Viernes 9 de mayo 2025
“Volver a poner la misión en el centro, por obvio que parezca, no es un compromiso barato, porque exige de cada uno de nosotros una profunda conversión. Como nos recuerda Evangelii gaudium, ir más allá significa superar la tentación de la autopreservación (EG 27), la comodidad de las rentas de posición, de una pastoral clerical ordinaria. Una Iglesia en salida está llamada a ir más allá de los esquemas establecidos, con un enfoque misionero, ministerial y sinodal.” (El Consejo General)

IR MÁS ALLÁ

El Consejo General, después de escribir las dos cartas sobre la economía y la formación en nuestro Instituto, decidió escribir esta tercera carta sobre la misión. El objetivo es ayudarnos a reflexionar sobre las luces y sombras actuales de nuestra actividad misionera después del XIX Capítulo General.

Queridos hermanos,
Realizar la misión evangelizadora de la Iglesia –según el carisma de San Daniel Comboni– es la finalidad del Instituto de los Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús (RV 13). Estamos agradecidos al Señor por los numerosos signos de gracia apostólica que hemos experimentado en los últimos tres años. Por ejemplo, el testimonio de muchos misioneros dispuestos a dar su vida por el Evangelio en situaciones a menudo difíciles entre los pueblos más necesitados y las realidades humanas a evangelizar; o haciendo causa común con diferentes pueblos que sufren en la guerra, la injusticia y la opresión. Así como la apertura del Instituto a los signos de los tiempos, a la luz del Evangelio y del magisterio de la Iglesia, que nos invita a salir al encuentro de los migrantes, de los pueblos indígenas y de los afrodescendientes, para responder a su grito y al grito de la tierra, por ejemplo, a través de los diversos centros inspirados en la encíclica Laudato sì que están nasciendo en diversas circunscripciones. Sentimos che la gracia de Dios actúa a través de nosotros cuando experimentamos que la Iglesia local nos llama y nos involucra, como por ejemplo con la llamada de los obispos combonianos, o a través del aprecio de las personas con las que vivimos y trabajamos. Estamos agradecidos por el compromiso de los medios de comunicación combonianos con la consciencia misionera, dedicados a la información profética, a la búsqueda de la verdad de nuestra humanidad y filiación comunes, a dar testimonio del amor de Dios por toda la humanidad y la Creación, y a animar el pueblo de Dios en la promoción del Reino.

Hoy más que nunca, estos signos de gracia y muchos otros non mencionados aquí – nos hacen volver a sentir la invitación del Espíritu Santo, a través de las palabras del Papa Francisco que recibimos durante el XIX Capítulo General:

Este es un lema que para vosotros debe “hacer ruido” en el corazón: ir más allá, ir más allá, ir más allá, siempre mirando el horizonte, porque siempre hay un horizonte, para ir más allá. El impulso del Espíritu Santo es el que nos hace salir de nosotros mismos, de nuestras cerrazones, de nuestra auto referencialidad, y nos hace ir hacia los otros, hacia las periferias, allí donde es mayor la sed de Evangelio. (…) ¡Ve, ve ve! Ve al horizonte, y que te acompañe el Señor.

El XIX Capítulo respondió a esta invitación formulando un sueño, que se expresó con estas palabras:

Soñamos con un estilo misionero más inserto en la realidad de los pueblos que acompañamos hacia el Reino, capaz de responder al clamor de la Tierra y de los empobrecidos. Un estilo misionero que también se caracteriza por estilos de vida y estructuras más sencillas dentro de comunidades interculturales donde damos testimonio de fraternidad, comunión, amistad social y servicio a las Iglesias locales a través de pastorales específicas, colaboración ministerial y caminos compartidos. (AC 2022, 28)

Parar realizar este sueño debemos volver a poner la misión en el centro, en relación con las diversas dimensiones de la vida del Instituto. La dimensión económica, en particular la sostenibilidad, debe ser vista en función de búsqueda de modelos de presencia y ministerio misionero, de estilos de vita capaces de cercanía, compasión y ternura hacia los pueblos que acompañamos. De hecho, nuestras estructuras y los modelos de sustento de nuestro servicio misionero afectan nuestra relación con la gente y la Iglesia local. Sin olvidar que una preocupación obsesiva por nuestro sustento material terminaría por desviar la atención y la energía del servicio de la evangelización. Por el contrario, la necesidad material es una oportunidad para implicarse a un nivel más profundo en el desafío de evangelizar la economía global.

La vida fraterna en comunidad, con el testimonio de la convivialidad de las diferencias, es fundamental para un anuncio creíble de Jesucristo, para un testimonio auténticamente evangélico, que el Papa Francisco nos recordó -durante el 19º Capítulo- que llevamos «no tanto como misioneros individuales, sino como comunidad, y eso implica que hay que cuidar no sólo el estilo personal, sino también el estilo comunitario.». El enfoque ministerial, a través de pastorales específicas, colaboración y sinodalidad, es esencial para la mejora de nuestro servicio misionero.

La cuestión de la reestructuración de las circunscripciones debe entenderse también a la luz del enfoque ministerial: no se trata de una insignificante ampliación geográfica de las circunscripciones, sino de una configuración orientada a dar mayor peso a las prioridades continentales y a las pastorales específicas, con comunidades más amplias, mirando a una mayor capacidad de diálogo, confrontación, investigación, intercambio y colaboración.

