Giuseppe Parise nació en Marostica, provincia de Vicenza, el 7 de julio de 1947. Era corpulento pero de carácter muy tímido y reservado; parecía un gigante, y sin embargo, durante toda su vida, tuvo una frágil salud. Su vocación estaba muy atada a la tierra y al creado: no se puede hablar de Giuseppe, sin hablar de vacas, terneros, gallinas, peces y colmenas, pozos y bombas que tenían que servir para regar limoneros y mangos, naranjos y verduras de todo tipo.
A los dieciocho años entró en el noviciado de Firenze, donde emitió los primeros votos en 1967. Enseguida después fue enviado a Pordenone, a aprender el oficio de mecánico.
El Hno. Giuseppe transcurrió toda su vida misionera en el Norte de Sudán, adonde llegó por primera vez en 1970. Después de una introducción de dos años en la Escuela Técnica San José de Jartum para estudiar el árabe, fue asignado a El Obeid donde permaneció diecinueve años.
En 1974 se encontraba en Limone, Italia, para la profesión perpetua. En aquella ocasión, expresó de esta manera la gratitud por su vocación: “Te agradezco, Señor, por encontrarme aquí hoy junto a muchos hermanos en la iglesia donde nuestro padre, Comboni, recibió la semilla de la fe. Gracias por haberme hecho recorrer sus caminos en la tierra que amó hasta el sacrificio de la vida”.
En El Obeid el Hno. Giuseppe asumió varias tareas diocesanas, especialmente el garaje mecánico y el proyecto agrícola de Benjadid. En los últimos dos años pasados en esa diócesis fue transferido de la residencia del obispo a la nueva Casa Comboni, abierta el 1° de enero de 1988.
En 1989 comenzó un nuevo capítulo de su vida, que duraría diez años. Fue llamado a Kobar, Jartum, para ser ecónomo del nuevo seminario mayor. En aquel período pudo entrar en contacto con quienes hoy constituyen el clero local sudanés. En el seminario fue siempre muy apreciado, no solo por la capacidad de procurar comida, sino también por saber ser compañero de camino y punto de referencia, de tal forma que algunos seminaristas lo eligieron como director espiritual. Mientras tanto, aprovechando de un buen lote de tierra que pertenecía al seminario y que estaba cerca del Nilo, construyó un almacén y una buena huerta.
Después de participar al curso de renovación de Roma, el Hno. Giuseppe volvió gustosamente a Sudán y en el 2000 fue asignado otra vez a El Obeid. Allí se encargó de la Casa Comboni, pero de manera especial del proyecto Malbes, lugar unido históricamente a Comboni. Se pensaba construir un Centro de espiritualidad, pero por complicaciones legales, el proyecto no se ha podido realizar aún.
En 2005 fue enviado a la comunidad de Nyala, en Darfur y también ahí, empezó a ocuparse de un terreno abandonado, a pocos kilómetros de la ciudad, pero la guerra en Darfur y la presencia, en la zona, de las milicias Janjaweed han hecho que el lugar sea cada vez más peligroso y difícil de alcanzar.
En julio de 2009, el Hno. Giuseppe pidió anticipar sus vacaciones porque se sentía tan débil que dudaba fuese capaz de continuar la obra que le habían encomendado. Cuando llegó a Italia, en otoño de 2009, le descubrieron que padecía una enfermedad rara llamada “miastenia gravis”, que le causaba una debilidad general que le impedía tener la cabeza derecha y masticar. Se le puso un tratamiento pero no se resolvió la gravedad de la enfermedad. Aún así el Hno. Giuseppe pidió insistentemente volver a Sudán.
Por eso, a comienzos de 2010, fue enviado a la comunidad de Port Sudán con la recomendación de preocuparse de su salud pero, aunque la enfermedad le obligaba a hacer constantes controles y a trabajar lentamente, se mostraba ansioso por dar todo lo que podía. Era el encargado de los distintos servicios a la comunidad, en particular de la cocina. Completó también la construcción de Suakim. Últimamente había emprendido algunos trabajos de manutención y reestructuración de la casa.
La mañana del 18 de abril de 2011, el Hno. Giuseppe encontró gran dificultad para respirar y fue llevado al hospital más cercano. Por la tarde la situación se agravó y fue transferido a otro hospital, a la unidad de cuidados intensivos. Allí entró en coma y murió pocas horas después.
Al día siguiente, los fieles de Port Sudán participaron en gran número al funeral y acompañaron el féretro al cementerio cristiano, donde el Hno. Giuseppe fue enterrado cerca del Hno. Andrea Eleuterio, muerto también él en Port Sudán diez años antes.
El Hno. Giuseppe fue un gran ejemplo para todos, por su profundo amor a su vocación misionera y a su consagración religiosa. En su correspondencia epistolar no es difícil encontrar frases sencillas pero que transparentan su confianza en Dios y su deseo de prestar mayor atención a la vida espiritual y a la oración personal.
(P. Angelo Giorgetti)