In Pace Christi

Rustighini Eugenio

Rustighini Eugenio
Fecha de nacimiento : 17/06/1942
Lugar de nacimiento : Jerago/VA/Italia
Votos temporales : 09/09/1963
Votos perpetuos : 09/09/1966
Fecha de ordenación : 28/06/1967
Fecha de fallecimiento : 17/03/2010
Lugar de fallecimiento : Venegono/VA/I

Eugenio nació en Jerago, provincia de Varese, el 17 de junio de 1942. Cuando tenía once años entró en el seminario de los Tomasinos en Turín y estuvo con ellos de 1953-1958, completando sus primeros estudios. Durante el último año, Eugenio conoció al comboniano P. Enrique Faré que entonces era el encargado de la animación vocacional. Después de un largo contacto epistolar, Eugenio pidió en 1958 entrar en los Misioneros Combonianos. Como precisamente en esos años el Instituto había decidido que se entrase en el noviciado una vez acabado los estudios secundarios, Eugenio fue enviado a Carraia (Lucca) para hacer estos estudios.

Entrado en el noviciado de Gozzano (Novara), emitió los primeros votos en 1963 y los perpetuos en 1966. Hizo los primeros tres años de escolasticado en Brescia, como “prefecto” de los jóvenes seminaristas, y el cuarto en Venegono. Fue ordenado sacerdote el 28 de junio de 1967 en Milán por el Cardenal Giovanni Colombo.

Después de la ordenación fue enviado al seminario menor de Rebbio (Como) durante seis años (1967-1973) como formador y encargado de cuidar a los hermanos ancianos. Aquí recibió su destinación a Centroáfrica.

Es interesante recordar cómo el territorio de Centroáfrica formó parte del Vicariato de Comboni, aún cuando entonces Comboni no pudo hacer nada por falta de personal. Solo en 1966 un grupo de Combonianos pudo llegar a la República Centroafricana, estableciéndose en las parroquias de Agbosi y de Mboki, en la diócesis de Bangassou. Su llegada y presencia en ellas fue debido a algunas decenas de miles de refugiados sudaneses, en su mayoría azande. Después de los acuerdos de Addis Abeba de 1972, los refugiados se volvieron lentamente a Sudán y empezó la nueva fase de la misión comboniana en Centroáfrica. Pasada la emergencia de los refugiados, los últimos treinta años ha contado con hermanas, padres y hermanos buscando responder a las necesidades de la Iglesia y del pueblo centroafricano en distintas zonas y diócesis del país. A nadie faltaron los retos en todos los campos: desde el diálogo con el Islam hasta la cercanía firme pero constructiva con las sectas, desde los latigazos del Sida hasta el empeño en la formación de laicos locales en todos los niveles, para que lleguen a ser cada vez más protagonistas de desarrollo democrático del país y del crecimiento de una comunidad cristiana madura y dinámica.

En este contexto se metió el P. Eugenio durante un período de quince años (1973-1988), durante los cuales trabajó en la misión de Boda como párroco y superior local, en Bangui como superior provincial de Centroáfrica (1981-1986), que entonces comprendía algunas comunidades de Chad, y más tarde en el ministerio pastoral.

Una característica suya, como provincial, era la constante atención por la salud física y moral de los hermanos. Si se daba cuenta de que había algún problema en alguna comunidad, no lo dudaba ponerse en viaje ni recorrer centenares de kilómetros para ir a visitar a los hermanos, intentar resolver el problema lo mejor posible y llevar serenidad.

El P. Eugenio fue provincial en los momentos más difíciles y delicados de Centroáfrica y Chad: golpes de estado, guerras civiles, momentos de fuertes tensiones entre guerrilleros y el gobierno. Fueron momentos de miedo y de peligro para todos: mucha gente inocente fue asesinada y muchas aldeas fueron destruidas. Los misioneros se quedaron aislados unos de otros durante meses, precisamente porque era peligroso viajar. Se llegaron a perder hasta los contactos con ellos y cada vez resultaba más difícil entrar o salir de Chad.

Mandado a Italia en 1988, el P. Eugenio trabajó en Casavatore (1988-1991) en la animación misionera, como ecónomo y en la pastoral con los inmigrantes. De 1991 a 1999 estuvo en Gordola (Suiza), dedicado a ayudar a los ancianos. Transferido a Venegono, trabajó en la animación misionera y en el ministerio pastoral hasta sus últimos días. Siempre supo transformar su condición física frágil en una “misión”: mediante su presencia activa en la comunidad, el ministerio en las parroquias cercanas, haciéndose disponible para confesar y para la dirección espiritual de tantas personas que lo buscaban y dedicando tanto tiempo a la oración.

El P. Eugenio murió en Venegono (Varese) el 17 de marzo de 2010. Los funerales se tuvieron el 19 en Jerago, su aldea natal. El párroco, don Remo Ciapparella, hizo notar que precisamente el 19 de marzo había programado tener un encuentro en la parroquia con el P. Eugenio dentro del año sacerdotal, pero dio su testimonio con su muerte, concluyendo así una vida ofrecida.

Citamos el testimonio de un cohermano: “Con su muerte nos ha dejado un vacío, pero también una herencia: nos ha enseñado que la vida se vive en lo cotidiano, como un don que hay que amar y compartir. Podemos decir que la fidelidad caracterizó toda la vida del P. Eugenio: fidelidad a su vocación misionera, fidelidad a la oración, fidelidad a los cargos que se le confiaron en sus casi cuarenta y siete años de vida religiosa y tres de ministerio sacerdotal”.