In Pace Christi

Lizalde Zueco José Luis

Lizalde Zueco José Luis
Fecha de nacimiento : 06/10/1946
Lugar de nacimiento : Sádaba
Votos temporales : 15/08/1968
Votos perpetuos : 08/12/1970
Fecha de ordenación : 18/12/1970
Fecha de fallecimiento : 30/10/2003
Lugar de fallecimiento : Asmara/ER
Vida interior y compromiso misionero
La noticia llegó cuando la comunidad de Madrid, amigos y bienhechores, se encontraban celebrando en la catedral de la Almudena de la capital de España una Eucaristía de acción de gracias por la canonización de San Daniel Comboni.
El P. Tesfamariam Ghebrecristos, delegado de Eritrea, enviaba vía e-mail desde Asmara el triste e inesperado mensaje: “José Luis acaba de fallecer, dejándonos en el más absoluto dolor y sorpresa. El médico había asegurado que todo iba bien y nos habíamos hecho la ilusión de que así sería... El motivo de la muerte, según el certificado médico, es: malaria cerebral con complicaciones. Fallo renal agudo. Paro cardíaco... Nuestro deseo es que sea enterrado aquí donde es conocido y amado. Además, es un testimonio misionero, como expresión de vida vivida hasta el último momento con el pueblo eritreo”.
Era el 30 de octubre de 2003, alrededor de las ocho de la tarde. El P. José Luis había cumplido ese mismo mes 57 años, 27 de los cuales había gastado al servicio de la misión en Etiopía y Eritrea. Hacía tan sólo dos años que, tras un paréntesis de trabajo en España, había vuelto a África con gran ilusión para incorporarse a un nuevo proyecto de evangelización entre el pueblo cunama de Eritrea, cuya lengua ya comenzaba a hablar.
El P. José Luis nació en Sádaba, provincia de Zaragoza (España), el 6 de octubre de 1946. Comenzó su formación sacerdotal en el seminario diocesano de Jaca pero, sintiendo la llamada a la vida misionera, entró en el noviciado comboniano de Moncada en 1966. Hizo su primera profesión religiosa el 15 de agosto de 1968 y fue ordenado sacerdote el 18 de diciembre de 1970.

Formador y profesor en Eritrea
Tras un año de estudio del inglés en Londres, llegó a Asmara en octubre de 1971 y fue destinado al seminario Comboni de Decameré. Ya entonces dio muestras de gran empeño y capacidad para el estudio y aprendizaje de las lenguas de los pueblos entre los que desempeñaría su servicio misionero. Pronto dominó el tigrino, lo que le permitió comunicarse con facilidad con los seminaristas y con sus familias, que iba a visitar en sus poblados. También se dedicó al estudio de la lengua litúrgica gheéz y, buen músico, consiguió celebrar la Misa solemne en ziema, canto litúrgico de ese rito. Fue, así mismo, un buen profesor que sabía transmitir sus conocimientos a los alumnos y un notable pintor.
En esa primera etapa de misión, sufrió los efectos de la difícil situación política del momento y tuvo problemas con los militares etíopes, que en una ocasión llegaron incluso a amenazarlo con fusilarlo.
En 1978 fue enviado a Asmara para encargarse del liceo comboniano, junto al Comboni College. Permaneció en ese puesto hasta la nacionalización del Comboni College, en julio de 1982.
El P. Corrado Masini, actual provincial de Etiopía, convivió con el P. José Luis en Asmara y lo recuerda de la siguiente manera: “Me encontré con José Luis en Asmara, cuando me nombraron rector del seminario comboniano. Él me introdujo en esa realidad. Lo admiraba por su total dedicación a los seminaristas. Era muy educado y de carácter sensible. Lo recuerdo como un hombre de oración”.

Misionero entre los sidamo
En 1983, los superiores destinaron al P. José Luis a las misiones del Sidamo (Etiopía). Allí volvió a dedicarse de inmediato con empeño al estudio del amárico y del sidamo, que en poco tiempo consiguió utilizar en su trabajo pastoral.
En el vicariato apostólico de Awasa, trabajó en las misiones de Fullasa, Shafinna y Teticha. Se dedicó con total entrega al trabajo pastoral, dedicando también mucho tiempo a las escuelas de las misiones de las que era director. El mismo P. Masini dice sobre el estilo misionero del P. José Luis en esa época: “En la región Sidamo no trabajé con él, pero sé que estaba siempre en medio de la gente. Ejercía su ministerio en las capillas con mucho celo. Como medio de transporte, utilizaba siempre una pequeña motocicleta o viajaba a pie, para estar más cercano a la gente”.
El P. Ivo Martins do Vale, compañero de misión en el Sidamo, coincide en destacar el espíritu de entrega del P. José Luis: “Fuimos compañeros en la misión entre los Sidamo y puedo constatar su dedicación a la gente, al trabajo misionero y al estudio de la lengua y de la cultura”.
En agosto de 1992, el P. José Luis interrumpió brevemente su servicio misionero en Etiopía para hacer un año sabático en Europa. Pero en febrero del año siguiente ya se encontraba de vuelta en Etiopía, concretamente en la misión de Teticha.

