El 10 de octubre de 1881, fallecía en Jartum a los 50 años de edad el Apóstol de África Daniel Comboni. Un reducido grupo de misioneros y misioneras le acompañaron en sus ultimas horas de agonía, mientras con voz entrecortada repetía: “Jesús mío, misericordia”. Antes de entrar en agonía había hecho prometer al joven sacerdote Johannes Dichtl su fidelidad a la misión. Mientras tanto don Arturo Bouchard le sostenía la mano para consolarle y darle animo en este tramo final de su vida: “Monseñor, el supremo momento ha llegado”. A las diez de la noche se corrió la noticia por todo Jartum: “El obispo ha muerto”.
En la fotografía del póster reconocemos en un paisaje de desierto africano y bajo la mirada penetrante de Daniel Comboni, un dibujo de la época del cementerio de la misión de Jartum donde fue enterrado. A los pocos meses dicha tumba fue profanada y destruida. En la actualidad parte de sus restos se encuentran depositados en la urna que vemos en el póster y se encuentran en la casa Madre de los Misioneros Combonianos en Verona.

DE LOS ESCRITOS DE COMBONI
“Todos estamos dispuestos, Eminencia, a morir incluso mártires de la Fe; pero queremos morir con juicio, y con sumo juicio; es decir, obrando sabiamente para la salvación de las almas más abandonadas de la tierra, y exponiéndonos por ellas a los más grandes peligros de la vida con esa prudencia, discreción y magnanimidad que convienen a los verdaderos apóstoles y mártires de Jesucristo”.
Carta al Cardenal Alejandro Barnabó, abril 1870, Roma, Escritos n.2225