In Pace Christi

Bilbao Garamendi Osmundo

Bilbao Garamendi Osmundo
Fecha de nacimiento : 07/11/1944
Lugar de nacimiento : San Julian de Musque(Vizcaya)/E
Votos temporales : 09/09/1964
Votos perpetuos : 09/09/1968
Fecha de ordenación : 06/04/1969
Fecha de fallecimiento : 20/04/1982
Lugar de fallecimiento : Kisubi-Kampala/UG

EI 20 de abril a las doce de la mañana, fue asesinado en Uganda el P. Osmundo Bilbao. Tenia treinta y siete años v llevaba como misionero en este país desde 1971. EI Padre Osmundo era muy querido por mu­chos ugandeses, sobre lodo por los del norte, donde se desvivió hasta el último día de su vida. Es el primer comboniano español asesinado en ac­to de servicio.

«Nos lo mataron porque era un fiel servidor del Evangelio. Pero el Padre Osmundo no ha muerto; está vivo entre nosotros... Este es el ver­dadero ugandés. No vino aquí en busca de dinero, ni de honor, ni de ambiciones personales. Vino a testificar el amor evangélico. Nos indico con su vida y su muerte el camino justo para reconstruir el país. Quien lo mató ha herido el corazón mismo de Uganda, pero no saben que un cristiano no muere, no se puede ma­tar» (De la Homilia de monseñor César Asili, obispo de Lira).

El atentado

EI P. Osmundo se dirigía, con el P. Torquato Paolucci, y una mucha­cha ugandesa, desde Kampala a Ki­subi, a la imprenta que tienen en este lugar las misioneras de San Pe­dro Claver. Iban en una camioneta pequeña, muy útil y funcional.

Poco antes de llegar a Kisubi les salieron al encuentro unos hombres armados con la clara intención de apoderarse de la camioneta. EI P. Osmundo, que iba al volante, acelero para evitar el asalto. A los pocos segundos recibía en la espalda y en el cuello unos impactos de bala, que le causaron la muerte en el acto. El P. Paolucci consiguió arrojarse a tierra así como la muchacha. La camioneta se estrello después a esca­sos metros del atentado. Los asal­tantes se dieron a la fuga.

La primera persona en enterarse del asalto y del asesinato del P. Osmundo fue la misionera española de S. Pedro Claver, Sor Beatriz, que llamó inmediatamente a España comunicando la noticia. A las pocas horas el cadáver del P. Osmundo se encontraba en Kampala. El 22 de Abril el cardenal arzobispo de Kam­pala. Emmanuel Nsubuga, concelebró una Misa Funeral con varios Obispos ugandeses, numerosos sacerdotes y misioneros, a que asistió, entre otros, el embajador de España en Kampala y demás personal de la Embajada. Fue una ceremonia emo­cionante, con miles de católicos ugan­deses que conocían y apreciaban al P. Osmundo.

Pocos días después, y por petición de su madre, el cadáver del P. Os­mundo llegaba a su tierra natal, Bil­bao, acompañado por el P. Fidel González.

El día 26 de Abril, a las 6,30 de la tarde, se celebro en la Iglesia de Santa María, de Portugalete, el funeral por el P. Osmundo.

Monseñor Larrea, obispo de Bil­bao, ofició la misa funeral, que fue concelebrada por 38 sacerdotes pertenecientes en su mayoría al clero de la diócesis y a los misioneros combonianos.

El P. Bilbao recibió sepultura en la tumba familiar del cementerio de Somorrostro, hasta donde la acompañaron sus familiares y un nutrido grupo de amigos y compañeros.

Su vida

El P. Osmundo nació en San Julián de Musques (Vizcaya), en 1944. Pasó la infancia y la juventud en Portugalete. Entro en el seminario vizcaíno de muy joven.

A los dieciocho años ingresó en el noviciado comboniano, en Corella (Navarra). Este noviciado se trasladó después a Moncada (Valencia) y allí hizo la primera profesión reli­giosa el 9 de septiembre de 1964.

Poco después lo mandan a Vene­gono (Italia), donde continua sus es­tudios de teología, para llegar a la ordenación sacerdotal el 6 de Abril de 1969. Después de permanecer unos meses en España es destinado a Uganda, y se va a Londres para aprender el inglés. Permanece en Londres hasta diciembre de 1970; en enero de 1971 parte para Uganda.

El primer tiempo de misión lo pasa en Moyo, capital del distrito Madi, en el norte de Uganda (West Nile). Allí aprende la lengua local, el madi, muy difícil, y hace su pri­mera experiencia de vida misionera. Pronto es trasladado a Metu, una pequeña misión cercana a Moyo, si­tuada entre Moyo y el Nilo.

