Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia.   (Jn 10,10)

A. Introducción

71. Agradecemos al Señor el precioso don de las vocaciones que nos permite ver el futuro con confianza y optimismo. A la luz del camino hecho en el Instituto y teniendo presente el análisis de la realidad del mundo juvenil de hoy, tratamos de entender a los jóvenes que son llamados a la vida misionera, de acompañarlos y discernir junto con ellos la voluntad de Dios.

72. Conscientes del hecho de que la formación y misión están en una relación dinámica (el misionero se forma a la misión y la misión forma al misionero), proponemos una formación experiencial e iniciática a través de un método educativo que sea respetuoso del individuo y según el carisma comboniano. Todo se concretará en algunos objetivos y en un plan de acción para mejorar la calidad de nuestra formación.

B. Análisis de la situación

Realidad juvenil hoy

73. Los jóvenes son hijos de su tiempo y se encuentran a gusto en el mundo de la tecnología y de la comunicación veloz. Son sensibles, solidarios y atentos a los temas de la libertad, la justicia, la paz y la protección del ambiente. Sin abandonar totalmente las tradiciones con las que se identifican, son abiertos a nuevas lenguas y lenguajes, y capaces de adaptarse a situaciones nuevas e interculturales. Buscan ideales atrayentes en todos los campos, incluido el religioso, y acogen los valores testimoniados con generosidad. Están dispuestos al sacrificio, siempre y cuando sea motivado y justificado por resultados visibles y realizables breve término. Generalmente son sinceros en la búsqueda de la verdad y tienen una mentalidad inquisitiva y crítica. Piden ser escuchados e involucrados mayormente en las decisiones que los atañen.

Los cambios sociológicos y culturales en acto tienen un fuerte influjo sobre la mentalidad y sensibilidad de los jóvenes, presentando así nuevos desafíos a la formación. Los jóvenes llevan dentro también los límites del mundo contemporáneo. Están muy expuestos y son vulnerables a los riesgos del secularismo, relativismo, consumismo, hedonismo y a varias formas de inseguridad. Muchos jóvenes evitan situaciones complejas, relaciones fatigosas y exigentes compromisos y responsabilidades a largo término. En cierta medida son víctimas de los contravalores de la sociedad en que viven.

Experiencia formativa del Instituto

75. El Señor sigue llamando jóvenes de hoy, con sus potencialidades y límites, y en muchos de ellos suscita respuestas generosas. Estamos convencidos de que la vocación misionera comboniana es un don de fe, que nace sobre todo en el contexto de un camino de vida cristiana hecho en familia, en parroquia, en comunidad o en grupos vocacionales.

76. Constatamos el empeño por la promoción vocacional y la formación en sus distintas etapas es una prioridad muy sentida en las circunscripciones combonianas. Se siente la necesidad de un compromiso más decidido en la elección y preparación específica de los promotores y de los formadores.

77. Nos preocupan las deserciones, las situaciones particulares, la mediocridad y la fragilidad de las motivaciones, la incoherencia, el desequilibrio entre ideal y vida que revelan cómo la praxis educativa aún no ha encontrado el vigor que el proceso formativo pensaba inspirar y guiar. Se nota también una brecha existente entre la propuesta formativa y la realidad concreta comboniana, donde ciertos límites nuestros (el activismo e individualismo apostólico, la debilidad de la vida espiritual, el estilo de vida burgués, etc.) son un antitestimonio que compromete seriamente el trabajo formativo.

C. Elementos inspiradores

78. El ideal de misionero comboniano que deseamos encarnar y proponer es una persona abierta y disponible a un camino de crecimiento humano-espiritual integrado. Un misionero con una fuerte pasión por Cristo y por la misión, como Comboni, contento y bien identificado con su vocación, que comparte con los hermanos en comunidad, contribuyendo así a la construcción del “cenáculo de apóstoles” soñado por el Fundador. El comboniano ama la gente y la cultura local y sabe vivir serenamente con los otros en un contexto multicultural y plural.  Es fiel en la cotidianidad y asume un estilo de vida sencillo. Se empeña en una lectura crítica y evangélica de la realidad y se dedica al servicio misionero de los más pobres, haciendo causa común con ellos (cfr. RV 5).

