El Congreso mundial de la Vida consagrada fue un acontecimiento grande y significativo, una experiencia única donde no faltaron sugerencias y perspectivas.

A. EL MAPA DEL TERRITORIO

1. El Congreso mundial de la Vida consagrada (23-27 noviembre 2004) fue un gran acontecimiento.
- 847 participantes inscritos; 5 días de trabajos intensos; 4 lenguas oficiales; unas ochenta mesas de trabajo; 16 grupos multi-lingüísticos para las discusiones.
- Tres años de preparación, con varias comisiones; un amplio Documento de Trabajo, difundido también a través de Vidimusdominum; las Actas ya aparecidas en cinco lenguas.
- Varios congresos de reacción y de relanzamiento en todo el año 2005, especialmente en el contexto de lengua española.
- Como evento fue grande y significativo; como experiencia fue única; no faltaron sugerencias y perspectivas. Una ejemplar, e incluso original, catolicidad, no gestionada de lo alto sino por el vivo sentido de comunión.
- Durante el año pasado se celebraron varios encuentros para pensar en una continuidad, impulsar otras etapas del proceso vivido, buscar temáticas e iniciativas que relanzaran el estilo y las intuiciones.

2. Viéndolo ahora, como de lejos y con lo que ha sucedido entre tanto en la Iglesia en el 2005 (cambio de Papa, espera de nuevas estrategias, anemia cada vez más pesada de temáticas inspiradoras, vida consagrada anémica de ideas y fuerzas, etc.) aquello fue un kairòs, al que no es fácil hacer seguir una onda larga, un enjambre de movimientos oportunos y provocadores. Y sin embargo, es necesario hacerlo, so pena de fracaso y olvido.

3. Mientras tanto, también la Congregación para la vida consagrada ha querido hacer su Congreso mundial, casi como competencia y “corrección” con una dinámica y contenidos muy diferentes; resultados mantenidos totalmente en el vacuum, como sucede a menudo. Pero es señal de una toma de distancia, ya observada en nuestro Congreso...

B. INTERMEDIO

Quisiera hacer una comparación con el episodio bíblico que se encuentra en Mc 8, 22-26. Se trata de un milagro pequeño, pequeño. El ciego de Betsaida es de hecho una parábola de vida. Comentamos algunas señales particulares. Después, trataremos de aplicarla.

1. El Concilio Vaticano II había ya intentado esta operación: pidiéndonos que saliéramos del “poblado” tranquilo y seguro; confiándonos a la mano de los textos, para una renovación adecuada, que después había tomado un rumbo arriesgado. Con todas las etapas que podemos fácilmente individuar, con los miedos y las utopías, los conflictos y las censuras...

2. El Sínodo 1994 y “Vita consecrata” (1996) habían creado un proceso de discernimiento y de reposicionamiento estratégico de la vida consagrada; para superar visiones confusas, identidades deshilachadas; pero también para integrar lo nuevo de una manera orgánica y disfrutable. De hecho, “Vita Consecrata” representa positivamente este esfuerzo.

3. El Congreso 2004 ha representado la conciencia del momento de “volver a casa”, pero sin retornar al “poblado”. Un paso que hay que inventar, una personalidad que hay que reconstruir creativamente, una liberación que hay que vivir proféticamente y no por mantenimiento. Fue una toma de conciencia de sí misma, de su propia “identidad” a evocar de manera abierta, viviéndola, siempre en progreso, frente a interlocutores que no habían vivido el mismo proceso: y por eso se resisten...

4. Los dos iconos evangélicos: uno de los elementos que han causado sorpresa y perplejidad desde el principio. Todos conocíamos otros iconos como soporte tradicional y fácil: la vocación de los discípulos, el envío a la misión, la comunidad primitiva, algunas figuras proféticas, etc. Dos iconos guía insólitos han hecho posible un punto de partida diverso y sorprendente. La Samaritana en el pozo (Jn 3, 5-42) y el buen Samaritano (Lc 10, 29-37) eran las dos figuras simbólicas y metafóricas que han dominado la referencia inspirada a la Escritura y señalado horizontes nuevos a habitar. Eran iconos innovadores para la teología y la espiritualidad de la vida consagrada: pero han funcionado muy bien, despejando los discursos de las acostumbradas y repetitivas referencias bíblicas.

