Roma, martes 24 de abril de 2012
“A la luz de lo propuesto por el Consejo General en su Carta ‘La Palabra de Dios en nuestro ser y hacer misionero’ (Enero 2012) se me pidió que preparase un texto sobre la Palabra. Lo que ha surgido espero que no se base en ‘ideas’ sino, sobre todo, en mi vida misionera, o sea, en mi experiencia personal. Recogí el guante que me lanzaron con cierta preocupación. Pienso que mi experiencia no es muy diversa de la vuestra. Es más, seguro que la de muchos hermanos es mucho más rica e incisiva. Después de un primer momento titubeante, acogí gustosamente la propuesta que se me hacía, porque me exigía reflexionar sobre mi vida y, además, se me presentaba como una ocasión preciosa para poner en práctica la invitación del Capítulo de ‘compartir la vida interior’ (AC ’09, n° 26).” P. Manuel João, mccj.

Mi punto de partida son dos hechos personales. El primero es el de mi “enfermedad” (Esclerosis Amiotrófica Lateral, SLA) que me coloca en un “palco” privilegiado y me permite mirar la vida de forma diferente. Desde el “monte” de la enfermedad los horizontes se alargan ante nosotros y el futuro se hace más cercano (ejerciendo un cierto ¡temor y… atracción!). La mirada se dirige también hacia el camino recorrido, que queda a nuestras espaldas, tratando de contemplar el sendero de la vida que baja serpenteando hacia el valle. Eso nos ofrece una visión nueva y la posibilidad de entrar en contacto con los sentimientos más profundos que llevamos dentro.

El segundo hecho es el “deseo”, que siempre me acompañó, de ser “portador de la Palabra”. Deseo que tantas veces, por desgracia, quedó solo en eso pero que a su vez ha sido luz, guía, motivación que ha dado sentido a mi vida misionera. De este deseo abrevo, porque veo en él la expresión de lo que hay de más verdadero en nosotros, por encima de nuestros logros y fallos.

Perdonadme si estos dos puntos de salida dan un tono demasiado personal a este compartir. Me anima y me da coraje pensar que lo que voy a decir puede servir como “ocasión” para que emerja vuestra experiencia personal y se convierta en motivo para vuestro “compartir comunitario”. He dividido estas páginas en 7 puntos pensando que puedan ser elegidos, en distintas ocasiones, como temas a compartir en comunidad. Será una forma de alabar al Señor por el protagonismo de la Palabra en nuestra vida. Sentirse amados, perdonados, nutridos, sostenidos por esta Palabra que llevamos encima. Es más, tomar conciencia de ser “llevados” por la Palabra, a la que hemos sido “confiados” (Hech.20, 32). De “Servidores de la Palabra”, nos descubriremos sus primeros “beneficiados”. La Palabra-Señora se transforma también en nuestra Sierva, arrodillándose delante de nosotros para lavar los pies de sus discípulos.

En anexo, el texto completo en 6 idiomas.