In Pace Christi

Denicolò Luigi

Denicolò Luigi
Fecha de nacimiento : 16/12/1925
Lugar de nacimiento : Livinallongo Col di Lana
Votos temporales : 15/08/1945
Votos perpetuos : 22/09/1950
Fecha de ordenación : 19/05/1951
Fecha de fallecimiento : 23/05/2008
Lugar de fallecimiento : Verona

He recibido la noticia de la muerte del P. Luigi Denicoló de la oficina del Cardenal Gabriel Zubeir Wako. En el correo electrónico he encontrado después un mensaje del P. Giancarlo Ramanzini que decía: “Caros amigos, hoy, después de la cena, el P. Luigi se ha dirigido a la salita de la televisión para escuchar las noticias. De pronto ha bajado la cabeza con la boca abierta, como si se hubiera dormido. Después el Hno. Giuseppe Manara nos ha comunicado la triste noticia de su muerte. Ha vuelto a la casa del Padre sin disturbar a ninguno”.

El P. Luigi había nacido el 16 de diciembre de 1925 en Agai di Pieve Livinallongo (Belluno), en el norte de Italia, de una familia sencilla y pobre, y ha muerto el 23 de mayo de 2008, a la edad de 82 años.

Entró en el noviciado de los Combonianos en 1943, después de haber estudiado algún año en un colegio que tenían los franciscanos. Hizo sus primeros votos el 15 de mayo de 1945 en Venegono y, también en Venegono, en 1950, los votos perpetuos. Fue ordenado sacerdote en la catedral de Milán el 19 de mayo de 1951. Después de haber trascurrido cuatro años en Inglaterra enseñando ciencias a los novicios bajo la dirección del P. Agostino Baroni, el futuro obispo de Kartum, el 1 de agosto fue designado al Comboni College de Kartum, probablemente por petición del mismo P. Baroni.

El P. Luigi llegó al Colegio en 1955 y permaneció allí hasta finales de septiembre de 2007, por más de cincuenta años. Era un buen profesor y comprometido, amigo de los estudiantes. Hemos recibido bastantes cartas en este sentido de varias personas. En una de ellas, por ejemplo, proveniente de Australia, se lee: “Debo mucho, para mi carrera a su entusiasmo por las ciencias. Era también amigo que nos animaba continuamente a cultivar buenas y sanas orientaciones en la vida. Lo considero como un amigo de familia”.

Además de en clase se le encontraba un poco por todas partes, empeñado en mil trabajitos de reparación y manutención, tanto que una vez, en confianza, me dijo que quizás habría realizado mejor su vocación misionera si se hubiera hecho hermano. Pero era también un buen sacerdote y no perdía ninguna oportunidad de ejercer su ministerio sacerdotal.

Encontré al P. Luigi por última vez, el 21 de febrero de 2008, en Verona. Estaba más delgado de lo que solía y bastante débil. Me dijo que no se sentía bastante fuerte para volver a Kartum y que, por el momento, prefería permanecer en Italia. Estaba sereno y añadió que, sin embargo, estaba pronto a ir a donde los superiores lo mandasen, y que, si hubiera recuperado las fuerzas, habría pedido volver a Kartum. Sin embargo sabía que este destino era improbable. Me pidió sólo el favor de mandarle desde Kartum el crucifijo que había recibido el día de su primera profesión y que había dejado en su habitación en el Comboni College.

Durante la homilía de la Misa fúnebre, en la catedral de Kartum, el lunes 26 de mayo, el P. Giovanni Ferracin, hablando del P. Luigi, repitió las palabras usadas por Comboni en una de las recomendaciones a sus misioneros: “El misionero no debe cuidarse del éxito personal: a veces tendrá que ser como una piedra escondida bajo tierra que quizás no saldrá nunca a la luz, pero que entra a formar parte del fundamento de un nuevo y colosal edificio que sólo los que vendrán después de él, verán surgir del terreno”. El P. Luigi había introducido en su corazón verdaderamente estas palabras.

Mons. Daniel Adwok quiso unir la figura del P. Luigi a la de Cristo que “durante la última cena, no se había quitado el delantal que llevaba para el lavatorio de los pies. Aquel delantal significaba el gran acto de servicio que habría ofrecido el día siguiente con el sacrificio de la Cruz. Todas las veces que iba a visitar el Comboni College, veía siempre al P. Luigi con un delantal. Lo llevaba para proteger los trajes, pero para mí era también un signo de su disponibilidad a estar al servicio de la comunidad”.

Gracias, P. Luigi. Continúa todavía teniendo cuidado del Colegio, especialmente de tus hermanos, de los estudiantes de la escuela y de los numerosos estudiantes que han pasado y que ahora ocupan puestos de responsabilidad. Tu trabajo no ha terminado todavía. Estoy seguro que lo harás con el mismo interés que ponías cuando estabas con nosotros.
(P. Salvatore Pacifico)