5. El método de trabajo: pocas grandes conferencias, mucho diálogo en grupos dinámicos, eficacia del instrumento de trabajo, relaciones horizontales para todos. Ninguno se hacía la ilusión de poder resolverlo todo, ni de tener la mejor lectura de los desafíos y de las oportunidades, pero ciertamente hubo una gran serenidad en el hablar de equívocos y debilidades, recursos y compromisos, distorsiones y reproches. Porque nadie hablaba de cosas que no le pertenecían: todos hablaban llevando en su propia piel heridas y angustias, curaciones y nuevas utopías. Y la misma síntesis final casi esquemática integra en la perspectiva general tanto los iconos como los vínculos a escoger, tanto los puntos “calientes” como los nuevos senderos del Espíritu. Aún dentro de la brevedad de la síntesis concisa, se entrevén las riquezas, por ejemplo, de la visión de fe y de las aportaciones de los trabajos de grupo.

C. RETOMAR EL PROTAGONISMO: ENTRE LA CASA Y EL POBLADO

1. Otro mundo es posible. Se hizo evidente que es posible dar forma a otra manera de ser y de pensar, de actuar y de dialogar: la multiplicidad de las diferencias no ha obstaculizado el diálogo, más bien lo ha favorecido; es posible vivir diferentemente: ya sea como organismos y como institutos, ya sea como personas individuales consagradas.
Esta perspectiva se vio aplicada incluso a muchos sectores clásicos de la vida consagrada: de la inspiración bíblica a los modelos de comunidad, del cuidado del cuerpo a la función empática y a la simbólica, de la antropología clásica demasiado estática a las preocupaciones administrativas y organizativas. De todo se puede echar mano para una “refundación” que se ve urgente y llena de oportunidades, no sólo de riesgos. En este horizonte, se recupera la conciencia utópica, que es esa perspectiva que también llamamos dimensión profética: intuye nuevos recorridos de la fidelidad de Dios en la historia e inspira respuestas fieles y creativas del hombre.

2. Ejercitarse en la sinergia. Las pruebas de sinergia global que tuvieron lugar durante el Congreso me parecen positivas, porque demostraron a todos que es posible poner en juego las diferencias en una convivencia respetuosa y colaboradora. Para muchos participantes fue, ciertamente, la primera vez que se encontraron junto a tantos responsables de los mayores Institutos y de los organismos de la vida consagrada. Y no creo que experimentaran obstáculos en el diálogo y en la colaboración: se produjo una igualdad horizontal sin indiferencia, que ciertamente deja huella. Es posible un diálogo más amplio y articulado en muchas formas nuevas, en confianza y lealtad recíprocas: porque, más allá de las diferencias legítimas en tantas cosas, la pasión común por el Señor y por esta historia aúna a todos. Es un horizonte a explorar en la realidad.

3. Refundarse con otro uso de la Palabra. Dar a la Palabra de Dios un uso espiritual y meditativo, y también una función desestructurante y al mismo tiempo reestructurante para el sentido y las intenciones de toda la vida consagrada. El desenterramiento exegético, simbólico, cultural y proyectual que se hizo precisamente en estos dos iconos, ha mostrado que hay en la Palabra una riqueza todavía inexplorada. Y el próximo futuro deberá comprometer a la vida consagrada no sólo en una lectio divina seria y alimentadora de vida (cosa que está creciendo bien), sino también en la capacidad de abrir nuevas relecturas carismáticas para recuperar el sabor olvidado del Evangelio y su fermento profético inquietante. Sólo así tendrá la refundación una garantía de autenticidad, y no será una reforma cultural iluminada. Por lo demás, sabemos bien cómo la nueva etapa de evangelización de tantas Iglesias locales ha fermentado a partir de un retorno serio y comprometido a la Palabra, con una lectura popular incisiva y no simplemente devota.

