Martes 6 de octubre 2015
Queridos hermanos: ¡Paz en Cristo nuestra Vida! Ya estamos a punto de concluir el XVIII Capítulo General y sentimos un fuerte deseo de compartir con todos un mensaje de comunión y esperanza. Habéis estado muy presentes en nuestras reflexiones y en las decisiones tomadas; os agradecemos vuestra oración y sobre todo vuestro testimonio de servicio y entrega. Reconocemos con agradecimiento el trabajo de preparación a este Capítulo General realizado en todas las circunscripciones : las propuestas, las sugerencias y las reflexiones nos han ayudado mucho en el discernimiento. […]

Resulta difícil expresar con palabras la experiencia de comunión vivida juntos durante estos días. Ciertamente ha sido una celebración de fraternidad, de pasión compartida por la misión. Nos hemos puesto a la búsqueda de las huellas de Daniel Comboni entre los desafíos misioneros que nos lanza la humanidad de hoy. Todo esto, bajo el impulso del Espíritu del Resucitado, que nos lleva a superar miedos y desánimos, para creer en la profecía de un mundo nuevo en el que prevalezcan la reconciliación, la justicia y una paz duradera.

De modo particular nos ha acompañado el sufrimiento de la gente con quienes hacemos causa común. Llevamos en el corazón Centroáfrica, Sudán del Sur, Eritrea, la tragedia de los refugiados... y de algún modo, cada país donde vivimos. Estas tragedias son también nuestras; el Amor vence siempre al mal, aunque éste pueda parecer insuperable.

En este momento,  os aseguramos que el Capítulo ha sido una experiencia de alegría y comunión que nos ha sorprendido a nosotros mismos: hemos re-descubierto la belleza de nuestra vocación misionera comboniana. El Señor Jesús sigue invitándonos a escribir el Evangelio de la Misericordia en las periferias sufrientes, entre los pobres y quienes no han sido evangelizados, muchas veces descartados por un sistema de muerte o anulados por la indiferencia.

Hoy la compleja realidad de la sociedad, de la Iglesia y de nuestro Instituto nos pone frente a nuestros límites en diversos modos. Hoy más que nunca, somos invitados a una profunda conversión personal, comunitaria e institucional, al encuentro transformador con el Buen Pastor, corazón de nuestro carisma, y a la revisión de nuestros compromisos, para ser cada vez más humildes servidores y colaboradores de la misión.

Los gestos y la enseñanza del Papa Francisco, a quien hemos encontrado y quien nos ha manifestado su aprecio por lo que hacemos dándonos su bendición, confirman para nosotros el sueño de Daniel Comboni.

Queremos, junto con todos vosotros, agradecer al padre general, Enrique Sánchez, y su consejo su entrega total al Instituto durante este sexenio: que la certeza de haber servido a Dios en nosotros, le llene de alegría en el camino misionero que le espera.

Igualmente renovamos nuestra amistad, oración y colaboración responsable al P. Tesfaye Tadesse, nuevo padre general, y a los consejeros generales que le ayudarán en la guía del Instituto.

Al recibir los Documentos Capitulares y tenerlos en vuestras manos, podéis estar seguros de que realmente os pertenecen: nosotros hemos sido simples instrumentos de Dios, buscando hacer converger ideas, sueños y propuestas. Ahora, como María nuestra Madre, todos juntos, sin distinciones, podemos encarnarlos, en actitudes misioneras iluminadas de la alegría del Evangelio que hoy el mundo nos pide con tanta insistencia.
Roma, 3 de octubre 2015