Viernes, 21 de enero 2022
La historia de la misión se hace y se escribe con personajes reales que viven su vocación siguiendo a Jesús con pasión en la misión y al servicio del pueblo de Dios. Uno de estos misioneros es el hermano Arsenio Ferrari que acaba de cumplir 100 años de edad el 18 de diciembre de 2021 y que ha gastado 73 años de su vida misionera en la evangelización del pueblo mexicano, sólo 5 años ha estado en su natal Italia.

HERMANO ARSENIO FERRARI,
APÓSTOL DE MÉXICO

La historia de la misión se hace y se escribe con personajes reales que viven su vocación siguiendo a Jesús con pasión en la misión y al servicio del pueblo de Dios. Uno de estos misioneros es el hermano Arsenio Ferrari que acaba de cumplir 100 años de edad el 18 de diciembre de 2021 y que ha gastado 73 años de su vida misionera en la evangelización del pueblo mexicano, sólo 5 años ha estado en su natal Italia. El hermano Arsenio llegó a Tijuana, México con el primer grupo de misioneros combonianos en 1948. Con gran energía, entusiasmo y creatividad ha servido al pueblo mexicano en los diversos trabajos y lugares donde ha prestado su servicio misionero.

Todo comenzó en 1947 cuando el Capítulo General de la “Congregación de los Hijos del Sagrado Corazón” (hoy Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús) decidió expandir su servicio misionero a otros países fuera del continente africano (cfr. MCCJ BOLLETTINO, n. 24, Fiesta del Sagrado Corazón, 1947, p. 500). En septiembre de ese año se informó a la Congregación de Propaganda Fide la disponibilidad del Instituto de realizar su labor misionera en otros continentes. En esos día acababa de llegar a Roma Monseñor Felipe Torres Hurtado, M.Sp.S, Administrador Apostólico del Vicariato de la Baja California que estaba buscando el apoyo de alguna congregación misionera que lo auxiliara en la labor evangelizadora de la parte meridional de la Península de la Baja California. Propaganda Fide puso en contacto a Monseñor Torres Hurtado con la Congregación. En octubre, Monseñor Torres Hurtado y el P. General Antonio Todesco formalizaron un acuerdo en el cual la congregación se comprometió a enviar un primer grupo de misioneros, seis sacerdotes: Elio Sassella, superior del grupo, Pedro Vignato, Amadeo Ziller, Antonio Piacentini, Luis Ruggera y Bruno Adami, y tres hermanos: Gino Garzotti, Francesco Di Domenico y Arsenio Ferrari (cfr. MCCJ BOLLETTINO, N. 26, enero 1948, pp. 588-589).

El hermano Arsenio nació el 18 de diciembre de 1921, en Rezzana, Italia. Ingresó al noviciado el 1 de agosto de 1941 e hizo los primeros votos religiosos el 13 de junio de 1943. Estuvo en Italia los primeros cuatro años de su vida religiosa (1943-1947) como responsable de mantenimiento de las casas de Rebbio y Thiene. En 1948 su sueño de partir a la misión se hizo realidad. Su destinación no fue África, como sucedía con la mayoría de los combonianos de aquel tiempo, sino México, al Vicariato de la Baja California. Una misión que a pesar de ser en el continente americano presentaba grandes retos, pero al mismo tiempo suscitaba un gran expectativa y entusiasmo en el hermano Arsenio y el resto de los misioneros porque eran los pioneros de una presencia nueva en un país donde el instituto nunca antes había realizado ningún servicio misionero.

El territorio del Vicariato era toda la península de la Baja California que tenía una longitud de 1.247 km, una extensión total de 143.390 km², además la gran parte del territorio era desértico o semidesértico, la población era de alrededor de 400 mil personas, las comunidades vivían muy aisladas unas de otras y abandonadas en todos los aspectos debido a la carencia de medios de comunicación y la falta de sacerdotes. Por eso es que monseñor Torres Hurtado buscó un instituto misionero que lo apoyara en su labor evangelizadora. A nuestro instituto se le confió la mitad del vicariato, la parte sur, lo que hoy es el estado de la Baja California Sur y una población de alrededor de 150 mil personas. El Superior General después de su primera visita describió la situación con las palabas siguientes: “Confieso que sentí un fuerte dolor en mi corazón al ver cómo esta pobre gente necesita sacerdotes y un apostolado activo” (MCCJ BOLLETTINO, n. 27, luglio 1948, p. 650).

Cuando el hermano Arsenio llegó a México (Tijuana), el 22 de enero de 1948, apenas había cumplido 26 años de edad (el 18 de diciembre de 1947) y por lo tanto llegaba lleno de energía, entusiasmo, generosidad y mucha creatividad, estas actitudes y cualidades suyas caracterizaron toda su vida misionera, así lo describió Francisco López Gutiérrez, historiador sudcaliforniano: “Hablar del hermano Arsenio Ferrari es hablar de “fuerza, carácter y carisma”. Fuerza para iniciar y terminar cualquier tipo de trabajo; carácter para no doblegarse frente a las dificultades y la carencia de insumos materiales; carisma para atraer y entusiasmar a los jóvenes al trabajo y al deporte, en el contexto difícil de los años 50’s a los 70’s del siglo XX”. El realizó muchos trabajos y servicios misioneros diversos, pero supo combinarlos e integrarlos en su visión de misión con el fin de favorecer el desarrollo integral de la persona.