Ejemplo como trabajador y religioso
En 1996, los superiores lo destinan para un período de rotación en España, el primero desde su ordenación. Aunque al principio experimentó dificultades para adaptarse a la situación española tras tantos años de ausencia, muy pronto puso a trabajar sus muchas capacidades y su paso por su provincia de origen dejó huellas profundas.
Los cinco años que estuvo en España los pasó en la comunidad de Madrid, primero como responsable de Museo Africano y después como miembro de la redacción de las revistas Mundo Negro y Aguiluchos; también fue superior de la comunidad.
Los trabajadores laicos de la redacción han descrito la presencia del P. José Luis entre ellos de la siguiente manera: “Nos queda el recuerdo y el ejemplo de su trabajo serio y meticuloso. Era como una abeja obrera. Empezó haciendo fichas de revistas atrasadas. Fruto de esa labor rutinaria fueron numerosos artículos para Mundo Negro y Aguiluchos y el libro Todos los santos africanos... De vez en cuando, soltaba una cifra, que significaba los días que le faltaban, según sus cuentas, para volver a misiones... Y así fue deshojando el calendario, hasta que, por fin, llegó el momento de volver. Sin embargo, nunca estuvo entre nosotros contracorriente. Trabajó intensamente, como quien no tiene otra cosa que hacer en la vida... Volvió a Eritrea, en octubre de 2001, rebosante de gozo. Al equipo de redacción de Mundo Negro y Aguiluchos nos dejó un gran ejemplo como trabajador y religioso, lleno de vida interior”.
El P. Tomás Herreros Baroja, provincial de España durante los años en que el P. José Luis permaneció allí, ofrece un atinado retrato de su vida interior: “De José Luis recordaré su compromiso y su fidelidad a la oración. Creo que los años que estuvo en Madrid le ayudaron a comprender las debilidades de los demás, pues también él tenía que arrastrar las suyas y crecer en santidad en ellas. Ganas de crecer en santidad las tenía, como se reflejaba en su fidelidad a la reconciliación y al acompañamiento espiritual. Ahora que ya ha alcanzado la meta, le tocará interceder por nosotros para fortalecernos en las debilidades que nos aquejan”.

De vuelta en Eritrea
En octubre de 2001 vio cumplido su sueño de volver a Eritrea, donde había dado sus primeros pasos como misionero. Apenas llegado, y después de haber refrescado la lengua tigriña que ya conocía, se dedicó con el empeño que le caracterizaba al estudio de la lengua cunama para poder comunicarse con la gente de la misión a la que había sido destinado. En pocos meses, y a pesar de sus ya 55 años, podía usar bien la nueva lengua.
El P. José Luis volvió a la pastoral en la misión de Fode, en la eparquía de Barentú (Cunama), una zona recientemente confiada a los combonianos. Su primer trabajo consistió en conocer y registrar las familias católicas de la nueva misión, que por diversos motivos había quedado abandonado durante muchos años. Poco después, inició un completo programa de catequesis para reanimar y remotivar a las comunidades cristianas. Eran los comienzos de una misión que promete mucho.
En uno de los diarios de misión que envió a la revista Mundo Negro antes de caer víctima de la malaria, el P. José Luis escribía sobre su presencia entre los cunama: “Queremos dar testimonio del amor cristiano que nos empuja a poner nuestras vidas al servicio no sólo de los cristianos, sino también de los musulmanes y de los seguidores de las religiones tradicionales”.
El P. José Rubio Aguerri, originario también de Sádaba y compañero suyo tanto en el seminario diocesano de Jaca como entre los misioneros combonianos, resume en una carta a las hermanas del P. José Luis los sentimientos que nos embargaban a cuantos le conocimos al recibir la noticia de su muerte: “Vuestro hermano no ha muerto. Continúa viviendo la vida del mundo futuro que él ya vivía en este. Continúa viviendo porque su vida fue un continuo darse a los demás en el trabajo intelectual, la oración y el hablar de Dios a los demás... Continúa vivo alabando a Dios como lo ha hecho toda su vida... delante de un tabernáculo o delante de un vocabulario de una lengua eritrea o etíope”. (P. Augusto Francisco Carrera, mccj)