En 1975 viene de vacaciones a España y, a su regreso, lo encargan de la Procura Regional en Kampala. Son tiempos difíciles en Uganda, y la labor del procurador tienen que cubrir un vasto campo. Osmundo se prodiga en atender a todos. Pero es, sobre todo, durante la guerra y después de ésta, cuando Osmundo desarrolla al máximo la actividad de la Procura. En la inmediata pos­guerra se convierte en el punto de referencia de todos los organismos que tratan de ayudar a Uganda: Cruz Roja, Unicef, CEE. Logra organizar cuantiosos envíos de comida, medi­cinas y material hacia el norte de Uganda. Su labor resulta vital para todos los hospitales de misión si­tuados en el Norte.

Vuelve a España para un merecido descanso en 1979, pero no permanece inactivo, sino que acepta ayudar en la animación misionera, labor que realiza en la comunidad de Barce­lona.

Regresa a Uganda después de un año de permanencia en España y vuelve entre sus queridos madi. Esta vez va a Moyo, ya que Metu fue arrasada durante la guerra, y la esca­sez de misioneros no permite rehacer la misión. En Moyo transcurre este ultimo periodo de su labor misionera, como superior y párroco. Moyo se ha convertido en una zona con­flictiva, punto de encuentro entre guerril1as y el Ejército ugandés. Pero Osmundo sabe manejarse bien en esa difícil situación. Los superiores le invitan a dejar la misión si lo considera peligroso, pero el responde que no cree que el peligro sea tal como para abandonar la misión, y que prefiere seguir allí porque la misión es el único apoyo que tiene la población, lo que les permite se­guir en su tierra y no convertirse en prófugos.

El día 18 de Abril el P. Osmundo había ido a Kampala para algunos asuntos; y el día 20, a las doce de la mañana, Osmundo fue asesinado en las cercanías de Kisubi por unos hombres armados.

En acto de servicio

EI P. Osmundo murió en acto de servicio mientras trabajaba con el único fin de ayudar a su gente. Por este motivo el P. Osmundo fue a Kampala. El mismo escribía: «Den­tro de unos días intentaré ir a Kam­pala a ver si encuentro alga que merezca la pena para poder traer y ayudar a esta gente. Veremos a ver qué es lo que se puede conseguir» (P. Osmundo, Moyo 6.4.1982). Días después encontraría la muerte.

EI P. Osmundo demostró siempre un gran amor por Africa y su gente. He aquí el testimonio de un compañero suyo: «Ya desde los tiempos del noviciado, y después, durante los años de formación, o en Londres, cuando aprendíamos inglés, y mas tarde en Moyo o Kampala, Osmundo siempre se caracterizó por su cordia­lidad, amabilidad, su apertura hacia propios y extraños. Era muy cono­cido en Uganda. Los años que pasó en Kampala le permitieron entrar en contacto con mucha gente, euro­peos y africanos, y con todos supo colaborar y con muchos estrechó lazos de amistad.

No obstante, fue en Moyo y Metu donde Osmundo supo darse a nive­les más profundos que son los pro­pios de la tarea del misionero en el contacto diario con su gente. Sin duda, donde quedará un recuer­do imborrable de Osmundo es en Moyo y Metu, entres sus amigos ma­di. Nosotros hemos perdido un amigo y un hermano. Ellos han perdido a su padre.

«Gracias por tu amistad, por la ge­nerosidad de tu vida, por tu alegría de vivir, por tu amar a Africa y a los africanos» (P. Manuel Grau).

Han sido numerosísimas las mues­tras de amor y simpatía por el P. Osmundo. Un matrimonio ugandés, en una carta de condolencia dirigida a su madre, testimonia: «El P. Bilbao era un hombre del pueblo y luz para los hombres. Su luz fue el amar in­terminable y sin discriminación por el pueblo a quien fue enviado para traer la palabra y el mensaje de Cris­to. El estaba inspirado por el poder de Dios con valentía, fe y sinceridad para extender el mensaje de amor. Ha sido conocido corno un hombre recto» (E.O. Mamawi, Kampala 23. 4.1982).

El Ministro de Abastecimientos de Moyo, escribiendo a la madre del P. Osmundo dice: «Desde que el P. Bil­bao vino a Uganda se dedico al ser­vicio de Uganda, particularmente al servicio de la comunidad Madi. El es recordado por todos por su amor. Amó a Dios, amó a los niños, amó a los hombre y mujeres, amó al trabajo, amó a todos, pobres y ricos, poderosos y humildes, negros y blan­cos. Su simpatía y dedicación, aún en tiempos difíciles, nos inspiró a todos. Todo el mundo en Moyo lo admira. Todos lo echamos en fal­ta» (Or. M.T. Apiliga, M.P.).

El P. Osmundo fue, sin lugar a dudas, amigo y siervo de los madi. Era ya un hijo de nuestro pueblo» (un notable madi). Otro de sus compañeros escribe: «Al padre Osmundo le tocó vivir los momentos más trágicos de la aun joven historia de Uganda: los años de sangre de Amin. el caos económico y luego la guerra. El padre Osmundo fue el alma de muchas iniciativas y el pañuelo que enjugó muchas lagrimas»               (P. Fidel Ganzalez).

