In Pace Christi

Petri Arcangelo

Petri Arcangelo
Fecha de nacimiento : 11/11/1924
Lugar de nacimiento : Segonzano/TN/I
Votos temporales : 07/10/1944
Votos perpetuos : 23/10/1949
Fecha de ordenación : 03/06/1950
Fecha de fallecimiento : 27/03/2009
Lugar de fallecimiento : Milano/I

El P. Arcangelo Petri nació el 11 de noviembre de 1924 en Segonzano, una pequeña aldea en el Val de Cembra en el Trentino, aldea donde nacieron diversos misioneros y misioneras combonianos. Los inicios de su vocación nos los describe así: “Los combonianos, misioneros de África, vinieron a la Virgen de la Ayuda, cuando misioneros ancianos nos hablaban de África y nos invitaban a ir allá”.

Arcangelo entró en el seminario menor de los combonianos en Trento y, cuando terminó el noviciado en Firenze, hizo los votos temporales el 7 de octubre de 1944. Después de los votos perpetuos, en 1949, fue ordenado sacerdote el 3 de junio de 1950. Desarrolló su servicio en las casas de Trento y Gozzano durante tres años hasta que, en 1953, fue mandado al Sur de Sudán.

Allí, lo asignaron a la misión de Cukudum, entre los Didinga. “Enseguida me encontré bien. Naturalmente era una misión pesada, porque todos los safaris se tenían que hacer a pie. Los más breves eran de 4 o 5 horas, como mínimo. Pero, era un servicio muy gratificante, porque se estaba siempre en contacto con las familias. Se pasaba de aldea en aldea. Allí donde había una capilla, se estaba no menos de una semana. La población respondía muy bien. Puedo afirmar que en esos 11 años se dio un gran cambio: al inicio, teníamos pocos cristianos, cuando me marché había casi 15.000 bautizados”.

En 1964 fue expulsado del Sur de Sudán junto a todos los otros misioneros. Fue un golpe muy duro pero, siguió a Mons. Sixto Mazzoldi y a otros hermanos a Uganda, en la región de Karamoya, que entonces formaba parte de la diócesis de Gulu.

La llegada de un obispo con un grupo de sacerdotes facilitó la erección de la diócesis de Moroto y Mons. Mazzoldi fue su primer obispo. En el sur de Karamoya, en la zona de Moruita, se habían creado campos de prófugos sudaneses que habían huido de la guerra civil entre el Norte y el Sur de Sudán. Muchos de ellos provenían de Cukudum, por lo que el P. Arcangelo se encontró entre su gente.

Fue asignado a la misión de Amudat, no lejos de Moruita, entre los Pokot. Cuando se firmó el tratado de paz entre el Norte y los rebeldes del Sur en 1971, los refugiados volvieron a su patria y se cerraron los campos de Moruita. En 1972 el P. Arcangelo fue enviado a la misión de Namalu, situada en el sur de Karamoya, en una zona muy fértil donde se habían asentado varios grupos de Karimoyón quienes habiendo perdido sus ganados a causa de las razias, intentaban sobrevivir dedicados a la agricultura. Fueron años difíciles para todos: las razias desestabilizaban la vida de las comunidades, la gente estaba más interesada en sus cosas materiales que en el Evangelio, el dictador Amin gobernaba con mano firme y las matanzas de posibles opositores estaban a la orden del día; la expulsión de los ingleses e indios, lo mismo que de algunos misioneros, sumió a todos en la incertidumbre acerca del futuro de la misión.

En 1977, el P. Arcangelo fue nombrado rector del seminario menor de Moroto, situado en Nadiket a pocos kilómetros de Moroto. Allí vivió los años cruciales del período de inestabilidad e inseguridad. Como consejero provincial y representante de los hermanos de la diócesis de Moroto, tuvo ocasión de visitar todas las misiones de la zona y conocer a la gente. El carácter indómito, la claridad para tomar decisiones y el coraje para afrontar situaciones de crisis, especialmente en los períodos de guerra, antes de la caída de Amin en 1979 y después durante los diversos golpes de estado que se subsiguieron hasta el 1986, año en el que asumió el poder el presidente actual Museveni, le ganaron el respeto hasta de los mismos guerreros Karimoyón. Lo pararon varias veces los guerrilleros Jie, sin consecuencias trágicas ya que sabía cómo desafiarlos y, en cierta manera, hacerles entender cómo iban las cosas.

