El cristiano estrena el nuevo año con dos compromisos primordiales: la paz y la misión. Ambos proyectos se centran en Jesucristo: el 1 de enero es Jesucristo nuestra paz, en la epifanía es Jesucristo luz de los pueblos. Epifanía es una fiesta plural: toda manifestación del Señor en una epifanía.

Epifanías misioneras de Cristo luz de los pueblos

Isaías 60,1-6; Salmo 71; Efesios 3,2-3.5-6; Mateo 2,1-12

Reflexiones
El cristiano estrena el nuevo año con dos compromisos primordiales: la paz y la misión. Ambos proyectos se centran en Jesucristo: el 1 de enero es Jesucristo nuestra paz, en la epifanía es Jesucristo luz de los pueblos. Epifanía es una fiesta plural: toda manifestación del Señor en una epifanía. El 6 de enero, en efecto, la liturgia proclama que este día santo se embellece con tres milagros: los Magos que llegan de Oriente a Jerusalén, guiados por una estrella; Jesús bautizado en el río Jordán; en Caná el agua se convierte en vino. A estas tres epifanías clásicas, los evangelistas añaden otras: el mismo nacimiento de Jesús; Juan el Bautista que señala al Cordero de Dios ya presente (Jn 1,36); Jesús que se revela a Nicodemo (Jn 3) y a la samaritana (Jn 4), etc. Cada hecho tiene lugar en sitios, tiempos, maneras, personajes diferentes, pero el contenido es idéntico: es Cristo que se manifiesta, es Cristo que estamos llamados a descubrir y anunciar a otros, como hicieron los Magos, el Bautista, la samaritana.

Las Epifanías tienen lugar, normalmente, en un contexto de luz. La Navidad está envuelta en la luz que alumbra a los pastores; los Magos siguen una luz en el cielo, que los lleva hasta encontrar a Jesús... A menudo la luz es evidente por su presencia o, por contraste, por su ausencia. La luz vino al mundo, pero los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas (cfr. Jn 3,19). Dios mismo es luz sin tinieblas, es amor (cfr. 1Jn 1 y 4). Es luz que ilumina el paso de la humanidad, el amor que calienta y hace vivir. Por eso, la Epifanía es la fiesta misionera de los pueblos, llamados a caminar en la luz y en el amor que vienen de Dios. Es un hecho significativo que nuestro calendario misionero (ver más abajo y durante todo el año) sea tan rico en memorias de grandes evangelizadores y evangelizadoras (diferentes por su origen, grupo religioso, campo de apostolado…) y de eventos relacionados con la misión (jornadas, aniversarios, festividades… ¡Un auténtico mosaico de universalidad! Porque el ADN de Dios es la convivialidad de las diferencias.

Epifanía es la fiesta misionera de los niños (fiesta de la Infancia misionera), fiesta de los pueblos migrantes, cita vocacional para jóvenes deseosos de entregar su vida al servicio del Evangelio. Hasta tierras lejanas. (*) La Epifanía no se manifiesta solamente entre los que están lejos, o por medio de gestos grandiosos. La Epifanía se hace presente también por la capacidad de captar los signos de la manifestación de Dios en medio de realidades pequeñas y cotidianas: un gesto de bondad, la sonrisa de un niño, la lágrima de un anciano, la angustia de una madre, el sudor del obrero, el miedo del migrante, la broma amable de un amigo, el regalo de un juguete... Nuestro desafío es ser Epifanías transparentes de Dios: ser misioneros, testigos con la vida y la palabra, misericordiosos y disponibles para servir a los demás. Todos. Sin exclusión. Como lo hizo Jesús.

Palabra del Papa

(*) «El encuentro con Jesús no detiene a los Reyes Magos, al contrario, les da un nuevo impulso para volver a su país, para contar lo que han visto y la alegría que han sentido. En esto hay una demostración del estilo de Dios, de su modo de manifestarse en la historia. La experiencia de Dios no nos bloquea, sino que nos libera; no nos aprisiona, sino que nos devuelve al camino, nos devuelve a los lugares habituales de nuestra existencia. Los lugares son y serán los mismos, pero nosotros, después del encuentro con Jesús, no somos los mismos que antes. El encuentro con Jesús nos cambia, nos transforma… Cada experiencia de encuentro con Jesús nos lleva a tomar caminos diferentes, porque de Él proviene una fuerza buena que sana el corazón y nos aparta del mal».
Papa Francisco
Angelus en la Epifanía de 2020

P. Romeo Ballan, MCCJ