El P. Luigi Crotti nació en Albinea, Reggio Emilia, el 21 de abril de 1920. Entró pronto en el seminario episcopal de Reggio Emilia, donde completó la escuela secundaria. Pasó al noviciado comboniano de Venegono en otoño de 1940, hizo la primera profesión el 7 de octubre de 1942. Hizo el escolasticado en Rebbio, y allí fue ordenado sacerdote el 29 de mayo de 1945.
Durante tres años fue profesor y prefecto en Carraia. En 1946-47 fue de propagandista y reclutador, teniendo como base la comunidad de Carraia.
En 1948 fue destinado a la NAP. Comenzó su ministerio en California, en Pala, una reserva india encomendada a los combonianos. Era un apasionado de la cinematografía, hizo un curso en Los Ángeles y, al regresar a Pala, realizó su primer documental. El interés que el P. Luigi tuvo por los medios durante toda su vida, no podía tener un principio más favorable. En marzo de 1953 fue a Cincinnati para rodar la “voz de Dios”.
En 1956 regresó a Italia. Durante este período preparó mucho material misionero. Fue destinado durante tres años a la comunidad de San Pancracio, en Roma, sobre todo como responsable de los audiovisuales, luego a Carraia como reclutador y, un año después, superior de la casa.
En 1961 fue enviado a Londres, para dirigir la revista “Missions” y trabajar también entre los emigrantes italianos. Al regresar a Italia se dedicó al ministerio en la casa de Milán. En marzo de 1964 montó el documental “Bebedores de sangre”.
En 1965 fue enviado a Verona y allí durante siete años pudo dedicarse más intensamente a los audiovisuales. En junio de 1966 escribía: “me confían los estudiantes africanos; después vuelvo a rodar películas. África tiene otro rostro. Estoy preparando transmisiones para el centenario del Instituto”. Y en octubre de 1968: “vuelvo a Uganda para realizar documentales”. Pasó luego otros seis años en la comunidad de Milán.
A comienzos de 1979 el P. Luigi fue destinado a Uganda. Allí pasó cinco años de ministerio fructífero en la misión de Kanawat, entre los karimojong. Al llegar a la nueva misión, se insertó enseguida en la pastoral de la parroquia, dedicándose principalmente a la enseñanza de la Biblia en la cercana escuela superior. De este modo tuvo la posibilidad de dar vida a un grupo de jóvenes voluntarios comprometidos en el testimonio de los valores cristianos que se dedicaban de modo especial a ayudar a los hermanos y hermanas probados y destruidos por la enfermedad del momento que era el cólera, y por la violencia del país.
Al volver a Italia en 1984, el P. Luigi, con el permiso de los superiores, se dedicó durante cuatro años al movimiento carismático, especialmente en la diócesis de Asís. En 1987 escribió a los superiores: “bajo muchos aspectos fueron tres años maravillosos, con hermosas experiencias, pero también de sufrimiento de diversa índole... Me aconsejé con mi obispo. Le dije que quiero permanecer comboniano a toda costa”.
Así continuó con su ministerio en las comunidades combonianas de Florencia, Verona, en la iglesia de San Tomio, y en Milán. En el año 2005 fue como enfermo al Centro Ambrosoli de Milán, donde murió el 27 de febrero de 2013.