Da Mccj Bulletin n. 138, luglio 1983, pp.61-64

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«Ormai mi sono abituato alla logica della morte. Il rischio è il denominatore comune di ogni scelta. Bisogna accettarlo con realismo e con fede in Dio».

Osmundo Bilbao Garamendi, nativo della zona basca al nord della Spagna, entra da ragazzo nel seminario diocesano. Nel 1962, a 18 anni, chiede di entrare nel noviziato dei missionari comboniani a Moncada (Valencia, Spagna), ove fa la professione nel 1964.

Dopo aver frequentato gli studi teologici a Venegono Superiore (Varese), nel 1969 torna a Moncada per essere ordinato prete il 6 aprile. Dopo alcuni mesi trascorsi a Londra per imparare l’inglese, parte per l’Uganda.

Dopo poco tempo è già parroco di Metu, una missione di montagna tra i madi, presso il confine con il Sudan. Ricorda padre Mario Marchetti: «Quando gli scrissi inviandolo tra i madi, annotai scherzosamente: “Per te, Bilbao, non ci saranno che i massi di Moyo e di Metu, ma sono molto adatti a te”. Prese l’obbedienza come vera missione e si mise al lavoro a capofitto, imparando bene la lingua, sentendosi attaccato al popolo madi, collaborando con il clero locale e dandosi a tutte le opere di cui era particolarmente piena la missione di Moyo».

In un’intervista sul mensile dei comboniani spagnoli, Mundo Negro, padre Bilbao fa un bilancio di questi anni: «Ho lavorato nel nord dell’Uganda, nella missione di Metu, tra l’etnia dei madi: ventimila abitanti la cui risorsa principale di vita è l’agricoltura. Per il modo di comportarsi, i membri di questo gruppo vengono chiamati “i tedeschi dell’Africa”, e si sentono orgogliosi di distinguersi con questo appellativo. Sono molto nobili e sinceri. Il nostro lavoro principale consiste nella formazione di comunità, sia a livello ecclesiale che a livello sociale ed economico. Ma non è facile educarli al senso comunitario della vita. Nonostante tutto, durante gli ultimi cinque anni, abbiamo impostato la nostra attività esclusivamente su questa linea, perché capiamo che la nostra presenza diviene sempre più precaria. È necessario creare un minimo di condizioni che assicurino la continuità, anche in vista di una nostra eventuale assenza. Oggi la Chiesa in quella zona ha raggiunto un grado di sviluppo e di autonomia notevoli. La nostra presenza può essere ancora molto utile, ma anche molto relativa».

Dopo una breve vacanza in patria, nel 1977 ritorna in Uganda. Le prospettive non sono rosee. Il futuro è molto incerto. P. Osmundo ne è pienamente cosciente. Alla domanda: «Perché ritorni?», ha risposto: «A farmi decidere ha influito parecchio l’attuale situazione in Uganda. È più facile che permettano di entrare a uno già noto come me che a uno che ci va per la prima volta. Nella mia decisione di ritornare  giocano anche il sentimento e l’affetto, cose del tutto naturali per chi, da cinque anni, condivide la vita di quella gente. Chi è chiamato non può resistere alla tentazione del ritorno. L’andare o il ritornare è sempre questione di essere chiamato da Dio. Supposta l’esistenza di questa chiamata e le attitudini necessarie per la vita missionaria, è indispensabile una risposta, e questa comporta sempre una decisione che va al di là di ogni sicurezza».

Il 20 aprile 1982, ore 11,45, p. Bilbao sta guidando un pulmino sulla strada che collega Kampala a Entebbe. Con lui viaggiano il confratello padre Torquato Paolucci e una studentessa ugandese. In un punto dove la grande strada asfaltata attraversa una zona disabitata, l’auto è raggiunta e affiancata da una macchina sulla quale viaggiano tre uomini armati. Questi intimano al missionario di fermarsi, puntandogli contro la canna del mitra. Il padre, intuendo che ha a che fare con gente disposta al peggio, invece di fermarsi, preme l’acceleratore nel vano tentativo di fuggire. Inutile: dalla macchina degli assalitori parte una pioggia di pallottole, che fanno saltare i vetri del pulmino e crivellano il corpo di padre Bilbao con 16 colpi; uno lo coglie alla nuca, uccidendolo all’istante.

Il pulmino sbanda e va a schiantarsi a tutta velocità contro un albero in un prato vicino. I tre assalitori si fermano, si avvicinano, aprono le portiere del pulmino, rubano tutto ciò che i missionari hanno con sé e la ruota di scorta. Padre Paolucci ha la veste imbrattata del sangue del confratello e si finge morto. La studentessa è rimasta sepolta sotto un mucchio di fogli e probabilmente non viene notata. Ma è rimasta incolume, come padre Paolucci. I banditi, convinti di non lasciare testimoni, se ne vanno di tutta fretta.

Far “causa comune” con la gente, per Comboni e per i missionari, comporta anche dare la vita, come P. Osmundo Bilbao, a 37 anni!

(Dalla serie “I Martiri” preparata a Verona da P. Romeo Ballan, 14.9.2010)