En el lenguaje litúrgico, el día de la muerte de los santos, es llamado el “dies natalis” (día del nacimiento al cielo). El 17 de marzo de 1996 el Papa Juan Pablo II le proclamó beato y a partir del día de su canonización, 5 de octubre del 2003, cada 10 de octubre es San Daniel Comboni, en honor del Apóstol de África. La santidad de Daniel Comboni ha sido testimoniada por sus misioneros y misioneras, ha sido imitada por tantos hombres y mujeres que se comprometen a vivir con coherencia los valores evangélicos del Reino y ha sido proclamado Santo por la Iglesia universal para proponerlo como ejemplo de santidad misionera. Comboni pedía a sus misioneros y misioneras que fueran “santos y capaces”: santos para identificarse con los sentimientos de Cristo Jesús; capaces y bien preparados para responder a los desafíos de un mundo sediento de justicia y paz.

DE LOS ESCRITOS DE COMBONI
“Que ocurra todo lo que Dios quiera. Dios no abandona nunca a quienes en El confían. El es el protector de la inocencia y el vindicador de la justicia. Soy feliz en la cruz, que, llevada de buena gana por amor de Dios, genera el triunfo y la vida eterna”.
Carta al P. José Sembianti, 4 octubre 1881, Jartum, Escritos n. 7246

“Por tanto, en cuanto a la educación religiosa, usted siga haciendo como hasta ahora, y como es su deseo, porque yo conozco bien y profundamente su espíritu y su intención: formar elementos santos y capaces. Lo uno sin lo otro vale poco para el que sigue la carrera apostólica. El misionero y la misionera no pueden ir solos al paraíso. Solos irán al infierno. El misionero y la misionera deben ir al cielo acompañados de las almas salvadas. Y aunque ante todo han de ser santos, o sea, completamente ajenos al pecado y a la ofensa a Dios, y humildes, eso no basta: necesitan tener caridad, que es la que los hace capaces”.