Después de una larga batalla contra el cáncer, durada más de diez años, el 10 de septiembre de 2007, el P. Paolo Longo volvió a la casa del Padre. En todos estos años, la terapia intensiva y su deseo de vivir lo han sostenido en el empeño de los diversos ministerios, hasta que, en octubre de 2006, se ha visto obligado a retirarse a Verona. Pero también allí, a pesar de la quimioterapia, ha estado activo hasta el final.
El P. Paolo estaba dotado de una inteligencia excepcional y sabía expresarse de forma brillante, vivaz y fascinante. La suya era una mente enciclopédica: podía hablar de todo con una cierta competencia y con una claridad que encantaba. Esto le era posible, gracias también a una memoria de cerebro electrónico y a un extraordinario espíritu de observación y de comparación.
Había nacido en Piove di Sacco, Padua, el 8 de diciembre de 1928. Entrado en el seminario diocesano de Padua, durante el tercer curso de liceo pidió ser admitido en el Instituto de los Misioneros Combonianos, después de haber hablado con el director espiritual que, junto al rector del seminario, no habían puesto ninguna objeción. En la petición se lee también: “He informado igualmente a mi madre. A pesar del natural disgusto, ella encontró en sus sentimientos profundamente cristianos y en su gran amor por las misiones la fuerza de darme su sí”.
El P. Paolo hizo el noviciado en Florencia y, en la petición dirigida al Superior General para ser admitido a los votos temporales, escribió: “El Sagrado Corazón tendrá un hijo más que, por desgracia, no es santo ni virtuoso, pero tiene, al menos, el deseo de serlo. Quiero hacer un pacto con Vd.: por mí no sé hacer nada bueno… así intentaré obedecer siempre con docilidad y con alegría a los superiores que el Señor me mande”. Después de los votos temporales en Florencia, en 1948, hizo los perpetuos en Venegono, en 1951. Fue ordenado sacerdote por el cardenal A. Ildefonso Schuster, en la catedral de milán, el 7 de junio de 1952.
En la enseñanza se distinguía por profesionalidad, claridad y riqueza humana. Leía muchísimo y de todo. Amaba mucho a Comboni. Tenía un profundo conocimiento de la Biblia y un fuerte sentido del pasado, por lo que con frecuencia hacía referencia a los Padres de la Iglesia y a la historia de la Iglesia, en sus luces y sombras. Su carrera de educador inició inmediatamente después de la ordenación, en 1952. Mientras llevaba adelante los estudios en la Facultad Teológica de Milán, para obtener el doctorado en teología que, con gran pesar no tuvo tiempo de completar, comenzó a enseñar teología dogmática, que así se convirtió en su especialidad, en nuestro teologado de Venegono (1952-1962). Este compromiso duró hasta 1962 cuando le fue concedido finalmente marchar a Uganda. Destinado a la diócesis de Arua, se empeñó como profesor del seminario diocesano y consejero del obispo. Naturalmente aprendió la lengua local, para poder dedicarse al ministerio directo (1962-1968).
Después del Capítulo General de 1969, el P. Paolo fue destinado a Italia, donde permaneció hasta 1976, dedicándose a la formación y a la predicación, primero en San Pancracio y después como miembro del secretariado general de la Curia Generalicia. Siguió un decenio en los Estados Unidos (1979-1989), donde se encontró particularmente bien, sobre todo en la parroquia de St. Pius. En 1989, el P. Paolo fue destinado nuevamente a Italia. Aceptó por obediencia, porque ya en América se sentía en casa y consideraba St. Pius su familia. En 2001 pudo volver a Estados Unidos y allí permaneció hasta que fue internado en el CAA de Verona, donde murió serenamente el 10 de septiembre de 2007. Así otro atleta ha alcanzado la meta final.