Lunes, 27 de marzo 2023
Entre el 10 y el 13 de marzo, el Arzobispo de Addis Abeba, Cardenal Berhaneyesus, y los representantes del Vicariato de Hawassa, P. Juan González Núñez, Adminstrador Apostólico, P. Nicola Di Iorio, Vicario Delegado y P. Tsegaye Getahun, Director the Secretaariado Catolíco de Hawassa, hicieron una visita al Brana, en el sur del Vicariato, una de las más afectadas por la sequía, para llevar alguna ayuda y, sobre todo, esperanza, a los damnificados.
Se dice de los Borana que, cuando les pides agua, te ofrecen leche. Se decía… poque eso era hasta hace poco, no ahora en que no pueden ofrecer ni leche ni agua; ellos y sus ganados se mueren literalmente de sed. Los Borana ocupan la parte más meridional de Etiopía, en la frontera con Kenia. Su tierra es una estepa siempre árida, pero que, en régimen normal de lluvias, puede alimentar un ejército de dos a tres millones de ganano, amén de numerosas brigadas ligeras de cabras de color blanco, siempre dispuestas al asalto de cualquier hilo de hierba que asome tu cresta. Pero el régimen normal de lluvias se ha alterado drásticamente.
Hace cinco años consecutivos que no llueve y toda capacidad de hacer frente a una catástrofe semejante se ha agotado. Los puntos de agas se han ido secando uno tras otro. El ganado vacuno ha muerto en su casi totalidad. Se trata de al menos dos millones de cabezas de ganado, en torno al doble de personas que componen la etnia de los Borana.
Debemos ir 39 años hacia atrás para comparar esta sequía con la trágicamente famosa de 1984, de la que también fui testigo directo, y en la que se calcula que murieron un millón de personas. El gobierno quiere ahora tener el honor de que ninguna persona muera de hambre. Podría hacerse realidad si consideramos solo los campos de desplazados. Pero no se podrá saber con certeza cuantos han muerto en sus casas por desnutrición. Poco a poco, la mayoría de la gente se ha ido moviendo hacia los campos de desplazados habilitados por el gobierno.
La delegación de la Iglesia católica presidida por el Cardenal de Adís Abeba, visitó el campo de Dubluk, que, con 80.000 residentes, es uno de los más grandes. Habitan en tiendas, unas propiamente tales y otras hechas con palos y cubiertas con plásticos. La gente aparece limpia, decentemente vestida y alimentada, con ropas y comida entregadas por el gobierno y por organizaciones caritativas. Pero se percibe el abatimiento de quienes eran ricos y fueron perdiendo todo. Esta es ya la más grande sequía que recuerdan, cinco años.
No es que el Vicariato de Hawassa no estuviera ya presente, ayudando en la medida de sus posibilidades. Allí hay tres misiones católicas regidas por los misioneros Espiritanos, que se hay distinguido en todo este tiempo por su labor social entre los Borana, con escuelas, residencas pora estudiantes, pozos de agua. También el Vicariato como tal desarrolló no, y no saben cuándo terminará. Así que es posible que el millón y medio aproximado de boranas distribuyó ingentes ayudas conseguidas de organizaciones como CRS (Caritas Americana), Caritas Austris…