Asimilación de los valores

79. La formación es hacer experiencia de los valores evangélicos en vistas de un crecimiento humano y espiritual, involucrando la totalidad de la persona (cfr. RF 208). La asimilación de los valores, efectivamente, es uno de los aspectos formativos sobre los cuales más tenemos que insistir.

80. Las prioridades propuestas por la Asamblea de Pésaro en 1999 asumen de nuevo con claridad los valores del seguimiento del Señor Jesús, asumidos como propios en la experiencia carismática comboniana, e indican las áreas de compromiso para que cada etapa, desde la primera propuesta vocacional hasta la consagración definitiva, sea momento de gracia que haga crecer al candidato: una fuerte experiencia de Dios, la sobriedad como exigencia del estilo de ser misioneros, formar personas comunitarias, inculturación de la formación e interculturalidad y asimilación personal de los valores.

81. De modo particular, consideramos que la dinámica cultural y cristiana de la iniciación sea un instrumento indispensable para la transmisión y la asimilación de los valores: ésta se realiza a través de una variedad de momentos, ritmos e iniciativas que ayudan a percibir e interiorizar, gustar y experimentar, vivir y verificar lo propuesto (cfr. VdF 29). Esta dinámica encuentra en el modelo educativo de la integración, la expresión más plena para su realización.

82. En estos últimos años ha crecido nuestra conciencia de la estrecha relación que existe entre formación y vida real del Instituto. Efectivamente, “nos damos cuenta que lo que los candidatos observan en la vida de nuestras comunidades configura y condiciona buena parte de su camino formativo y su serena inserción en el Instituto y en el servicio misionero (Pésaro ’99, 11).

83. La asimilación gradual de los valores lleva a la persona del misionero, en formación inicial y permanente, a ser discípulo y testigo de Cristo a través del carisma comboniano y a convertirse con sus opciones evangélicas en fermento de la humanidad y propuesta de vida alternativa frente a aquella que proponen los pseudovalores de la sociedad actual.

Modelo educativo de la integración

84. La elección del modelo educativo de la integración, confirmada por los documentos de las últimas décadas (RV, RF, Pésaro ’99, VdF), por el camino de la Iglesia y por la acogida positiva de los candidatos en formación, parece ser la respuesta cualificada a los desafíos de la formación: asimilación de los valores, interculturalidad del Instituto, contextualización y transmisión del carisma, formulación de un proyecto educativo común y puesta en práctica de los principios guía.

85. El modelo educativo de la integración es un proceso que permite construir la propia vida alrededor de un centro vital y significativo que para nosotros es Jesucristo en su misterio pascual, en el cual encontramos nuestra identidad y verdad, la posibilidad de dar sentido a nuestra historia y al crecimiento de nuestra persona. La integración es un proceso de aprendizaje a través del cual el formando recoge toda su historia para descubrir la acción de Dios, a veces evidente y a veces escondida, pero siempre presente  en cada acontecimiento; acción encomendada a la libertad y a la responsabilidad de la persona.

86. Objetivo del modelo educativo de la integración es formar para la misión, iniciando al candidato a la identidad y espiritualidad comboniana.

86.1 La identidad: en el acompañamiento personalizado, se ofrece al candidato la posibilidad de interrogarse y aclararse a sí mismo a través del conocimiento de sí y del designio de Dios sobre él: su verdadera vocación construida en la unicidad de su identidad que le permite identificarse con el Señor Jesús y con la vocación misionera.

86.2 La espiritualidad: el candidato, confrontándose con los valores evangélicos, se libera de sus propios esquemas, de la necesidad de autorrealización y afirmación de sí para alcanzar la libertad interior que lo ayude a ser capaz de cumplir la voluntad de Dios. La espiritualidad purifica lo humano de aquella superestructura que lo bloquea y le da energía para el camino de crecimiento.

