Domingo, 4 de abril de 2021
Estimados cohermanos: En la Vigilia Pascual la llama de luz del Cirio Pascual irrumpió en la oscuridad de la noche y de la muerte para anunciar el triunfo de la vida sobre la muerte, y en todo el mundo se escuchó el canto de la victoria: ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Cristo ha resucitado! ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya! La Pascua no es una fiesta más, es la fiesta más grande de nuestra fe. Celebramos el acontecimiento más importante de la historia, porque con la resurrección de Jesús comienza una nueva historia, una nueva esperanza, y una nueva vida para la humanidad.

Estamos llamados a vivir como resucitados, con la mirada puesta "en las cosas de arriba, donde Cristo está sentado a la derecha de Dios" (Col 3,1), pero con los pies firmemente anclados en la tierra y en la historia. Desde el realismo de la vida, somos cada vez más sensibles al hecho de que nuestras vidas están amenazadas por los desequilibrios introducidos por las potencias económicas mundiales, por la crisis humanitaria y económica, por la degradación del medio ambiente, por esta larga pandemia. Corremos el riesgo de ser desesperados, pesimistas y resignados. Peor aún más, corremos el riesgo de una obsesión morbosa por el bienestar y la seguridad personales, olvidando que formamos parte de una sociedad, una comunidad y una familia. Todos nosotros, discípulos misioneros del Señor resucitado, estamos llamados a trabajar por la construcción de un mundo más justo donde los hijos e hijas de Dios puedan vivir en dignidad y plenitud.

Hoy estamos llamados a levantar nuestra mirada y dirigirla hacia un nuevo horizonte: el horizonte de la vida. El triunfo de Jesús sobre la muerte nos dice que nosotros también triunfaremos sobre la muerte. Que el fin de la historia y de esta pandemia no es la muerte total, ni el fin de la humanidad. El final de esta historia será el triunfo de la vida sobre la muerte. Al igual que Jesús resucitó de entre los muertos, nosotros también nos levantaremos juntos del dolor y la muerte de esta pandemia. Estamos llamados a ser testigos de la resurrección, la fe, la esperanza, el amor, la vida y la alegría.

Nuestro gran deseo de vivir en plenitud tiene, en la resurrección de Jesús, la respuesta adecuada de Dios. La muerte ha sido vencida, se ha transformado en vida por medio de Dios que resucitó a Jesús de entre los muertos. Celebremos con gran alegría todo este tiempo de Pascua porque la resurrección de Jesús es la certeza de nuestra resurrección. Jesús ha resucitado. ¡Aleluya! ¡Nosotros también resucitaremos! ¡Aleluya!

¡Feliz Pascua! ¡Bendiciones!

¡Feliz Pascua! ¡Bendiciones!

Fernando González Galarza,
En nombre del Secretariado General de la Misión
Pascua 2021