In Pace Christi

Stocco Agostino

Stocco Agostino
Fecha de nacimiento : 01/06/1936
Lugar de nacimiento : Rovigo
Votos temporales : 09/09/1956
Votos perpetuos : 26/11/1961
Fecha de fallecimiento : 26/09/2005
Lugar de fallecimiento : Milano

El Hno. Agostino Stocco murió el lunes, 26 de septiembre, en nuestra casa de Milán donde, desde hace cuatro años, sufría por las consecuencias de un ictus que le había paralizado la cara. Terminado el 5º curso de primaria el 21 de abril de 1951, el 4 de octubre del mismo año estaba ya en la escuela apostólica de Thiene, para prepararse a ser Hermano misionero.

El 10 de septiembre de 1954 entró en el noviciado de Florencia, donde estaba de padre maestro el P. Giovanni Giordani que juzgó al recién llegado, “atento y diligente en sus deberes, adherido a su vocación, caritativo, equilibrado, fiel, sincero y humilde”.

Después de nueve meses de permanencia en Florencia, fue enviado a Inglaterra, a Sunningdale, para completar el noviciado. Aquí, inicialmente, tuvo una fuerte crisis, tanto que quería volver a casa, pero después, como escribe el P. Guido De Negri, “se he repuesto y va adelante bien. Es puntual en todas sus cosas y se muestra contento”. El 9 de septiembre de 1956 emitió los primeros votos. El 15 de enero de 1957, el Hno. Agostino estaba ya en misión. Tenía 20 años.

Su primera cita fue en Kitgum, Uganda, donde el 26 de noviembre de 1961 emitió los votos perpetuos, después de sólo cinco años de votos temporales. La razón nos la explica el P. Igino Albrigo que en una carta escribía: “Como desde hace un año el Hno. Agostino está trabajando para renovar la vieja iglesia de Kitgum y está realizando un magnífico trabajo, me gustaría que se le permitiese hacer los votos perpetuos el día de la apertura y de la consagración de la misma iglesia, cosa que él desea intensamente”. Y así sucedió.

Terminadas las primeras vacaciones en Italia (1965-1967), volvió a Uganda para ser asignado a la misión de Kalongo. Trabajó al lado del P. Giuseppe Ambrosoli, para la ampliación y manutención del hospital. Aunque era un trabajador incansable, ponía siempre en el primer lugar la oración y sus prácticas de piedad. Por la mañana se le veía en la iglesia, recogido para hacer la meditación y, durante el día, no descuidaba jamás su visita al Santísimo Sacramento ni el rosario.

En 1972 fue destinado a la procura de Nairobi, pero este destino duró pocos meses, porque no era apto para él. Así fue mandado a la procura de Kampala como ayudante del procurador. Pero su salud empezaba a vacilar, por lo que tuvo que volver varias veces a Italia para curarse.

El 30 de agosto de 1988 estaba de nuevo en Kalongo, con el encargo de técnico general del hospital. El buen desarrollo del hospital, en lo que se refería a la manutención y trabajos, dependía de él. El 7 de abril de 1992 recibió del departamento de emigración el certificado de “residencia por vida” en Uganda. A la edad de 62 años, el Hno. Agostino tuvo un ictus cerebral y fue llevado al hospital de Nairobi. A finales de agosto fue sometido a una intervención quirúrgica.

En 1998 volvió a Italia, a Milán, para someterse a ulteriores exámenes médicos. Después de un período de curas intensas, se sintió mejor e insistió en ser mandado de nuevo a Uganda. Ya su mundo estaba allí. Obtuvo el permiso de marchar y el provincial lo destinó a la casa de Kampala como encargado de la manutención de la casa y de los huéspedes. Aquí el Hno. Stocco demostró sus dotes de acogida: siempre estaba pronto y disponible para que los hermanos de paso se encontrasen a gusto.

En 2001 volvió definitivamente a Italia, donde tuvo inicio su largo calvario. A la noticia de su muerte, el Superior General escribió a los hermanos de Milán y de Uganda: “Junto al Consejo General deseo unirme a todos vosotros en el momento en el que el Hno. Agostino nos ha dejado para ir a ocupar el puesto que el Señor le preparó. Quiero estar en medio de vosotros para ayudaros a dar gracias a Dios por el don de la vocación misionera del Hno. Agostino. En cuarenta y cuatro años de profesión y cuarenta y dos de servicio incansable a la misión de Dios en Uganda, el vivió la parábola del grano de trigo, inmerso en la vida de los más necesitados y, últimamente, la comboniana de la “piedra escondida” que no se ve, pero que es preciosa a los ojos de Dios. Estoy seguro que Dios y Comboni están contentos de él. Su testimonio y su comunión con nosotros como Hermano Comboniano, obtenga gracias y vocaciones para el Instituto y para la Iglesia de Uganda. Os llevo siempre conmigo al altar y os agradezco por la fuerza que me dais con vuestro ejemplo y vuestra comunión de oración. Fraternalmente en el Corazón de Cristo, P. Teresino”.