86.3 La misión: el candidato se inserta en la realidad concreta donde el misionero comboniano es llamado a vivir y trabajar. La misión real, distinta de nuestros deseos de seguridad, de éxito, de afirmación personal, estimula el crecimiento a nivel humano y espiritual.

87. Somos conscientes de que el modelo educativo de la integración necesita una cuidadosa contextualización en la realidad de cada continente.

88. Este modelo educativo predispone al individuo a la FP concebida como proceso de crecimiento integral de la persona, en la vida cotidiana, discerniendo así la presencia y la voz de Dios. Se trata de poner a la persona, desde la formación de base, en el dinamismo de un constante proceso de aprendizaje, de transformación, conversión y crecimiento que dura toda la vida, a través de la elaboración del proyecto personal de vida, el acompañamiento espiritual personalizado y el diálogo formativo.

Discernimiento vocacional

89. “La formación se puede entender como un proceso de discernimiento que se caracteriza como ‘atención’ ‘a los movimientos del Espíritu’ en la persona, en la comunidad y en los pueblos para distinguir los ‘procesos’ que se oponen y los ‘signos’ que indican su presencia, a fin de tomar las decisiones y asumir las actitudes correspondientes” (RF 227).

90. El primer responsable del camino de discernimiento es la persona misma del candidato que, respondiendo al Señor en la docibilitas cotidiana, trata de asumir y expresar los valores propuestos por el Evangelio y del carisma comboniano. En este camino es ayudado por los promotores vocacionales y formadores a verificar, purificar, animar y hacer crecer las motivaciones del don de sí (RV 80, 81, 88).

91. El discernimiento vocacional, además de la normal participación del candidato y de sus formadores, exige que los superiores de circunscripción con sus consejos garanticen que el paso de una etapa formativa a la sucesiva tenga lugar en fidelidad a los criterios de la RF dando una atención particular a las evaluaciones de los promotores y formadores y de las comunidades combonianas y cristianas en las cuales el candidato ha vivido sus experiencias pastorales,

92. Los documentos combonianos ofrecen suficientes criterios para el servicio del acompañamiento y del discernimiento como referencia calificada en las distintas etapas y en vistas de una evaluación global.

92.1 Es muy necesario un adecuado acompañamiento humano y espiritual durante el tiempo de la promoción vocacional y del prepostulantado en modo de asegurar, en cuanto sea posible, la necesaria disponibilidad para iniciar el camino formativo en el postulantado.

92.2 Debe darse una evaluación psicodiagnóstica de los candidatos que permita obtener una visión de la personalidad que identifique puntos de fuerza y debilidades en vista a un camino de maduración humana y espiritual.

92.3 Las situaciones de duda e incertidumbre no tienen que dejarse por mucho tiempo sin resolver o posponerse sin razón: el candidato tiene que ser ayudado a tomar a tiempo una decisión consciente y responsable.

92.4 El paso de una etapa a otra, sobre todo del postulantado al noviciado, tiene que ser evaluado con mucha claridad por parte de los formadores y el CP por el bien de la persona y de la misión.

93. Un servicio tan delicado no se improvisa. Los cursos para promotores y formadores propuestos para los próximos años deberán dar tiempo y espacio para una preparación adecuada, que debe prolongarse con características propias también para aquellos que desarrollan el servicio de la autoridad.

94. El camino de discernimiento así vivido durante el tiempo de la propia formación de base reforzará el sentido de pertenencia al Instituto y a la misión, convirtiéndose en garantía de fidelidad.

D. Orientaciones programáticas

95. Formar misioneros con una experiencia profunda de Jesucristo en el contexto de la espiritualidad, de la identidad y de la misión combonianas; con un estilo de vida sobrio para vivir y evangelizar en comunidad (cfr. RV 90.2), exige: poner la Palabra de Dios en el centro de la vida misionera, descubrir la presencia de Dios en la vida de los pueblos, abrirse a la comunión, a la solidaridad, a la transparencia y a la corresponsabilidad en la vida fraterna en comunidad.

