Lunes, 20 de noviembre 2023
La segunda parte del enunciado de esta reflexión puede sonar un poco exagerada e incluso atrevida. Si estuviera entre signos de interrogación, dejaría la puerta abierta a que quizá no está en peligro de extinción. Si estuviera entre signos de exclamación, sería una anticipación de un juicio prematuro. Prefiero dejarlo como un subtítulo abierto a una reflexión y por descontado con esperanza para que deje de ser un peligro en vía de extinción.

Dicho esto, me gustaría definir, lo que entiendo por animación misionera comboniana y que nuestra Regla de Vida define con mucha nitidez señalando los elementos combonianos típicos de la animación misionera:

Toda comunidad puede ser un centro de animación misionera de modos diversos: manteniendo el contacto con los bienhechores; dando a conocer la vida y el trabajo del Instituto a través de los medios de comunicación social, en especial con la difusión de la prensa y la presentación de la actividad y la vocación misionera en encuentros, celebraciones litúrgicas, grupos de estudio, jornadas vocacionales y retiros. (RV nº 75.1)

Apreciamos la capacidad que tuvo nuestro fundador san Daniel Comboni, para ser animador misionero en toda su obra fundacional, especialmente en sus ocho viajes por Europa, que hacen de la animación misionera, un carisma específico y propio de san Daniel Comboni. La animación misionera comboniana, según reza nuestra Regla de Vida nº 72, es un carisma que emana de nuestro propio fundador que fue el primer animador misionero. Se asume, pues, que toda comunidad comboniana es un centro de animación misionera.

Nuestra congregación se ha movido a lo largo de su historia en ambientes eclesiales donde su labor de animación misionera ha sido muy apreciada y como fruto de ello han surgido muchas publicaciones en papel y más recientemente en digital, así como vocaciones misioneras y una corriente de bienhechores que nos han ayudado a mantener nuestros trabajos apostólicos.

A pesar de todas estas premisas, se constata un descenso en la actividad de animación misionera en su especificidad comboniana. La animación misionera comboniana, desde el inicio y a lo largo de nuestra historia ha quedado muy marcada por la publicación de un número bastante elevado de revistas, tanto para adultos como para gente más joven, que llegaron a tener una buena resonancia social y eclesial en algunas provincias. Por lo que la animación misionera estaba muy unida a este tipo de publicaciones y era el apoyo lógico, o lo que hoy día llamaríamos Difusión de nuestros productos de animación misionera.

Nuestras publicaciones en papel llegaron a tener su máximo esplendor en torno al cambio de siglo, con más de veinte publicaciones escritas y las ediciones de libros de contenido africano, misionero y comboniano. Eran los años que nuestro Instituto caminaba de la mano de la beatificación y canonización de nuestro fundador. Con la llegada de la famosa crisis del papel, se fueron abandonando algunas publicaciones y la reciente epidemia del coronavirus ha significado el final de la andadura de algunas de nuestras revistas, que han optado por su continuidad en digital, o por desaparecer.

Otro elemento que ayudó a diluir la fuerza de la animación misionera en nuestros medios de comunicación fue la disolución del secretariado de la animación misionera, tanto a nivel general como en particular en las provincias, en manos del nuevo secretariado de la Misión. Se dejó la especificidad de la animación misionera, por la integración en un contenedor más grande, con lo que el resultado ha sido una pérdida de peso específico y de significado de la animación misionera. Ya no está considerada ni a nivel provincial, ni a nivel de Instituto, como un secretariado con vida propia.

Muy unido al carisma de la animación misionera, está la persona del animador misionero comboniano, que personifica todas estas acciones y las asume como parte integral de su trabajo y vocación misionera. Reconocemos que la congregación está dedicando tiempo y preparación a los que deben asumir trabajos de dirección de las revistas o de otros medios de comunicación, con estudios adecuados y efectivos. También en el campo de la administración, se facilitan oportunidades para atender adecuadamente a las nuevas exigencias de gestión administrativa de hoy día. Sin embargo, notamos como en el campo de la Difusión o simplemente de la animación misionera comboniana, las personas que se dedican a ello, que son pocas, no se les facilita una preparación adecuada para ejercer este compromiso pastoral que nosotros elevamos a la categoría de ministerio. En una comunidad comboniana o en un medio de comunicación, nunca se quedará sin una persona de referencia que sea el superior o el director. En una estructura administrativa comboniana o en cualquier comunidad, nunca faltará un responsable de dicha administración o un ecónomo. En cambio, la figura del animador misionero o del encargado de la Difusión, se prescindirá con relativa facilidad, y se justificará diciendo, que no hay nadie disponible.

Para mantener y preparar animadores misioneros, habrá que invertir interés por este carisma comboniano; se tendrá que destinar personal para ejercerlo y darle oportunidad para una adecuada preparación. Parece que cuando a uno de nuestros hermanos no se le puede pedir un trabajo más concreto, se le dirige a hacer animación misionera de forma genérica, dejándolo en una nebulosa donde se puede hacer de todo y donde el tiempo de trabajo es muy difícil de administrar.

La provincia de España ha gozado durante muchos años de un buen estado de salud de sus dos revistas: Mundo Negro y Aguiluchos, así como de su Editorial de libros Mundo Negro. Las crisis del papel, de la lectura y de la pandemia también le han pasado factura y ahora se encuentra con la realidad de un descenso en el número de suscripciones a sus revistas. Es lógico pensar que es necesario dedicar más personal al ministerio de la animación misionera, en su especificidad en el campo de la Difusión de nuestros apreciados productos.

Sin embargo, quisiera compartir los buenos y concretos resultados de un trabajo que se está realizando en equipo, de parroquia en parroquia para conseguir suscripciones de ambas revistas. Previo contacto con el párroco, se solicita la presencia comboniana con las revistas Mundo Negro y Aguiluchos en todas las eucaristías a lo largo de un fin de semana. Esta animación misionera va acompañada de unas palabras que dirigimos a los asistentes a la eucaristía hacia el final de la celebración. La gente lo acepta gustosamente y en poco tiempo obtenemos resultados esperanzadores. También la presencia de la Editorial Mundo Negro en las Ferias del Libro, en 10 ciudades de España, ha significado un incremento positivo en el campo de la animación misionera y de la Difusión en general. Por otro lado, esto no es nada nuevo, casi siempre se había hecho así este tipo de animación misionera de base.

¿Se puede hacer todavía algo, en nuestras provincias y a nivel de Instituto? En este artículo que comparto con todos los miembros del Instituto, quiero decir que sí. Que es solo y simplemente creer en la validez de este carisma comboniano, buscar y preparar combonianos que puedan ejercer este carisma y posibilitar que reciban una adecuada formación y preparación, para ejercer con profesionalidad y calidad el ministerio pastoral de la animación misionera.

Resumiendo: Ante la evidente crisis en la animación misionera, pedimos una respuesta positiva para la creación de “nuevos puestos de trabajo”, animadores misioneros en general, difusores (RV. 78.6) de nuestra prensa y publicaciones y un esfuerzo por profesionalizar este sector tan comboniano. Ojala muy pronto ya no sea un carisma comboniano en vía de extinción.

P. Jaume Calvera Pi, MCCJ
Mundo Negro, Madrid