Desde hace más de veinticinco años que la familia Comboniana se ha visto enriquecida por la presencia de laicos: hombres y mujeres, solteros y casados que conscientes de las necesidades del mundo actual, dan una respuesta concreta en sus vidas y deciden dedicar un tiempo de sus vidas a trabajar en misiones, en nombre de Jesús y al servicio de diferentes Iglesias locales. Lo que empezó siendo un tímido intento en 1975, hoy es ya una gran familia de unos 150 Laicos Misioneros Combonianos, esparcidos por toda la geografía. El Laico Misionero Comboniano, vive su trabajo en misión como una auténtica vocación y no sólo como un voluntariado.

La misión “ad gentes” de la Iglesia, es decir, la misión evangelizadora, corresponde a todos sus miembros, no sólo a los sacerdotes, religiosos y religiosas. La vocación misionera del laico no es una opción misionera de segundo orden, ya que se trata de una verdadera vocación. Por eso los Laicos Misioneros Combonianos, antes de empezar la formación que les llevará a misiones tienen un tiempo de discernimiento para que puedan madurar y crecer en su vocación misionera.

Los Laicos Misioneros Combonianos, se definen precisamente por estas mismas palabras:

LAICOS.
Son bautizados que, en actitud de gratuidad, partiendo de una profunda vivencia y pertenencia a la Iglesia de Jesús, asumen su responsabilidad como sujetos activos dentro de la comunidad cristiana y se comprometen en la promoción de la vida según los valores del Reino, dentro de la sociedad. Son hombres y mujeres, solteros o casados, mayores de 21 años, que motivados por su compromiso cristiano de seguimiento a Jesús, descubren su vocación misionera laical.
El misionero laico se siente llamado a poner sus conocimientos profesionales al servicio de los pueblos más necesitados, trabajando en la promoción humana y contribuyendo, desde su condición de laico, a la proclamación y realización del Reino de Dios. Su testimonio familiar y laical es un modelo de referencia y un instrumento de evangelización.
Es una vocación de por vida, no es una vocación a tiempo limitado, donde al terminar el contrato termina el ser misionero laico.

MISIONEROS.
Viven su trabajo en misión como una auténtica vocación y no sólo como un voluntariado. Cuando el laico vive en su propia Iglesia local, se compromete a animar misioneramente su parroquia o a participar en grupos misioneros, movimientos que fomenten la justicia y la paz y todo tipo de actividades que lleven a difundir el mensaje misionero de la salvación que nos ofrece Jesús. Como misioneros, los laicos deben ser reconocidos y apoyados con más decisión por nuestras Iglesias en sus diversas dimensiones: parroquias, diócesis, institutos religiosos, Conferencias Episcopales, etc.

COMBONIANOS.
Esta es la característica que hace vivir y sentir al laico misionero comboniano el carisma de Daniel Comboni, el cual ya desde mediados del siglo XIX tenía previsto el envío de laicos a misiones. Siguiendo las huellas del fundador, el laico hace también una opción preferencial por los pobres y por la promoción y desarrollo de los laicos locales.
Una característica muy importante para los laicos misioneros Combonianos, es la vida en comunidad. El Laico vive en comunidad con otros laicos, ya que una meta importante en el trabajo misionero de la Iglesia es caminar juntos como “comunidad apostólica”, que integra laicos, religiosos, religiosas y sacerdotes.
Por todo ello, el Laico Misionero Comboniano, trabaja en corresponsabilidad y estrecha colaboración con los Misioneros y Misioneras, al servicio de una determinada Iglesia local.