96. Formar misioneros capaces de mantenerse en un proceso de FP supone:

a. favorecer la FP de los formadores, de los promotores y de los superiores de circunscripción;

b. formar con el modelo educativo de la integración en la misión y para la misión;

c. programar el personal y las especializaciones para la formación;

d. promover la formación humana, cultural e intelectual.

97. Formar personas capaces de vivir y hacer misión en comunidades internacionales, abiertas al diálogo, a la interculturalidad y dispuestas a ser un don para los más pobres y abandonados exige: formar al discernimiento comunitario y ejecutar las decisiones del CG respecto a la continentalidad de los escolasticados, del servicio misionero y de las comunidades de inserción.

E. Opciones operativas

98. Para alcanzar los objetivos propuestos en todas las fases de la formación de base, edúquese:

98.1 a la lectio divina: ofreciendo, en todas las etapas formativas, instrumentos para conocer la Palabra de Dios y orarla partiendo de la realidad y de la historia de la gente;

98.2 al apostolado de la inserción: haciendo las casas de formación más austera, abiertas a la gente y eligiendo contextos pastorales de pobreza y situaciones de primera evangelización;

98.3 al FCT: ofreciendo instrumentos para la administración comunitaria de los bienes y para el uso responsable del dinero y la transparencia en el informe económico que hagan posible un estilo de vida más evangélico.

A nivel de Instituto

99. El modelo educativo de la integración sea aplicado con competencia en el camino formativo de los candidatos y de la FP de todos los hermanos para crecer en la identidad, la espiritualidad y misionaridad comboniana.

99.1 El CG, en colaboración con el SGF y la CCFP, estudie los modelos apropiados de manera que los hermanos se familiaricen con el modelo educativo de la integración y lo practiquen en el camino personal de crecimiento humano y espiritual al servicio de la misión.

99.2 En los encuentros entre CG y SP se organicen algunas jornadas de estudio sobre el modelo educativo poniendo particular atención al discernimiento vocacional.

100. La FP de los formadores prevea la aplicación del modelo educativo de la integración tanto al formador como a los candidatos. En el próximo trienio (2010-2012):

100.1 Organizar para los promotores y los formadores que empiezan su servicio un curso de cuatro meses centrado en el modelo formativo y el carisma comboniano.

100.2 Preocuparse porque los formadores de los postulantes sean formados sobre todo en el campo del desarrollo humano y de la personalidad; que los maestros de novicios posean un buen conocimiento de la espiritualidad comboniana; que los formadores de los escolasticados estén en grado de saber evaluar la preparación y la experiencia pastoral de los candidatos.

100.3 Ofrecer a los promotores vocacionales cada dos años, a nivel continental, un curso de actualización sobre la cultura juvenil.

101. El Capítulo sostiene las decisiones del CG acerca de la continentalidad de los escolasticados, al periodo de servicio misionero y a las pequeñas comunidades de escolásticos insertas en realidades pastorales y de misión comboniana (cfr. Carta, 8 de abril 2007).

Verificación durante la Asamblea Intercapitular del SGF.

101.1 Téngase presente en la evaluación la disponibilidad de los hermanos a trabajar en situaciones difíciles y de inserción en las realidades más pobres. El servicio misionario ha de realizarse normalmente en el contexto de la pastoral directa y de la primera evangelización.

101.2 Cuidar el diálogo entre el SP y los formadores.

102. El CG, en colaboración con el SGF y los SP, prepare un plan sexenal que prevea los formadores necesarios para los noviciados y escolasticados/CIF y su preparación y eventual especialización.

103. El CG, en colaboración con el SGF, retome el fruto del trabajo desarrollado antes del Capítulo por la comisión temática sobre la formación, para que se aplique la Ratio Fundamentalis teniendo en cuenta los cambios y actualizaciones sugeridos también por los nuevos documentos, eclesiales y combonianos, y por el camino hecho en el Instituto.

