Lunes 13 de junio 2022
El encuentro de los Misioneros Combonianos entra en la fase de escucha. En la sala, los delegados de cuatro continentes buscan las huellas de la misión de Jesús en el mundo actual. Entre el sueño de Comboni y las reflexiones del Papa Francisco.

Han llegado a Roma desde distintos rincones del mundo: desde las periferias de las grandes ciudades que acogen a los que huyen de los conflictos y la pobreza, hasta las regiones más remontas donde las minorías étnicas quedan relegadas a meros personajes secundarios de la historia. Están presentes de cuatro continentes: desde las saqueadas tierras africanas, al mismo tiempo llenas de vida y sed de redención, como Sudán del Sur, la República Democrática del Congo o la República Centroafricana, hasta las américas donde se experimenta la respiración asfixiante de las selvas amazónicas. Desde el extremo Oriente, donde tradiciones religiosas milenarias llevan al cristianismo a ser levadura en la masa, hasta las puertas del viejo continente europeo que ya no tiene raíces cristianas, si acaso unos terrones de tierra.

Misioneros Combonianos en la Sala Capitular.

Unos setenta misioneros combonianos participan como delegados en el "Capítulo", el encuentro más importante en la vida de una familia religiosa que hace apenas cuatro años cruzó el umbral de los 150 años de vida. Trabajan en comunidades cristianas, diócesis, centros de formación, revistas, escuelas y en organizaciones eclesiales y de la sociedad civil relacionadas con el desarrollo y la promoción de la paz y la justicia. Los delegados se han preparado en sus respectivas zonas de misión, con numerosas reuniones y momentos de reflexión, para identificar juntos los signos de esperanza, pero también las debilidades y carencias que piden un cambio de rumbo urgente. Entre los temas a debate están la “ministerialidad”, es decir, los servicios específicos en la misión, la formación de los candidatos, los recursos económicos y la renovación de la Regla de Vida. Sobre estos y otros aspectos que surjan, los delegados tendrán, durante un mes, la oportunidad de hablar con franqueza dejándose guiar por el soplo del Espíritu que renueva y asombra.

Precisamente fue el domingo 5 de junio, el día de Pentecostés en que celebró el descenso del Espíritu y el inicio de la misión de los primeros discípulos de Jesús de Nazaret, que dio comienzo oficialmente el Capítulo con una celebración eucarística presidida por el Superior General, el padre Tesfaye Tadesse. Durante la misa, los delegados se comprometieron a trabajar por el bien de las personas y los pueblos a los que están llamados a servir, y no por interés personal. En el Capítulo también participan cuatro observadores combonianos que prestan un servicio inestimable en los ámbitos de la misión, la formación, la economía y el secretariado, un facilitador externo y dos secretarios.

Así pues, después de unos días para conocerse, orar juntos e intercambiar expectativas y sueños, encontramos a todos en la sala capitular con entusiasmo y deseos de involucrarse en una aventura titulada “Arraigados en Cristo junto a Comboni". Esta cita evoca los dos pilares de la misión comboniana: Jesús de Nazaret, quien en el evangelio de Juan, capítulo 15, en un momento decisivo de su vida, invita a sus amigos a estar siempre en profunda unión con él, y San Daniel Comboni, el profeta valiente que a mediados del siglo XIX emprendió la misión en el corazón del continente africano.

En un primer momento, los delegados combonianos aprobaron el reglamento para su asamblea, recogido en un Estatuto y eligieron las distintas comisiones al servicio del camino común: la comisión central, que coordina los trabajos con la ayuda de los moderadores, la comisión especial, que vela por la regularidad de las actividades, y las que coordinan la oración común, los momentos culturales y recreativos, y los encargados de la comunicación.

Una vez hecho lo anterior, ya está todo está listo para lanzarse a la primera fase de escucha. Se trata de un momento privilegiado para abrir los ojos y los corazones a las diferentes realidades que se viven en el Instituto y en los cuatro continentes a través de los informes sobre las misiones realizadas, y un momento fundamental para luego poder abordar los pasos del discernimiento común, la elección de las prioridades y las estrategias misioneras a llevar adelante. Todo ello a través de una metodología "apreciativa" que quiere resaltar las semillas de la vida sin dejar de lado retos y los males que son oportunidades de curación, crecimiento y cambios decisivos.

En la sala se cruzan aires de muchas culturas y pueblos, lenguas y tradiciones. En las mochilas de los delegados hay pasión y deseos de encontrar nuevas formas de responder al "cambio de época", como llama el Papa Francisco a este tiempo, desde el Evangelio y con la audacia de san Daniel Comboni.

Sobre la mesa se van poniendo los desafíos globales que los misioneros combonianos experimentan en su propia piel al caminar hoy con los diferentes pueblos donde están presentes: la crisis socioambiental, la violencia de los conflictos globales, las crecientes desigualdades, las secuelas de la pandemia. En el cajón están el sueño de buscar juntos, en sucesivas sesiones de confrontación y diálogo, los caminos que traduzcan en estilos de vida la misión de Jesús en el mundo de hoy: la conversión ecológica integral, la práctica de la fraternidad universal y el camino sinodal de toda la Iglesia para avanzar hacia el Reino de Dios, el mundo de la paz y la justicia, con la mayor implicación y participación posible de todos los miembros de la Iglesia, el pueblo de Dios "en salida" por los caminos del mundo.

Estas son también las intuiciones profundas del papa Francisco, con quien el grupo de combonianos se reunirá en el Vaticano el próximo 18 de junio para seguir caminando y soñando juntos porque, como se recordó en la sala, “mientras hay movimiento hay vida”, dicen los aztecas. Siempre con las raíces bien puestas en Jesús y Comboni.

Responsables de prensa del Capítulo Comboniano