Es necesario reapropiarse de la verdad más inaudita y paradoxal del misterio cristiano: la verdad de un Dios imprevisible… que se deja “echar fuera del mundo y sobre la cruz”

“Queremos ver a Jesús” (Jn 12,21)… los hombres de nuestro tiempo... piden a los creyentes de hoy no sólo “hablar” de Cristo, sino en cierto modo hacérselo “ver” (Novo Millennio Ineunte, 16).


En esta cita está la “madre” de todos los desafíos, que nos pone en una “situación de misión”, denominador común de todas las situaciones. ¿Cuál es la respuesta a tal desafío? La buscamos con valor en el testimonio y en la “situación” vivida por Comboni.

1. En la escuela del “pensamiento único”
Y no es ciertamente un “pensamiento débil”, porque mira a todos los pensamientos y es garantía de la grandeza de la persona. “Sobre esta gran idea, se ha fijado nuestro pensamiento; es la regeneración de África con África misma, nos parece el único Programa que se deba seguir… un camino por el que, caminando… se alcance el alto fin, al que, por otra parte, se dirigieron siempre todos los pensamientos de nuestra vida, y por el que estaremos contentos de derramar nuestra sangre hasta la última gota” (del Plan, E 2753). El pensamiento único se revela “pensamiento joven”, porque se regenera de continuo en contacto con la historia. La “iluminación” de que habla Comboni, fue también el producto de una larga gestación1. Esta visión de Comboni es importante. El primer paso, para él, “fue el de liberarse de la visión de la Misión como la había concebida en el Instituto Mazza. Este hecho debe ser posteriormente profundizado, porque ayudaría a comprender la importancia de cambiar de paradigma de referencia, para la eficacia de la Misión hoy, tanto en África, como en Europa”2.
La primera etapa del proceso de la Ratio Missionis ha iluminado generalidad y dispersión. “En nuestra tradición se ha buscado casi siempre… dar ciudadanía a todo… con la convicción de que todo puede servir al bien de la Misión. En la historia del Instituto poco se ha hecho por enfocar bien lo que era propio de la misión comboniana… y lo que era sólo respuesta histórica y contextual3. La consecuencia es un achatamiento del concepto de Misión. Es necesario el valor de las opciones, para salirse fuera de lo genérico.

2. Sentire cum Ecclesia
Una línea emergente en la Iglesia de nuestros tiempos nos invita a volver a visitar la otra polaridad de Comboni: la experiencia mística de relación personal con Cristo que dio forma a su conciencia misionera, recogiendo en unidad sus pensamientos.
El Decreto Ad Gentes se cierra hablando de organización y actividad, pero inmediatamente el centro de gravedad se cambia del hacer al ser. Para la Evangelii Nuntiandi la Misión es Testimonio. Se ha hecho famosa la frase de Pablo VI: los jóvenes de hoy creen más a los testigos que a los maestros o a los maestros, en cuanto que son testigos. Algunos años más tarde, en 1991, la Redemptoris Missio vuelve a abrir el tema, hablando de “urgencia” (n. 1) de la Misión. En el capítulo II, identifica el Reino de Dios, no con un programa, una idea, un proyecto, sino con una Persona con rostro bien definido, Jesús de Nazaret. Se cierra con un capítulo dedicado a la espiritualidad misionera, caracterizada por la apertura al Espíritu y vaciamiento de sí mismo.
Una Carta del Consejo Episcopal Italiano Permanente, El amor de Cristo nos apremia, 1999, ve la fuente y la forma de la Misión, en el encuentro personal con Cristo. A principios del milenio, la Novo Millennio Ineunte traza las líneas de la Misión para el 2000 y encuentra el punto focal en la petición de los Griegos a Felipe, “Queremos ver a Jesús”, interpretado por el Papa, como sed del Evangelio en los hombres de hoy. Única respuesta a tal espera es la contemplación del Rostro de Cristo (n. 3). Y llegamos al texto programático del pontificado de Benedicto XVI: “Al principio del ser cristiano no hay una decisión ética o una gran idea, sino el encuentro con un acontecimiento, con una Persona que da a la vida un nuevo horizonte y con ello la dirección decisiva” (Deus Caritas est, 1).

