El P. Javier, hijo de Juan Sánchez Flores y Adita Edith de Jesús Vargas Torres, nació el 8 de marzo de 1942 en Iquitos (Loreto-Perú), en la región conocida en Perú como “Selva”: una zona bella, de gente tenaz, que vive con esfuerzo y dedicación. En este contexto se forjó, ya desde la niñez, su fuerte personalidad.
Entró en el Instituto en 1967, cuando los combonianos se llamaban todavía “Misoneros Hijos del Sagrado Corazón”, después de haber estudiado durante algún tiempo en la Facultad de Teología, como seminarista del seminario de la Arquidiócesis de Lima.
Javier hizo un año de postulantado en España y, después, fue a Melatz, Alemania, para el noviciado. Allí emitió sus priemros votos el 11 de octubre de 1970. Estudió teología en Roma, donde emitió sus votos perpetuos el 25 de marzo de 1973 y donde, en el mismo año, recibió la ordenación de diácono. El 18 de agosto de 1973 fue ordenado sacerdote en Lima por el Cardenal Juan Landázuri Ricketts.
Siendo el primer comboniano del Perú, pudo hacer estudios ulteriores en Europa. Después de una primera experiencia misionera durante un año en la parroquia de Santa Ana de Tarma, de 1974 a 1977 estudió en la universidad de Lovanium (Bélgica) para obtener la licencia en Teología Pastoral.
Regresó a Tarma, donde estuvo encargado de la parroquia “Señor de los Milagros” durante diez años, hasta 1987. El Obispo de Tarma, Mons. Lorenzo Unfried, lo nombró Vicario General de la diócesis, encontrando en él un insustituible colaborador.
Reproducimos aquí parte del testimonio de una profesora de Tarma, Rosa Salazar Grozo, que ha conocido al P. Javier apenas llegado a la parroquia del Señor de los Milagros y ha colaborado con él algunos años: “Era un hombre de estatura media pero con una gran preparación y una voz potente, inconfundible, que llamaba la atención de todos en las homilías. Llegaba a las personas con amor pero también con firmeza, nos hacía ver el bien y el mal, y esto nos llevaba a reflexión y cambio de vida. Su prioridad eran los niños y jóvenes que invitaba a participar en la parroquia y para los que organizaba ‘vacaciones útiles’. Realizaba un trabajo continuo de formación y orientación a favor de los jóvenes, ayudándoles a encontrar su camino, en la vida religiosa, por ejemplo. Visitaba frecuentemente las familias y era cordial con todos. Fue él el que inició en Tarma la transmisión radiofónica de la Misa dominical y tenía también un espacio dentro de un programa local de Televisión, en el que presentaba diversos temas de reflexión”.
En 1988 fue destinado a México y trabajó en una parroquia de La Paz, en Baja California, hasta 1992. “Recordaba con gusto este periodo de la Baja California mexicana –ha dicho el P. Teresino Serra- y decía que el contacto con el pueblo mexicano había despertado en él el entusiasmo pastoral y que su permanencia en México, aunque breve, había sido una gracia misionera para su sacerdocio. Tenía un corazón bueno y atento. Muchas familias, en Baja California, lo recuerdan por sus atenciones con los enfermos”.
En 1992 regresó a Perú y hasta 1998 estuvo encargado de la animación misionera en Arequipa. En 1999 paso al Centro de Animación Misionera de Lima. En 2001 hizo el Curso de Renovación de Roma y, de regreso a Perú, fue destinado a la casa provincial de Monterrico, desde donde siguió ejerciendo diversos ministerios, incluido el de Secretario del Centro Nacional Misionero.
El año pasado había pedido un tiempo de ausencia de comunidad para cuidar a su anciana madre, Adita, que pronto murió.
El P. Javier nos dejó el 31 de julio de 2014, a causa de la diabetes. Ha sido sepultado junto a otros combonianos en la capilla que el Instituto tiene en el cementerio británico de Lima.