Volver a poner la misión en el centro requiere también una contribución significativa de la formación, tanto permanente como inicial, para estimular y alimentar la reflexión y la investigación sobre la misión siguiendo las huellas de Comboni, el desarrollo de pastorales específicas y la respuesta a los signos de los tiempos. Constatamos que la formación a la ministerialidad necesita mayor atención y apoyo, como punto crucial en el camino de la recualificación.

Volver a poner la misión en el centro, por obvio que parezca, no es un compromiso barato, porque exige de cada uno de nosotros una profunda conversión. Como nos recuerda Evangelii gaudium, ir más allá significa superar la tentación de la autopreservación (EG 27), la comodidad de las rentas de posición, de una pastoral clerical ordinaria. Una Iglesia en salida está llamada a ir más allá de los esquemas establecidos, con un enfoque misionero, ministerial y sinodal. En otras palabras,

La pastoral en clave de misión pretende abandonar el cómodo criterio pastoral del «siempre se ha hecho así». Invito a todos a ser audaces y creativos en esta tarea de repensar los objetivos, las estructuras, el estilo y los métodos evangelizadores de las propias comunidades (EG 33).

Constatamos en cambio que está surgiendo una tendencia clerical preocupante en diversos contextos, a veces incluso en la formación. Por ejemplo, constatamos una concentración de nuestra presencia en las parroquias tradicionales y en un tipo de pastoral ordinaria más ligada al pasado que a los desafíos misioneros de hoy y a la pastoral social según el carisma comboniano. Esto reduce también el cometido y el espacio de los hermanos combonianos. Este tipo de orientación contribuye a otros aspectos problemáticos, tales como:

= la débil respuesta a las orientaciones y compromisos capitulares sobre la misión -por ejemplo, asumimos la Ecología Integral como un eje fundamental de nuestra misión (AC 2022, 30), o el compromiso de adhesión a la Plataforma de Iniciativas Laudato si' a todos los niveles (AC 2022, 30.1)-;

= la desproporción entre los compromisos asumidos y las fuerzas disponibles, limitando la dedicación de personal y su preparación según las prioridades continentales y las pastorales específicas;

= la tendencia a no querer recomenzar, a perder el impulso para la misión ad extra.

Así, por una parte, estamos llamados a hacer un discernimiento en todas las circunscripciones e ir más allá de añadir nuevos compromisos a los pasados, sin el valor de tomar decisiones, que pueden ser dolorosas, pero que, si reflejan la voluntad de Dios, también resultan generativas. Por otro lado, se nos invita a destinar más personal de circunscripción en pastorales específicas según las prioridades continentales. El camino del redesarrollo pasa por estos dos puntos de referencia.

A este respecto, encargamos al Secretariado General de la Misión que realice un estudio para documentar la realidad de las pastorales específicas sobre el terreno. Necesitamos conocer, cuantitativa y cualitativamente, la situación de nuestros compromisos como Instituto al frente de estas pastorales específicas, para luego ir más allá, a través de caminos compartidos de investigación y reflexión.

Poner la misión en el centro significa también plantear la cuestión de la superación de la colonización, es decir, de la condición del mundo moderno construido sobre jerarquías raciales, económicas y culturales creadas en la época colonial y todavía vigentes. San Daniel Comboni anticipó este pensamiento crítico: en el siglo en que el colonialismo europeo pensaba llevar la «civilización» a África, Comboni se dedicó a la regeneración de África con África, para construir juntos la civilización del amor. El magisterio del Papa Francisco insistió en este punto con la imagen del poliedro (EG 236), explicando que «refleja la confluencia de todas las parcialidades que en él conservan su originalidad. Tanto la acción pastoral como la acción política procuran recoger en ese poliedro lo mejor de cada uno. Allí entran los pobres con su cultura, sus proyectos y sus propias potencialidades. Aun las personas que puedan ser cuestionadas por sus errores, tienen algo que aportar que no debe perderse. Es la conjunción de los pueblos que, en el orden universal, conservan su propia peculiaridad; es la totalidad de las personas en una sociedad que busca un bien común que verdaderamente incorpora a todos».

Esta visión sólo puede comprenderse teniendo presente la dimensión escatológica de la misión, que sólo se completará al final de los tiempos. Como nos recuerda Dilexit nos, “del Corazón de Jesús brotan ríos de agua viva para curar las heridas que nos infligimos y para caminar juntos hacia un mundo justo, solidario y fraterno, hasta que celebremos juntos el banquete del Reino: allí estará Cristo resucitado que armonizará todas nuestras diferencias con la luz que brota de su corazón abierto.” (DN 220).

Así pues, ir más allá de la mentalidad colonizadora significa, desde el punto de vista de la evangelización, desarrollar el carácter de diálogo profético en el ministerio misionero comboniano y promover la inculturación del Evangelio (EG 68-70; 116-126).

En resumen: desde el XVIII Capítulo General (2015), hemos hecho nuestro el sueño del Papa Francisco «una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación» (EG 27). Y esto significa que «la pastoral en clave de misión pretende abandonar el cómodo criterio pastoral del «siempre se ha hecho así»» (EG 33). En conclusión, quisiéramos recoger la invitación que nos hace Evangelii gaudium a «ser audaces y creativos en esta tarea de repensar los objetivos, las estructuras, el estilo y los métodos evangelizadores de las propias comunidades» (EG 33) y, sobre todo, dejarnos llevar por la pasión evangelizadora, saliendo a las periferias geográficas y existenciales.

Roma, 1 de mayo de 2025 - Fiesta de San José Obrero

El Consejo General