El P. Marco de Angelis nació en Mondavio, provincia de Pesaro y Urbino, el 13 de febrero de 1952.
En 1976 escribía: “Entré en el seminario menor de Pesaro en 1962. Entonces no podía comprender el significado profundo de esta llamada misionera, pero con el crecimiento de mi personalidad maduraba cada vez más la exigencia de ayudar a otros. Las dificultades no faltaron, pero el Señor me ha ayudado siempre. El haber iniciado una experiencia profunda con Dios me hizo experimentar cómo fue Él a llamarme al apostolado, independientemente de mis dotes, es más, me hizo caer en la cuenta de mis límites para sacarme cualquier motivo de orgullo personal”.
Después de Pesaro hizo el noviciado en Venegono 1974-1976, concluyó los cursos de teología en Florencia 1971-74 y obtuvo el diploma de bachiller en teología en el Seráfico al 25 de junio de 1979. Fue ordenado el 24 de junio de 1979 por el papa San Juan Pablo II.
Su vida misionera se divide en dos períodos: el periodo en Italia 1979-87 y 1999-2014 y el período en Congo 1987-1999.
Después del tiempo transcurrido en Italia 1979-1987, en Pesaro como animador misionero y en Bari como formador en el seminario menor y superior local y después de un año en París para el estudio de la lengua francesa, fue destinado a la provincia de Congo. Allí permaneció durante doce años. Fue mandado primero a Isiro para el trabajo pastoral, luego a Kisangani como formador de postulantes Hermanos y estudiantes hasta 1999.
Scribe el P. Fermo Bernasconi: “Las relaciones con los demás fueron su pasión y a veces también su cruz. En su trabajo pastoral, sobre todo con los jóvenes en la parroquia de Santa Ana de Isiro, en la República Democrática de Congo, había buscado sobre todo construir relaciones pastorales basadas en la amistad y confianza, para poder construir juntos con las personas un camino de fe. Fue en Santa Ana donde la tarde de la Pascua, después que las dos comunidades combonianas hubiesen cenado juntos, al volver a casa el P. Marco fue mordido por una víbora. Los cuidados del Hno. Tarcisio Calligari, las combonianas y la hermana médico dominica, española, que pasaron la noche atendiéndolo, consiguieron salvarlo pero su salud quedó afectada.
Además de su trabajo pastoral también había sido elegido como formador en el postulantado de Kisangani, donde permaneció durante varios años que no siempre fueron fáciles, hasta su regreso a Italia, al servicio de la provincia italiana. Al regresar a Italia fue destinado a Lecce por seis años para la animación misionera y vocacional. Fue consejero provincial durante cinco años. Luego pasó cuatro años en la comunidad de Bari y luego un año en Bolonia para el ministerio pastoral. Después de un año en Roma en la animación misionera y la oficina de viajes y ACSE, en diciembre del 2011 pasó a la diócesis de Fano donde el Obispo le encomendó un cargo pastoral, en la parroquia de Cartoceto como vicario. En marzo de 2012 estaba en la diócesis de Teramo-Atri donde el Obispo lo nombró administrador de dos pequeñas parroquias. Murió el 4 de julio de 2014 en Pineto, en la provincia de Teramo. “Se apagó la noche pasada, después de la larga lucha con un mal incurable D. Marco de Angelis. El párroco de Pineto murió en la propia habitación en el barrio de los Poetas. En la misma casa se preparó la capilla ardiente de las nueve de la mañana hasta las 21. Fue grande el pesar en la pequeña ciudad adriática por la pérdida de un párroco y un guía, y no solo espiritual para tanta gente” (de Cityrumors.it). El provincial de Italia, P. Giovanni Munari, en unas palabras al final de la celebración fúnebre recordó que el P. Marco y él fueron compañeros de noviciado y el P. Marco era el tercero de su grupo que había alcanzado la meta final. Recordó su última visita al P. Marco. Le había preguntado si, en vista de la gravedad de la situación de su salud, no sería mejor para él ir a una estructura comboniana donde poder ser ayudado. El P. Marco había preferido quedarse en la parroquia y en la familia que lo había cogido para continuar ofreciendo su testimonio.
Testimonios de los parroquianos de Pineto
De repente el P. Marco se presentó a la comunidad parroquial exponiendo sus proyectos de hacer comunidad a y sus palabras iban precedidas por actitudes de apertura y acogida de sus parroquianos. A partir de la acogida que nos mostraba durante sus homilías remachando constantemente la importancia de amar y entregar amor en lo cotidiano y en nuestras vidas de ciudadanos y parroquianos. Su entusiasmo se hacía fervor cuando se dedicaba a los proyectos con los jóvenes parroquianos, con los niños con los que trabajaba para hacerlos crecer en el gozo de la palabra de Dios. Escribió: “El desafío es convertir los oratorios en espacios de acogida y de diálogo, de verdaderos puntos de institución informal, entre la realidad local y los desafíos planetarios, entre lo virtual y lo real, entre el tiempo de la despreocupación y el de la asunción de responsabilidades”. La herencia que el P. Marco nos deja es una gran enseñanza de humildad, fuerza, tenacidad, amor y determinación confiando siempre y solamente en el Señor, y, por ende, de una grande serenidad.