Lucas narra la conversión de Zaqueo  con finura de detalles y verbos de movimiento: correr, subir y bajar de un árbol, miradas que se cruzan, intercambio de palabras, puertas que se abren para la fiesta (v. 4-6), y, sobre todo, bolsillos que se abren para devolver y compartir (v. 8). La salvación ha entrado de lleno en la casa de Zaqueo (v. 9), “jefe de publicanos y rico” (v. 2).

Anunciar a un Dios ecologista, “amigo de la vida

Sabiduría 11,22-12,2; Salmo 144; 2Tesalonicenses 1,11-2,2; Lucas 19,1-10

Reflexiones
Omnipotencia que crea y misericordia que sana y re-crea: son dos títulos divinos que el autor del libro de la Sabiduría (I lectura) pone de relieve. El autor es, a la vez, teólogo y poeta: con habilidad y estilo elegante profundiza y hace accesible el misterio de un Dios creador y padre que ama la vida (v. 26). Un Dios ante el cual “el mundo entero es como grano de arena en la balanza, como gota de rocío mañanero” (v. 22); un Dios que otorga subsistencia, existencia, conservación y vida a cada criatura (v. 25-26). Junto con estos títulos de grandeza y honor, el autor pone en evidencia el rostro de Dios: ama a todos los seres, tiene un corazón tierno, se compadece de todos, usa su inmenso poder para perdonar al que se arrepiente de sus pecados (v. 23-24).

Además de ser compasivo y misericordioso, Dios está enamorado de sus criaturas, decidido a protegerlas a todas, porque Él las ha creado. Hoy diríamos que Dios es el primer ecologista, porque es “amigo de la vida” (v. 26). Queda, por tanto, definitivamente superada y hasta sin sentido la idea de un Dios receloso de la felicidad y del poder del hombre, como si fuera su adversario o competidor. Se da en realidad lo contrario: cuanto más feliz es el hombre y cuantos más éxitos consigue, Dios está más orgulloso de su criatura más hermosa.

En voz alta el salmo canta a Dios “clemente y misericordioso, lento a la cólera y grande en el amor”, un Dios bueno con todos y tierno, que “sostiene a los que van a caer”. Al salmo hacen eco las palabras de San Ireneo, obispo y mártir del siglo II: “La gloria de Dios es que el hombre viva” (gloria Dei vivens homo). Verdaderamente, la gloria de Dios encuentra su plenitud en la vida del hombre.

Volvemos a encontrar la misma plenitud de vida en la dramática historia de Zaqueo (Evangelio). Lucas narra su conversión con finura de detalles y verbos de movimiento: correr, subir y bajar de un árbol, miradas que se cruzan, intercambio de palabras, puertas que se abren para la fiesta (v. 4-6), y, sobre todo, bolsillos que se abren para devolver y compartir (v. 8). La salvación ha entrado de lleno en la casa de Zaqueo (v. 9), “jefe de publicanos y rico” (v. 2). Más aún, ha entrado en su corazón ya transformado: se ha realizado, en efecto, el encuentro entre su deseo de ver a Jesús (v. 3) y la auto-invitación de Jesús que tiene que (es decir, quiere) alojarse y celebrar una fiesta en casa de un pecador que lo recibe “muy contento” (v. 6). No se trata de una conversión intimista, sino total, abierta a los demás, compartida en la fiesta; una conversión auténtica hasta el punto de que Zaqueo restituye y reparte el dinero... cosa que es siempre muy difícil.

Fijemos ahora la mirada en el movimiento de los ojos de los protagonistas. Zaqueo busca estratégicamente un lugar elevado para ver a Jesús que pasa. Al llegar a aquel sitio, Jesús levanta los ojos, ve a Zaqueo sobre el árbol y lo invita a bajar en seguida… “Desde lo alto Zaqueo trataba de ver a Jesús, pero ahora es Jesús el que, desde abajo, lo ve primero. Ante el pecador Jesús levanta siempre la mirada, porque su postura es la del siervo que se ha humillado… Igualmente, cuando se queda solo con la adúltera, Jesús levanta la cabeza hacia ella (Jn 8,10), la mira desde abajo, porque el que ama nunca se la da de juez, se rebaja, escoge el último lugar, se inclina ante la persona amada para lavarle los pies” (F. Armellini).