Él contribuyó a la formación de obreros calificados en los diversos campos de la construcción a través de los talleres de artes y oficios, principalmente en el de La Ciudad de los Niños, en La Paz, donde asistía estudiantes residentes y externos. El P. Zelindo Marigo fue el creador de esta obra social adjunta al Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe con el fin de acoger niños desamparados. El P. Marigo daba formación religiosa y espiritual a los niños mientras que el hermano Arsenio se encargaba de enseñarles oficios, artes y deportes. Él también trabajó en la reconstrucción y remodelación de varios templos parroquiales y capillas, logró mejorarlos sacarlos del estado deplorable en que se encontraban. El concibió y colaboró con el hermano José Menegoto en la construcción de un estadio deportivo adjunto al santuario y la ciudad de los niños.

Sin embargo, su labor no se redujo a las instituciones y estructuras creadas por los misioneros. Él por las tardes al terminar sus trabajos o los fines de semanas salía a las calles, a los parques, a los lugares donde se reunían niños y jóvenes para encontrarse con ellos. A través de la música y del deporte se relacionaba con ellos con el fin de acercarlos a la Iglesia y alejarlos de los vicios, para que siguieran los caminos de Dios y no los del mundo. Tenía un equipo de sonido adaptado a su camioneta, recorría las calles tocando música mexicana, cuando los jóvenes se acercaban les proponía reunirse para practicar algún deporte y, después, asistir a la Iglesia. De esta manera organizó torneos de futbol, beisbol, voleibol y otros deportes con los jóvenes que encontraba y los de la Ciudad de los Niños.

Los domingos cuando iba a las capillas pasaba por las calles sonando la trompeta de su camioneta, luego en el patio de la capilla colocaba un volantín (juego infantil) que él había creado para la diversión de los niños que se divertían mucho, luego acompañaban al hermano a ir casa por casa invitando a la gente a las actividades de la capilla: temas, oraciones, deportes. En la Paz hay muchas personas que recuerdan con cariño al hermano Arsenio y como a través de este método los ayudó a crecer sanos y en la fe. Él aplicó esta metodología en los diversos lugares donde sirvió. Gente en el Valle de Chalco, a las afueras de la ciudad de México, recuerdan también como de esta manera el hermano los ayudó a crecer en su fe.

El hermano Arsenio gastó la mayor parte de su vida en las misiones de la Baja California: San José del Cabo, Todos Santos, El Triunfo, La Purísima, La Paz, Santa Rosalía, San Ignacio, Bahía Tortugas, Bahía Asunción y El Vizcaino donde sirvió con entusiasmo y generosidad. Pero también hizo su labor misionera en otras comunidades de México: Usila, Oaxaca; Valle de Chalco, Estado de México; San Francisco del Rincón, Guanajuato; Guadalajara, Jalisco. En la actualidad el reside en el Oasis san Daniel Comboni, en Guadalajara, casa para los misioneros ancianos y enfermos.  A pesar de la edad y enfermedad no ha perdido su alegría ni optimismo rasgos típicos de su personalidad y espiritualidad. Ahora dedica los últimos días de su vida terrena a la oración.

Cuando la noticia de su cumpleaños número 100 se dio a conocer en las redes sociales la noticia fue reenviada en México y otros países y muchas personas enviaron felicitaciones al hermano Arsenio y comentaron la manera en que realizaba su ministerio misionero y la manera en que les ayudo a ser mejores personas y mejores católicos, en estos mensajes describen rasgos de la personalidad, espiritualidad y metodología misionera.

El hermano Arsenio cree profundamente en el llamado que le hizo Jesús, además, es un hombre plenamente feliz porque vive su vocación con humildad, confianza en Dios y generosidad, esto se deduce de la entrevista que le hicieron en 2009 (parte final de la entrevista): “¿Cuáles han sido las mayores dificultades que ha pasado en su vida misionera? – Ninguna, porque siempre he tenido fe. – Si pudieras volver al pasado y cambiar de vida, ¿escogerías la misma? – La misma. Una vez le dije sí al Señor y siempre he sido fiel, así quiero permanecer hasta la muerte. Hermano, ¿eres feliz? Siempre, siempre he sido feliz en mi vocación.

Él es único misionero comboniano vivo del primer grupo de 9 misioneros combonianos que llegaron a México en 1948. Ellos nunca se imaginaron que su apostolado misionero produciría muchos frutos para el Reino de Dios y para el bien del Instituto. La presencia comboniana no permaneció sólo en el Vicariato de la Baja California, pronto se extendió al interior de México con diversas comunidades y servicios misioneros: pastoral indígena, pastoral urbana, pastoral social, animación misionera, promoción vocacional, formación. Junto con estas obras y servicios misioneros crecieron grupos de bienhechores que con generosidad han apoyado la obra misionera comboniana en México y en el mundo.

En la persona del hermano Arsenio agradecemos a ese grupo de misioneros pioneros que haciendo a un lado su sueño de ir África, siguiendo los pasos de nuestro fundador, aceptaron con fe y alegría el reto de ir a México para iniciar un nuevo servicio misionero fuera de África, pero siguiendo el carisma heredado de nuestro fundador de servir a los más pobres y abandonados y hacer causa común con ellos.
Fernando González Galarza, mccj