Giuseppe-Zeno Picotti nació el 27 de agosto de 1926 en Badia Calavena (Verona), undécimo de doce hijos. Sus padres eran conocidos y apreciados en los ambientes culturales, no solo católicos. El padre, Giovan Battista, era profesor de historia medieval y moderna en la Universidad de Pisa.
Después de los dos primeros años de liceo, tuvo que empezar el tercero como “emigrante” en Selva di Progno (Verona), en la casa de montaña, adonde el padre había enviado parte de la familia a causa de los bombardeos. Todos os meses se presentaba en el liceo de los Padres Stimmatini para ser preguntado. Durante esos años, Giuseppe-Zeno y su hermano Marco, dos años mayor que él, se habían visto obligados a frecuentar los grupos juveniles fascistas, pero sin dejar de lado las obligaciones de la Acción Católica.
La vocación a la vida sacerdotal, o mejor a la misionera, se manifestó en él desde pequeño favorecida por la educación profundamente católica recibida en familia. Sus padres, por tanto, se mostraron muy contentos cuando, en el liceo, decidió hacerse sacerdote. El padre hubiese preferido que, antes de entrar en el seminario, hubiese terminado el liceo, pero al no poder hacer que se quedase en casa y viendo que estaban para llamarlo a filas lo dejo irse. En 1944, entró en el seminario diocesano que, debido a la guerra, había sido transferido de Verona a Bussolengo. Allí pudo acabar el liceo y hacer los tres primeros años de teología. Estando cerca de Verona, pudo conocer a los Misioneros Combonianos y decidirse a seguir su vocación primigenia: ser misionero.
Entrado en el noviciado de Gozzano, hizo la primera profesión el 3 de mayo de 1950. El 29 de junio de 1950 fue ordenado sacerdote en la catedral de Verona y tres años más tarde emitió los votos perpetuos en Gozzano el 9 de septiembre de 1953, fiesta de S. Pedro Claver.
En esos días el P. Giuseppe-Zeno recibió una carta del Superior General comunicándole su decisión de enviarlo a estudiar Economía y Comercio a la Universidad de Milán y asignándolo a la comunidad de Rebbio de Como, donde estaba el escolasticado de filosofía, invitándole a enseñar algunas materias. Conforme progresaba en los estudios, el ecónomo general lo enviaba a enfrentarse con problemas legales fuera de casa y eso le hizo crearse una experiencia muy valiosa en muchos campos.
El 22 de febrero de 1960 el P. Giuseppe-Zeno se laureó con la tesis “La administración de los Institutos Religiosos”, fruto de su experiencia de seis años de trabajo en el economato y también de un estudio hecho en una treintena de Institutos para conocer su sistema contable.
A finales de 1960 marchaba a Uganda, y allí fue asignado a la diócesis de Arua, en la región del West Nile. Su primera misión fue Maraca. En diciembre de 1961 le nombraron superior de la misión, con la cooperación del P. Renzo Salvano y del jovencísimo Hno. Giuseppe Udeschini, los dos apenas llegados de Italia. Juntos empezaron un trabajo más organizado y amplio, llegando a abrir un dispensario.
En 1963 fue nombrado superior regional de la zona de Arua (en ese tiempo Uganda aún no era una única provincia). En colaboración con otros hermanos, logró empezar un periódico mensual Suru Amadri (Nuestra tierra), el primero en lengua logbara.
Más tarde fue nombrado miembro de la subcomisión precapitular, en vista del Capítulo General de 1969. Así, después de ocho años de ausencia, pudo volver a Italia y encontrar a su familia. Hacia el final del Capítulo General fue elegido ecónomo general. En ese tiempo se dieron cambios relevantes y se tomaron decisiones importante en el Instituto, tales come la institución del Fondo para enfermos y del Fondo para los escolasticados internacionales.
Cuando en 1981 el P. Mario Locatelli fue nombrado ecónomo general, el P. Giuseppe-Zeno pudo volverse a Uganda (1981-1990). En este segundo “periodo ugandés” se encargó de atender a los refugiados ugandeses en el Congo (entonces Zaire). Había por lo menos cuatro campos de prófugos con casi 12.000 refugiados ugandeses. Él, el P. Renzo Salvano y el P. David Baltz organizaron el trabajo pastoral, ayudados por tres Hermanas Combonianas y otras tres de San Vicente de Paúl. De este periodo conservó en la mente y en el corazón las celebraciones solemnes hechas bajo la bóveda del cielo, las visitas a las cabañas, y los numerosos bautismos junto al buen grupo de Acción Católica: “Los refugiados nos decían que les habíamos devuelto la esperanza!”. Después de un par de años volvió a la misión de Otumbari, West Nile. En 1986 fue transferido a Ngeta, en la diócesis de Lira.
A comienzos de 1990 recibió una carta del Superior General, el P. Francesco Pierli, llamándolo a Roma, otra vez como ecónomo general, dada la necesidad que había de regularizar algunas situaciones urgentes. Después de 5 años fue mandado a Egipto, adonde llegó en diciembre de 1995. Allí, desde 1996 a 2001 fue superior de la delegación. Lo que mas le costó y le resultó doloroso de esta nueva etapa fue el hecho de haber sido enviado a una misión y a una tierra de la que no conocía la lengua, el árabe. En el 2000 celebró el 50º de ordenación sacerdotal en el Cairo y en Roma, donde se encontraba para la Intercapitular. En la imagen recuerdo escribió: “Medio siglo entusiasmante siguiendo las huellas del Beato Daniel Comboni”.
Del 2002 al 2004 fue superior de la comunidad del Cairo-Cordi Jesu y adjunto a la administración. En 2004 fue superior, vice-párroco y encargado de la formación permanente en la comunidad del Cairo-Zamalek. En 2008 se fue a Verona para curarse. Desde noviembre de 2008 hasta marzo de 2009 volvió al Cairo intentando retomar las actividades pastorales.
En marzo de 2009 lo encontramos otra vez en Verona curándose, allí moría el 21 de mayo de 2009, día en el que la ciudad celebraba la fiesta litúrgica de San Zeno.
El P. Claudio Lurati, que trabajó con el P. Giuseppe-Zeno durante casi doce años, escribió el siguiente testimonio: “Notamos en él el amor aI Instituto, al que sirvió tan bien; el espíritu juvenil, que le entusiasmaba, le hacía participar con alegría y gran cercanía a los acontecimientos de los que era protagonista y el sufrimiento, tanto espiritual como físico, este último especialmente hacia el fin de su vida”.