39).

Una presencia más discreta en las Iglesias locales
Los Combonianos vivimos en comunidades insertas en Iglesias locales. Iglesias que tienen la responsabilidad de la misión (AG 20, RM 64) y cuentan en su mayoría con programas pastorales. Ello reclama conversiones profundas en nuestra forma de actuar. Se trata de trabajar en condiciones distintas a las del pasado: ya no somos pioneros ni protagonistas y exigen por nuestra parte más humildad y desprendimiento. Aceptamos y realizamos las prioridades de la Iglesia local como propias, evitamos crear estructuras paralelas e individuales que no tengan garantías de ser continuadas por las fuerzas locales (DC ’97, 76). Ayudamos así a que las Iglesias locales se desarrollen y sean cada vez menos dependientes del exterior.

Fieles hasta el final
Todos conocemos hermanos que viven con pasión y generosidad su entrega a la misión al estilo de Daniel Comboni. Los africanos se han adueñado de sus corazones (E 941), han hecho causa común con cada uno de ellos (E 3159) y comparten la misma suerte del pueblo. Son capaces de “desvivirse” y permanecer junto a ellos en situaciones de riesgo, llegando hasta dar la vida (DC ’03, 16).
El martirio no es un “método” misionero, sino la consecuencia de un modo de vivir la misión. Un estilo de presencia que consuela y fortalece a los sencillos en momentos difíciles, que busca la reconciliación y la mediación cuando hay conflicto, que continúa esperando cuando todo invita al pesimismo, que pacifica cuando se radicalizan las posturas, que sabe ser paciente ante la lentitud de los procesos.

· En la zona donde estás ¿actúas de forma esporádica o en profundidad? Explica tu forma de trabajar y da razones de tu opción.
· ¿Tienes un método basado en el poder del dinero (misión “rápida”, rica, de apariencia) o un método más lento que implica a la gente en el propio desarrollo? Da ejemplos.
· ¿Qué tipo de relación tienes con las personas donde vives y trabajas(sacerdotes locales, religiosas, catequistas, fieles, creyentes de otras religiones, no creyentes)? ¿Son utilitarias, manipuladoras, de amistad, de respeto? ¿Cuántos amigos tienes entre tus colaboradores?
· ¿Sueles analizar y revisar periódicamente tus actividades? ¿Si lo haces qué descubres y qué consecuencias sacas?

Ratio Missionis, subsidio n.5