En la historia de Zaqueo triunfa la vida. La vida nueva que Jesús dona al pecador convertido: la vida que Jesús ha venido a traer al mundo para todos. La vida plena -física y espiritual-,  la vida en abundancia (cf. Jn 10,10) es el gran tesoro que Jesús confía a la Iglesia y a sus misioneros para que la lleven a todos, a todas partes. Para esta tarea Él busca gente de buen corazón, testigos que, con la vida y la palabra, ayuden a otras personas en el camino del Evangelio, haciéndoles ver el rostro de Dios. Por eso la misión es anuncio de Dios “amigo de la vida”: Creador de cosas hermosas, Padre que nos entrega a su Hijo Jesús, Señor rico en misericordia, Salvador que perdona y renueva, Redentor que acoge y sana, Pastor que camina con los pecadores, Amigo que hace causa común con los pobres, los excluidos, los últimos... El anuncio del Evangelio es siempre una opción por la vida. Cada opción por la vida es un servicio misionero a la familia humana. Es el mejor servicio de la Iglesia.

El anuncio y el compromiso por la vida engloban necesariamente el “Cuidado de la Casa Común”, es decir, la creación, el cosmos, la vida de la naturaleza, la casa de todos, según la enseñanza del Papa Francisco en la Encíclica «Laudato Si’» (24-5-2015). Con palabras apasionadas, el Papa invita a todos los hombres y mujeres de buena voluntad sobre el mal que provocamos a “nuestra madre Tierra... con el uso irresponsable y el abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella” (n. 1.2). Hoy, a la luz de la Palabra de Dios, damos más espacio a la palabra del Papa sobre este tema, (*) que tiene profundas relaciones con el anuncio misionero y con una espiritualidad cristiana para nuestro tiempo.

Palabra del Papa

(*)       Destino común de los bienes

“Hoy creyentes y no creyentes estamos de acuerdo en que la tierra es esencialmente una herencia común, cuyos frutos deben beneficiar a todos... Por consiguiente, todo planteo ecológico debe incorporar una perspectiva social que tenga en cuenta los derechos fundamentales de los más postergados” (n. 93).

            Conversión ecológica

“La crisis ecológica es un llamado a una profunda conversión interior... Vivir la vocación de ser protectores de la obra de Dios es parte esencial de una existencia virtuosa” (n. 217).

            Sobriedad versus consumo (El Papa usa decenas de veces estas palabras)

“La espiritualidad cristiana propone un modo alternativo de entender la calidad de vida, y alienta un estilo de vida profético y contemplativo, capaz de gozar profundamente sin obsesionarse por el consumo... La espiritualidad cristiana propone un crecimiento con sobriedad y una capacidad de gozar con poco” (n. 222).
Papa Francisco
Encíclica Laudato Si’ (2015)

P. Romeo Ballan, MCCJ

Lucas 19,1-10
PARA JESÚS NO HAY CASOS PERDIDOS

Jesús alerta con frecuencia sobre el riesgo de quedar atrapados por la atracción irresistible del dinero. El deseo insaciable de bienestar material puede echar a perder la vida de una persona. No hace falta ser muy rico. Quien vive esclavo del dinero termina encerrado en sí mismo. Los demás no cuentan. Según Jesús, “donde esté vuestro tesoro, allí estará vuestro corazón.
Esta visión del peligro deshumanizador del dinero no es un recurso del Profeta indignado de Galilea. Diferentes estudios analizan el poder del dinero como una fuerza ligada a pulsiones profundas de autoprotección, búsqueda de seguridad y miedo a la caducidad de nuestra existencia.
Sin embargo, para Jesús, la atracción del dinero no es una especie de enfermedad incurable. Es posible liberarse de su esclavitud y empezar una vida más sana. El rico no es “un caso perdido”. Es muy esclarecedor el relato de Lucas sobre el encuentro de Jesús con un hombre rico de Jericó.
Al atravesar la ciudad, Jesús se encuentra con una escena curiosa. Un hombre de pequeña estatura ha subido a una higuera para poder verlo de cerca. No es desconocido. Se trata de un rico, poderoso “jefe de recaudadores”. Para la gente de Jericó, un ser despreciable, un recaudador corrupto y sin escrúpulos como casi todos. Para los sectores religiosos, “un pecador” sin conversión posible, excluido de toda salvación.
Sin embargo, Jesús le hace una propuesta sorprendente: “Zaqueo, baja en seguida porque tengo que alojarme en tu casa”. Jesús quiere ser acogido en su casa de pecador, en el mundo de dinero y de poder de este hombre despreciado por todos. Zaqueo bajó en seguida y lo recibió con alegría. No tiene miedo de dejar entrar en su vida al Defensor de los pobres.
Lucas no explica lo que sucedió en aquella casa. Sólo dice que el contacto con Jesús transforma radicalmente al rico Zaqueo. Su compromiso es firme. En adelante pensará en los pobres: compartirá con ellos sus bienes. Recordará también a las víctimas de las que ha abusado: les devolverá con creces lo robado. Jesús ha introducido en su vida justicia y amor solidario.
El relato concluye con unas palabras admirables de Jesús: “Hoy ha entrado la salvación en esta casa. También este es hijo de Abraham. Porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido”. También los ricos se pueden convertir. Con Jesús todo es posible. No lo hemos de olvidar nadie. El ha venido para buscar y salvar lo que nosotros podemos estar echando a perder. Para Jesús no hay casos perdidos.