4. Vivir lo cotidiano dejándose sorprender. Esta me parece ser la verdadera lección del icono de la samaritana: ella vive un cotidiano fastidioso, causado por la necesidad de ir cada día a sacar agua al pozo. Y precisamente en esa circunstancia viene la sorpresa de una aventura afectiva y espiritual que trastoca todo. También nosotros podemos vivir una aventura similar, si dentro de la manutención cotidiana – que además es la realidad más verdadera – sabemos dialogar con curiosidad y audacia, abriendo la puerta del corazón a encuentros que no parecen prometer mucho. Muchos religiosos viven una existencia diaria opaca y muerta, pero porque dentro no están vivos, sólo sobreviven resignados y tristes, llenos de defensas y prejuicios. Dolores Aleixandre ha hablado de vida religiosa que hace nacer en su estéril seno “sujetos necrotizados”, sin voluntad de vida.
El samaritano enseña además que lo cotidiano puede estar lleno de inseguridades, a las que hay que reaccionar poniendo signos de garantía y soluciones eficaces incluso en el futuro. Los “medios muertos” hoy son de todas las clases: en la calle, pero también dentro de casa, y quizás incluso dentro de las personas. Hay miedo de vivir y una angustia por los signos de violencia y de muerte. Vivimos, pero como a mitad, llenos de defensas y de miedos, de controles y protegidos en la intimidad. Roma in se ipsa marcescit, decía el Papa Gregorio Magno: es decir, Roma que se cerraba temerosa se hacía incapaz de afrontar el desafío de los “bárbaros”, de la multiculturalidad, de la sinergia.

5. Mayor levedad de todo el sistema. Apareció una insistencia evidente: la crítica a la pesadez de las estructuras y de las formas organizativas, en contraste con la ligereza y la flexibilidad de las nuevas formas de vida consagrada. Verdaderamente, hemos heredado un patrimonio enorme y pesado de obras y de actividad, de historia gloriosa y de teorías sacras. Una mayor ligereza y provisionalidad, un poco de coraje para desmitificar y salir hacia nuevas aventuras ha sido la petición coral de todos.
No se trata simplemente de “reducir”, sino de re-expresar, escuchando las exigencias reales de nuestro tiempo: no ir por ahí distribuyendo respuestas (es decir, obras y estilos de vida) antes de haber escuchado las peticiones y los sufrimientos. Debemos permanecer a la escucha de las peticiones que, en cambio, son totalmente nuevas. Hacia esa dirección creo que nos empuja el Espíritu antes que nada; pero, para realizar esta operación de aligeramiento y de ruptura instauradora, se requiere mucho empeño, y también audacia, profecía y paciencia.

6. Los recorridos formativos: en el Congreso hubo una parte, hacia el final, en la que se sugería una profunda revisión de los modelos y de los recorridos formativos. Claramente, ésta es una de las claves para la refundación de la vida consagrada en los nuevos contextos. A la falta de formandos, en algunas áreas del mundo, mientras abundan los formadores especializados y desocupados, se verifica en otros lugares la abundancia de formandos y una trágica escasez de formadores. Para todos, sin embargo, se plantea el problema urgente de nuevos modelos de formación, de selección, de procesos de identificación: para anticipar el futuro con creatividad, y no sólo para sobrevivir y garantizar la supervivencia como sea. La tendencia evidente al tradicionalismo y al desempeño histórico en los nuevos jóvenes exige lucidez y firmeza en los formadores, si quieren garantizar un futuro robusto y no sólo la cantidad numérica.

CONCLUSIÓN

Al comienzo del Congreso, Sr. Teresina Rasera habló de caminos alternativos que no pueden pasar por el territorio del fariseísmo, sino por el mundo de los excluidos. Al final, el Hno. Álvaro Rodríguez insistió en la “fascinación” aún intacta que la vida consagrada sabe ejercer. Debemos conservar activos estos dos polos, ponerlos en juego: buscando nuevos caminos fuera de los esquemas perezosamente conservados, para sabernos hacer herederos de una fascinación misteriosa que viene de lo alto, purificándonos con vigilancia continua, para que no se reduzca a la idolatría de tradiciones pálidas y fuera de la cultura.
17 de febrero 2006

P. Bruno Secondin, O. Carm.
Conferencia del P. Bruno Secondin, carmelita, a la comunidad de la Curia