In Pace Christi

Marcon Gabriele

Marcon Gabriele
Fecha de nacimiento : 01/01/1925
Lugar de nacimiento : Pressana
Votos temporales : 09/09/1955
Votos perpetuos : 09/09/1958
Fecha de ordenación : 14/03/1959
Fecha de fallecimiento : 09/07/2005
Lugar de fallecimiento : Verona

Gabriel de joven había conseguido el título de maestro, era activo en el grupo de los Jóvenes de Acción Católica y como catequista parroquial. Durante la guerra fue llamado al servicio militar. Al final de la guerra y en los confusos días que siguieron al 25 de abril de 1945, Gabriel, para no caer en la red de la pequeña República que los fascistas intentaban formar, abandonó el ejército y, como no tenía dinero para pagar el billete, atravesó de noche el río Adige y llegó a su casa.

En aquellos tiempos, el P. Pietro Villa visitaba las parroquias buscando vocaciones adultas. Gabriel sintió la llamada del Señor. Se le pidió que enseñara matemáticas en Trento, en nuestra Escuela Apostólica de Muralta. Hizo el noviciado en Gozzano (1953-1955) y la teología en Venegono (1955-1959). Después fue mandado a Pellegrina, siempre a enseñar matemáticas a los Hermanos.

En 1960 marchó al Brasil. En Balsas fue secretario del obispo, administrador de la prelatura, responsable de los Hermanos, rector del seminario: a esto hay que añadir su ministerio pastoral. Puntual a las prácticas de piedad, estaba siempre disponible para celebraciones particulares, como aquellas para los diversos gru-pos de estudiantes y de fin del año escolar. Le gustaba celebrar para los enfermos y ancianos. Estas son las diversas misiones en las que trabajó: Alto Parnaíba, São Raimundo das Mangabeiras, Açailândia, Timon (São Antonio). Durante un cierto período estuvo también en Portugal como formador en la casa de Coimbra. Tímido, inteligente, sencillo y agudo, hablaba bien y con mucha sencillez. Gustaba mucho a la gente.
Tenía una memoria fenomenal. Recordaba incluso nombres de personas conocidas muchos años antes, aunque raramente volvía a encontrarlas, porque temía emocionarse demasiado.

Siempre pronto a la obediencia, no se lamentaba nunca, cuando se le trasladaba. Entendía de muchas cosas: trabajos materiales, construcciones, automóviles, electrónica… Se sentía feliz y le gustaba hacer felices a los demás con sus burlas y chistes. Nunca perdió la inspiración de maestro y de catequista que tenía desde adolescente con los jóvenes de Acción Católica.

Crecido según los parámetros de la Iglesia Tridentina y habiendo experimentado en la juventud las “luchas” de la Acción Católica contra el fascismo, tenía un fuerte amor a la Iglesia y quería que fuese perfecta. No aceptaba críticas a la jerarquía. Sufría mucho cuando oía de algún hermano que quería dejar el sacerdocio o el Instituto. Para él la fidelidad a los compromisos asumidos era una responsabilidad tan grande que no admitía debilidad o renuncia.

Amaba a los hermanos y hacía de todo para que se encontrasen bien cuando venían a visitarlo. ¿Quién de ellos no había probado los “macarrones” que Gabriel preparaba con tanto cuidado? No soportaba que se hablase mal de un hermano. Estaba siempre pronto a desdramatizar con alguna frase, como aquella vez que, al final de una vivaz discusión sobre la teología de la liberación, exclamó: “¡Quiero morir esclavo!” Fue como un jarro de agua fría y ninguno ya dijo nada!

Pasó los últimos años en Timon (São Antonio) en comunidad con los postulantes. Uno de ellos ha escrito: “El P. Gabriele ha sido un ejemplo de aceptación y testimonio del Reino. Nos ha ayudado mucho a los postulantes en la llamada radical al carisma y a la misión de San Daniel Comboni. Nos ha animado con una experiencia misionera y una sabiduría propia de los hombres grandes. Hemos notado en él especialmente tres aspectos. Primero, el valor de la comunidad. Como superior de la casa de formación mostraba una preocu-pación especial de que todos se sintieran bien. Los momentos comunitarios, como las comidas y las cele-braciones especiales, eran ocasión de verdadera alegría y felicidad. Segundo, la oración personal y comunitaria.

Casi siempre era él el que presidía la oración comunitaria y nos decía que el amor y el celo por la oración habían sido los dos pilares de su vocación misionera. Todas las mañanas, antes de ir a la capilla, se veía la luz en su habitación y se oía una voz baja que susurraba: era él que rezaba. Tercero, el amor y la confianza en el Señor. Nos entusiasmaba con su amor profundo y de confianza total en el Señor. A veces nos revelaba algún hecho interesante de su vida privada. Como, por ejemplo, cuando, en su primera visita a las comunidades de las zonas rurales de Balsas, solo, a caballo, a pleno sol, la lengua y la garganta secas, comenzó a pensar: ¿Qué estoy haciendo aquí, lejos de los míos y de mi país? Me venían ganas de llorar… Más aún, en un momento lágrimas abundantes me bañaron los labios y la lengua. Pero, en aquel momento sentí también que el Señor estaba conmigo. Esta confianza en su presencia me ha acompañado después toda mi vida”.

Últimamente el P. Gabriele se había trasladado a São Luís, sobre todo, para no ser de peso a la comunidad de Timon. En el hospital descubrieron que el hígado estaba muy mal. Entonces marchó a Verona, con la esperanza de ser operado y después volver. Quería en absoluto morir en Brasil. Seguimos, vía Internet el desarrollo de la enfermedad. Al alba del 9 de julio recibimos la noticia de que su carrera terrena había terminado. En las comunidades donde hemos celebrado la Sta. Misa en sufragio, mucha gente ha llorado, recordando al P. Gabriele tan bueno, estimado y amado.

Ha sido hermoso vivir con él, tan feliz de ser el “siervo fiel de Nuestro Señor Jesucristo”, como le gustaba presentarse, parafraseando el propio nombre “Gabriele”. Y así ha vivido siempre: Un hermano humilde y feliz, un hombre de Dios y de los pobres. De los testimonios que el P. Gabriel nos ha dejado hemos comprendido que se dio sin reservas al Señor y a la misión, como San Daniel Comboni.
(P. Candido Poli)