104. El SP que acoge al escolástico o al Hermano de votos temporales para el servicio misionero, en diálogo con el CG, les asegure el acompañamiento. Además, acompañe personalmente al hermano recién ordenado o al Hermano en sus primeros años de votos perpetuos (cfr. RF 523; RFIS 100-101).

A nivel continental

105 FP de los promotores y formadores

105.1 Los cursos de un mes para promotores vocacionales y formadores a nivel continental, iniciados en el trienio pasado, deben continuar y ser organizados con plazos bianuales, en colaboración entre las circunscripciones del continente, SGF y CCFP.

105.2 La FP de los promotores y formadores favorecerá el conocimiento del modelo educativo de la integración, ofreciendo la posibilidad de hacer una experiencia personal y adquiriendo instrumentos y medios idóneos para aplicarlo en las distintas etapas educativas.

106. Cartas educativas de los escolasticados, CIH y noviciados.

106.1 En el primer trienio del poscapítulo, revisara todas las cartas educativas a la luz de las conclusiones capitulares, focalizando mayormente la inculturación y la contextualización de nuestra acción educativa.

106.2 Las cartas educativas de los escolasticados y CIH sean presentadas al CG, a través del SGF, para su aprobación final.

106.3 Las cartas educativas de los noviciados interprovinciales sean fruto de una reflexión común que involucre además de los SP a los formadores de los postulantados del continente.

107. Postulantados

107.1 Considerando la reflexión acerca de las presencias combonianas en los distintos continentes, colaborar a nivel interprovincial para asegurar y preparar los formadores necesarios para los postulantados.

107.2 En los postulantados, siempre que sea posible, haya un número de candidatos que permita las dinámicas de grupo necesarias para la aplicación del modelo educativo de la integración.

108. Los noviciados de África anglófona y francófona consideren el alternarse de cursos según el estilo ya iniciado (cfr. Lusaka y Namugongo) de modo que se asegure un acompañamiento más focalizado y menos dispersivo.

109. La contextualización del camino formativo en cada continente ha de realizarse según la línea formativa del Instituto en sus varias fases.

A nivel provincial

110. En el primer trienio del post capítulo, revisar las Cartas educativas y de promoción vocacional a la luz de las directivas capitulares focalizando más la inculturación y la contextualización de la acción educativa.

111. En el plan de las circunscripciones el servicio de la PV y FdB debe ser pensado, propuesto y vivido a través de la creación de comunidades vocacionales y formativas. Ello favorece una “cultura vocacional” en la que cada comunidad y cada hermano se sientan responsables de la vocación comboniana a través del testimonio de vida personal y comunitario, la oración y la colaboración. Recordamos cuatro posibles modalidades:

111.1 Comunidades vocacionales formativas, compuestas por promotores, formadores, otros hermanos y candidatos, involucradas en la promoción vocacional comboniana, con un proyecto bien definido.

111.2 Pequeños grupos de escolásticos inseridos en realidades pastorales y de misión comboniana.

111.3 OCPH como testimonio de la vocación específica de los Hermanos.

111.4 Todas las comunidades que acogen candidatos para una experiencia misionera durante el postulantado, noviciado, escolasticado/CIH y el servicio misionero al final del escolasticado.

112. Proponer y hacer conocer mejor la promoción vocacional del Hermano, estudiando formas y modos para afrontar con valentía y confianza el valor de la ministerialidad en la vida del Instituto.

112.1 Involucrar a los Hermanos en el equipo de promoción vocacional, especialmente en las circunscripciones en donde haya mayores posibilidades de vocaciones.

112.2 Un Hermano, cuyo nombre aparece en las revistas y páginas web combonianas, sea el punto de referencia para los candidatos a Hermanos.

113. El CP, en colaboración con el Secretariado de la Formación, prepare un plan sexenal que prevea promotores vocacionales y formadores necesarios para la PV, prepostulantado y postulantado, su preparación y posible especialización. Es bueno que su servicio sea prolongado para garantizar la continuidad de la acción educativa.