En 1981 Mons. Mazzoldi dejó la diócesis de Moroto por motivos de edad y el nuevo obispo, Mons. Paul Lokiru Kalanda, le pidió al P. Arcangelo que fuera su vicario general. Después de un breve período pasado en la parroquia de Naoi (1983-84), volvió al seminario de Nadiket para sustituir al rector. Los numerosos encargos (además de vicario general y rector del seminario, formaba parte también del consejo de administración de la diócesis), los viajes para visitar las misiones por carreteras en pésimas condiciones, las continuas tensiones causadas por las razias y los frecuentes asaltos a las misiones, comprendido el seminario, minaron su salud. Como sufría calcificación de las vértebras cervicales y de un continuo dolor de espalda, en 1986 anticipó sus vacaciones, para buscar una solución a sus dolores. Hizo mucha terapia con pocos resultados. De hecho, los dolores y la dificultad de movimiento lo acompañaron durante el resto de sus días.

A su vuelta a Uganda, a finales del mismo año, fue asignado de nuevo a la comunidad de Naoi, esperando a que se abriera la casa comboniana de Regina Mundi, donde se trasfirió al año siguiente. Mientras tanto, continuando su servicio a la diócesis como vicario general, pudo encargarse, en particular, del clero diocesano y del mantenimiento de la diócesis.

A finales de 1987, concluyendo su mandato como vicario general, el P. Arcangelo fue enviado a reabrir la misión de Karenga, situada en el extremo norte y frontera con Sudán, que se había cerrado a causa de los ataques de los Karimoyón y ocupada por el ejército regular. En 1988 los soldados dejaron el lugar en manos del P. Arcangelo quien pudo reabrir la misión, con mucho trabajo y fatiga. La vida en Karenga no fue fácil, sea desde el punto de vista pastoral como por los dolores de espalda que no le dejaban en paz. El P. Arcangelo hablando de este período en una entrevista decía: “No hay ninguna tienda en esta zona, habitada por casi 15.000 personas, nosotros llevamos desde Kotido la sal, el jabón, el material escolástico (hay 2.500 alumnos) para la gente. Hemos pensado hacerlo hasta que se encuentre otra solución. Pero no nos limitamos a eso: con la catequesis ayudamos a los fieles a descubrir en el Evangelio y en la Iglesia los caminos del perdón y de la tolerancia y a comprender los errores cometidos. Queremos que la misión sea, más que un centro de actividad asistencial, el centro de una gran familia que trata de vivir solidariamente”.

Volvió a Italia de vacaciones con otro problema físico, la pérdida de la voz. Escribía: “El dolor de espalda y de las cervicales puede soportarse pero la pérdida de la voz, para un misionero, es un límite que lo deja imposibilitado para lo que es esencial a la misión”. Cuando volvió a Uganda, fue asignado como ecónomo a la misión de Kanawat, pero no se quedó allí mucho tiempo ya que pronto tuvo que volver como superior de la comunidad del seminario de Nadiket (1993) y mientras llegaba el nuevo rector, el P. Guido Oliana. Cuando éste llegó el P. Arcangelo fue asignado a Matany como superior. Estábamos en 1994.

Mientras tanto, los problemas de salud aumentaban y sus vacaciones se convertían en tiempo de cura. En 1997 pasó otra vez a Naoi, luego a Kanawat. De ahí, fue transferido a Loyoro, en 1998, y luego a Kapedo, en 1999, y otra vez a Loyoro. El provincial, P. Oliana, en una carta le recordaba que “los misioneros son seminómadas como los Karimoyón”. El P. Arcangelo hizo muchas veces de ‘tapa agujeros’, pero siempre lo hizo con libertad de corazón, con gran espíritu de obediencia y por amor a los hermanos y a la gente.

En el 2000 lo encontramos en Verona curándose y su permanencia en el centro de enfermos se prolongó más de lo previsto. De Verona pasa a Arco y otros achaques se añaden a los ya existentes: tensión alta, migraña, problemas de próstata. Mientras tanto le caduca el billete de vuelta a Uganda y su vuelta se pospone indefinidamente. En 2003 recibe la carta del destino de Uganda a Italia y comenta: “me lo esperaba porque era materialmente imposible pensar en una vuelta a la misión”.

El corazón del P. Arcangelo siguió en Uganda y en Karamoya, como lo demuestran sus cartas al provincial y a los hermanos.

Tuve ocasión de verle algunas veces pasando por Milán. Al final había perdido el oído y eso lo llevaba a aislarse en su habitación con sus recuerdos y en continua unión con el Señor. Su corazón, que había vivido intensamente y solo para la misión, cedió y el Señor lo acogió en su Reino a la edad de 85 años, después de una vida dedicada a ser cazador de almas.
(P. Giuseppe Filippi)