Roma, jueves 4 de abril del 2013
El Foro Social Mundial – que tuvo lugar del 26 al 30 de marzo en el Campus Universitario de Al Manara, Túnez – ha terminado. La familia comboniana ha participado como “Misioneros y Misioneras Combonianos”. Hubo un total de 31 misioneros (19 combonianos, 10 combonianas y dos laicos) que en el mismo contexto organizaron el Foro Comboniano el 25, la tarde del 30 y el 31 de marzo. Los misioneros siguieron la liturgia de la Semana Santa en la catedral de la diócesis de Túnez.
Publicamos enseguida su texto conclusivo.

 

Primavera de diálogo
Hacia la dignidad de la familia humana

Huésped de un pueblo que está renaciendo, la familia comboniana reunida en el Foro Social Mundial ha respirado la primavera árabe y la fuerza de los sueños de la gente.

En Túnez se despiertan la dignidad del espíritu crítico de las mujeres, la potencialidad de los jóvenes y su deseo de abrirse al mundo. Esta sed de liberación, de una religión de rostro humano, es propia de la Pascua que hemos celebrado en los días del Foro.

La Semana Santa dio un sabor especial a la sed de justicia y de paz compartida con muchos pueblos y movimientos sociales. Por el contrario, los desafíos mundiales han iluminado de modo nuevo, para nosotros, el misterio de la Pascua celebrada con la pequeña iglesia local.

Vivimos días de respeto y atenta escucha del mundo islámico, provocados por la dimensión intercultural que es propia de estos encuentros de la sociedad civil mundial.

Por primera vez, estuvimos presentes en el Foro no sólo escuchando, sino proponiéndonos como Misioneras y Misioneros Combonianos, con nuestras actividades, experiencias y nuestro mensaje.

Nos sentimos en el lugar justo: en diálogo con tantas personas que buscan, juntos con otros hermanos y hermanas que caminan en la misma dirección, animadores misioneros inmersos y desafiado por el pluralismo de ideas y movimientos.

Voz de nuestros pueblos, dando razón de nuestra esperanza con la coherencia de quien vive al lado de la gente, fuimos de los pocos testigos directos, en el Foro, de los dramas de varios países en conflicto en África subsahariana y en el mundo árabe.

Percibimos la riqueza del compromiso de la iglesia en los diversos ambientes de Justicia Paz e Integridad de la Creación que también nosotros llevamos adelante. Nos sentimos confirmados, de descubrir también en otros la misma metodología de Comboni: “Salvar África con África”.

Hemos construido juntos, misioneras y misioneros, un Foro comboniano al lado de los acontecimientos del Foro Social Mundial. Este camino nos enriquece y nos hace bien, es una oportunidad irrepetible de formación permanente y nos permite creer que un mundo mejor es posible.

Areópago de evangelización
Somos hombres y mujeres de la calle y del Evangelio. Tenemos una grande riqueza y experiencia de vida misionera para compartir.

Pero tenemos que sistematizarla, ajustar las piezas, explicitarla y reflejarnos más profundamente.

Nos interrogamos sobre cuál debe ser nuestra misión hoy sabiendo que nos toca proponer una teología y una espiritualidad encarnada, alimentada en la escucha bíblica, en camino con Cristo verdadero liberador de la historia, recuperando la mística de los pueblos a los que pertenecemos y servimos, en diálogo con el patrimonio espiritual de las poblaciones nativas y de las grandes tradiciones religiosas del mundo.

La fuerza de nuestra fe e identidad está en la inclusión y en la escucha, más que en la definición de fronteras y diferencias. Acogemos el desafío de abrirnos al mundo y combatir todo tipo de prejuicio.

Comprometernos juntos como familia comboniana no es el objetivo, sino la condición inicial y necesaria para ser misioneros hoy.

Percibimos que debería haber más espacio para los laicos misioneros y para la gente con la que vivimos y trabajamos, en redes cada vez más ricas y competentes para afrontar los complejos desafíos de hoy: el protagonismo es suyo, nosotros con ellos somos sal y fermento para amasar una nueva historia, piedras escondidas como enseñaba Comboni.

Continuar el camino
Releyendo las experiencia misioneras y pastorales, nos sentimos en plena sintonía con algunos itinerarios que aglutinan nuestras actividades locales y provinciales. Renovamos nuestro compromiso al servicio de tres prioridades comunes:

  • el tráfico de personas y la movilidad humana
  • el cuidado de la Creación, especialmente contra el acaparamiento de tierras y el saqueo de los bienes comunes
  • el diálogo interreligioso e intercultural.

En éstos ámbitos que unen nuestras opciones por JPIC, muchos de nosotros están construyendo ya interrelaciones entre provincias y colaboración entre los dos Institutos. No podemos pretender hacer y saber todo, es necesario calificarnos y especializarnos en temas que creemos más urgentes y en sintonía con nuestro carisma misionero.

Renovamos, así, la metodología de articulación temática entre comunidades y provincias que se sienten desafiadas por situaciones similares, como sucede ya, por ejemplo, en el caso del grupo de trabajo entre los nómadas en África del Este, o el empeño común en Brasil, Mozambique y Perú ante los impactos de la minería.

Repartimos de Túnez con la Pascua de los pueblos en el corazón y la alegría de compartir con nuestras comunidades y provincias lo que vimos y oímos.

Sentimos claro que el encuentro comboniano durante el Foro Social Mundial es oportunidad en la que los misioneros pueden ser evangelizados y evangelizar.

Como familia comboniana, sentimos la necesidad de que se mantenga un grupo de referencia permanente para garantizar y facilitar la continuidad de este proceso.

Orando ante la tumba de los primeros mártires de estas tierras, hemos renovado con ellos el coraje de vivir en profundidad nuestra fe y dar nuestra vida sin medida para  que todos tengan vida plena.