Davide nació en un pequeño pueblo llamado Rubiera, en la provincia de Reggio Emilia, el 19 de julio de 1941.
Ya de niño le encantaba “recitar misa”, intentando imitar a la perfección al viejo párroco. Sus amiguitos forman su “asamblea de fieles”. Cuando está a punto de empezar el quinto curso, su hermano Romano y su primo Mario, un año mayores que él, entran en el seminario menor diocesano, junto con otros tres compañeros. A Davide le gustaría seguirlos, pero no puede: tiene que terminar quinto. Los seguirá al año siguiente.
Mientras está en tercero, un misionero comboniano, el padre Luigi Crotti, visita el seminario y habla de las misiones en Sudán. El chico queda casi cautivado por sus palabras y decide que él también será misionero comboniano. Al año siguiente, ingresa en el seminario comboniano de Brescia para cursar el bachillerato. En octubre de 1949 entra en el noviciado de Gozzano. El 9 de septiembre de 1961 emitió los primeros votos. Para los estudios de teología estuvo primero en Verona, en la Casa Madre, y después en Venegono; pasó también un año en una casa comboniana en España.
El 9 de septiembre de 1965 hizo la profesión perpetua. El 26 de junio de 1966 fue ordenado sacerdote. Se traslada a Roma para realizar diversas especializaciones: Licencia en Pedagogía, Licencia en Teología, Diploma en Ciencias Psicopedagógicas, Islamología, Espiritualidad. Destacó en cada curso. El 1 de julio de 1970 está en Londres para estudiar inglés. En julio del año siguiente está en Jartum, destinado a las misiones de Sudán. Permanece en la capital durante un año, para estudiar árabe. En mayo de 1972, es enviado a Kadugli, en las montañas Nuba, como vicepárroco. Permanece allí cuatro años.
En 1975 fue trasladado a El Obeid, como párroco (1975-1977), luego como profesor en la escuela comboniana (1977-1980) y finalmente como director (1980-1987). Siempre dirá que El-Obeid fue su primer e inolvidable amor. En el vicariato de El-Obeid vive el pueblo Nuba. El padre Davide los adora, hasta el punto de convertirse él mismo en “un verdadero Nuba de corazón”, a través de la liturgia y sus cantos.
En la década de 1980-1990, el arzobispo de Jartum, Gabriel Zubeir Wako, promovió un gran movimiento litúrgico en todo Sudán. El padre Davide empezó a recopilar cantos religiosos del Líbano, Egipto, las iglesias protestantes, Juba o la liturgia romana. La colección incluye también numerosos cantos en lenguas sudanesas locales, como el dinka y el nuba moro. Este inmenso esfuerzo suyo por recopilar, traducir e incluso crear nuevas canciones e himnos se ve coronado por la publicación de un voluminoso himnario. “Las canciones son herramientas maravillosas para el ministerio del catecumenado... Se las enseño a los catecúmenos, y ellos las difunden en sus casas y pueblos. Y la gente las canta en la calle, en el campo, en el mercado y -por supuesto- también en la iglesia”. A finales de 1987, el padre Davide pide unas vacaciones en su tierra natal. Al cabo de tres meses, vuelve a la parroquia de Kadugli, esta vez como párroco.
En 1990, los misioneros extranjeros reciben la orden de abandonar Kadugli, Dilling, Abiei, Nahud y Babanusa, y el padre David es destinado al postulado comboniano de El Cairo, en Egipto. Permanece allí sólo un año, como formador de postulantes. En julio de 1991, regresa a Italia y sus superiores le permiten completar sus estudios de árabe e islam en el Pontificio Instituto de Estudios Islámicos (PISAI). En 1993, volvió a El Cairo como profesor del Instituto que los Misioneros Combonianos habían creado para preparar personal eclesiástico, procedente de todo el mundo y perteneciente a todas las confesiones cristianas, para trabajar en países de lengua árabe.
En 1994, el P. Davide pudo volver a Sudán, como párroco de la misión de Nyala, en Darfour. Allí permaneció cuatro años. En 1998, fue miembro de la Casa Comboniana de El-Obeid, encargado de la pastoral; en 2003, se convirtió en su superior. En septiembre de 2005, fue destinado a la parroquia de Omdurman. Es su último destino: trabaja allí hasta noviembre de 2022, cuando es trasladado al Colegio Comboniano de Jartum.
En la mañana del jueves 23 de marzo de 2023, comunica a sus hermanos que no se encuentra bien. Le llevan rápidamente al hospital para un chequeo médico. Regresa unas horas más tarde. “Me encuentro mejor”, dice. Se retira a su habitación. Por la noche, parece dormirse plácidamente. El 24 por la mañana, no se presenta en la capilla para la misa con los hermanos. Al final de la celebración, abren la puerta de su habitación y descubren que “ya descansa en paz”. (P. Jorge Naranjo, mccj)