José Antonio Pagola
http://www.musicaliturgica.com

¿PUEDE SALVARSE UN BANQUERO RICO?

Banqueros y publicanos
El protagonista del evangelio de hoy es un jefe de publicanos y rico. Este término no sugiere al lector actual del evangelio el odio y desprecio que sentía el pueblo judío hacia los miembros de esta profesión, que trabajaban al servicio de los romanos y oprimían al pueblo con el cobro de los impuestos. El antiguo publicano no tiene nada que ver con el banquero actual. Pero el odio que suscitan los banqueros en mucha gente desde hace unos años ayuda a entender el evangelio más que una larga exposición histórica sobre los publicanos. Sobre todo, cuando el banquero se ha enriquecido, mientras quienes depositaron su dinero en el banco lo han perdido todo o casi todo.

¿Mandamos a todos los ricos al infierno?
Hasta ahora, en su evangelio, Lucas no se ha limitado a defender a los pobres y a anunciarles un futuro definitivo mejor. Ha criticado también con enorme dureza a los ricos. Ha puesto en boca de María, en el Magníficat, unas palabras más propias de una anarquista que de una monja de clausura, cuando alaba a Dios porque «derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, colma de bienes a los hambrientos y despide vacíos a los ricos.»

Y Jesús se muestra aún más duro en el Discurso de la llanura (equivalente al Sermón del Monte de Mateo): «¡Ay de vosotros, los ricos, porque recibís vuestro consuelo! ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados, porque pasaréis hambre! ¡Ay de los que ahora reís, porque lloraréis y haréis duelo! (Lc 6,24-25). El ejemplo más claro del rico que llora y hace duelo es el de la parábola del rico y Lázaro, que no podrá disfrutar de una eternidad feliz.

¿Significa esto que ningún rico puede salvarse? El episodio del rico que pretende seguir a Jesús, aunque al final desiste porque no es capaz de renunciar a su riqueza, demuestra que un rico puede salvarse si observa los mandamientos (Lc 18,18-23).

¿Qué ocurre cuando se trata de un rico explotador?  La respuesta la da Lucas en el evangelio de hoy, cuya enseñanza podemos resumirla en los puntos siguientes.

El caso de Zaqueo (Lc 19,1-10)
1. Jesús no le pide que lo invite a comer, le dice que quiere alojarse en su casa. Se trata de algo mucho más personal. Cuando Jesús continúe su camino, seguirá presente en la casa y la vida de Zaqueo.

2. La conducta de Jesús resulta escandalosa. Esta vez no escandaliza a fariseos y escribas, a seglares piadosos y teólogos rancios, sino a todos sus seguidores y partidarios, que han aplaudido hasta ahora sus críticas a los ricos.

3. La diferencia entre Jesús y sus partidarios radica en la forma de considerar al jefe de publicanos. Mientras Jesús lo considera una persona y lo llama por su nombre («Zaqueo, baja…»), sus partidarios lo desprecian («un pecador»). Ellos se dejan guiar por una ideología que condena al rico, mientras que Jesús se guía por la fe («también Zaqueo es hijo de Abrahán») y por su misión de buscar y salvar al que se ha perdido. La historia de Zaqueo recuerda las parábolas del hijo pródigo y de la oveja y la moneda perdidas.

4. La conducta de Zaqueo supone un cambio radical y muy duro. Sin que Jesús le exija nada, por pura iniciativa, da a los pobres la mitad de sus bienes y está dispuesto a restituir cuatro veces, si se ha aprovechado de alguno. Zaqueo no es como los banqueros de las subprime. Y esto es lo que Lucas pretende enseñar: incluso un rico hipotéticamente injusto puede convertirse y salvarse; pero no basta invitar a Jesús a comer, debe darse un cambio profundo en su vida, con repercusiones en el ámbito económico.

5. Finalmente, la conducta de Jesús con Zaqueo trae a la memoria el refrán castellano: «más moscas se atraen con una gota de miel que con un barril de hiel». Jesús podía haber criticado y condenado a Zaqueo. Sus seguidores lo habrían aplaudido una vez más. Y Zaqueo habría seguido explotando al pueblo.

Un texto precioso
La primera lectura, tomada del libro de la Sabiduría (11,22-12,2) es un excelente complemento al evangelio. Muchos piensan que el Dios del Antiguo Testamento es un ser cruel y justiciero, enemigo despiadado del pecador. Quien lea este texto tendrá que cambiar de idea: la actitud de Dios es la misma que la de Jesús con Zaqueo.

José Luis Sicre
https://www.feadulta.com