3. La contemplación de Jesús Crucificado
“Conseguirán esta disposición esencialísima (el espíritu de Sacrificio) teniendo siempre los ojos fijos en Jesucristo – amándolo tiernamente y procurando entender cada vez mejor qué quiere decir un Dios muerto en Cruz por la salvación de las almas” (E 2721). Es necesario “reapropiarse de la verdad más inaudita y paradoxal del misterio cristiano: la verdad de un Dios imprevisible… que se deja “echar fuera del mundo y sobre la cruz”… “Yo no quise saber entre vosotros, sino a Jesucristo y éste crucificado” (1 Co 2,2)4. Comboni no nos da muchas informaciones sobre su vida íntima de relación personal con Cristo, pero hay abundantes indicios para captar la dimensión mística de su existencia. En el volver a visitar el carisma, por tanto, se evidencia, “La Encarnación como punto focal de la Misión. En torno a este punto focal, las intuiciones que nos han sostenido durante años, podrían unificarse en una espiritualidad unitaria: el Corazón traspasado del Buen Pastor, la Teología de la Cruz, el amor radical a la Misión y a África brotarían armónicamente de la dimensión soteriológica de la Encarnación (op. cit., p. 25). “El encuentro personal con Cristo es el momento decisivo de la vocación del misionero” (RV 21.1).
Karl Rahner, en un librito que se considera un clásico de la espiritualidad moderna, subraya la importancia de este carácter experiencial de la relación con Dios: “El cristiano de mañana será un místico, es decir, uno que ha experimentado algo, o no será nada”.
En el interno de esta lógica de amor, Comboni ve lo que los otros no ven: Cristo hace espacio dentro de sí también a los Africanos. Donde hay amor, hay una capacidad nueva de ver (ubi amor ibi visio). Dame uno que ame, diría S. Agustín, y comprenderá lo que estoy diciendo. Cuando se introduce esta marcha, nuestros pensamientos se unifican y se recupera la pasión por la Misión. Esto es lo nuevo que el último Capítulo General nos ha dejado: “Lo nuevo… significa volver a la pasión por la Misión para la cual Comboni… vivió y murió (cfr. RV 2). Lo nuevo es mirar al futuro con optimismo… con nuestras pobrezas y riquezas… con frecuencia exige el deber de una vuelta a la pureza de los orígenes” (AC ’03, p. 9).

4. Misión como com-pasión
San Pablo, hablando del seguimiento de la Cruz, pasa de un concepto estático a uno más dinámico. Comprende que sus sufrimientos constituyen un misterioso completar los sufrimientos de Cristo (Col 1,24). Comboni se coloca al interno de esta visión paulina. El apostolado realizado en el sufrimiento es una efectiva prolongación de la redención de Cristo. En esta perspectiva la Misión se convierte en participación en el movimiento de Dios hacia los “más pobres y abandonados”. Uniendo los dos simbolismos, del Corazón Traspasado y del Buen Pastor, Comboni pasa de una actitud devocional, que caracterizó los años de su formación y la primera estación de su vida misionera, a una relación teologal de experiencia viva de un amor recibido, fuente de su incondicionada confianza en su relación con Dios. El espíritu de sacrificio nace de fijar con amor los ojos en Jesucristo Crucificado. Por esto Comboni ama la cruz: “Rogad siempre a Jesús y a su Stmo. Corazón por mí, que estoy crucificado, para que ame cada vez más la Cruz y las espinas, que convertirán la Nigrizia” (E 7156).
Este es el testamento que deja a sus misioneros. En el Instituto, la única verdadera ciencia es la de Jesús Crucificado (E 2723). El martirio, en el horizonte de una vida entregada, se convierte en una perspectiva que suscita deseo y aliento: “Oh, qué felicidad sufrir y padecer el martirio por Jesús” (E 5809).

La vida nos interroga
- ¿Qué opciones concretas, frente a los interrogativos de la Misión, hoy?
- ¿Cómo recuperar la dimensión del Corazón en la espiritualidad del Instituto?
- ¿Cómo volver a visitar la herencia carismática comboniana?
- ¿Qué experiencia de “felicidad y aliento” en gestos de amor y movimientos de compasión concreta?

1 G. Romanato, L’Africa Nera fra Cristianesimo e Islam. L’esperienza di Daniele Comboni (1831-1881), p. 295.
2 Cuadernos de Limone 2007, n. 1.
3 Informe de la primera etapa del proceso de la Ratio Missionis, 8.
4 Cuadernos de Limone, Julio 2006, p. 9.
Audacia misionera y martirio a la luz del testimonio de Comboni