Poneos en camino. Lucas recoge en su evangelio un importante discurso de Jesús, dirigido no a los Doce sino a otro grupo numeroso de discípulos a los que envía para que colaboren con él en su proyecto del reino de Dios. Las palabras de Jesús constituyen una especie de carta fundacional donde sus seguidores han de alimentar su tarea evangelizadora. Subrayo algunas líneas maestras.

Condiciones para una misión sin fronteras

Isaías 66,10-14; Salmo 65; Gálatas 6,14-18; Lucas 10,1-12.17-20

Reflexiones
Jesús está de camino: va decidido hacia Jerusalén (Evangelio del domingo pasado). Es un viaje misionero y comunitario, cargado de enseñanzas para los discípulos. Jesús había enviado a misión a los Doce (Lc 9,1-6). Al poco tiempo Lucas (Evangelio) narra la misión de los 72 discípulos: “Designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir Él” (v. 1). Las ‘condiciones’ y las instrucciones para los dos grupos de misioneros - los 12 apóstoles y los 72 discípulos - son prácticamente las mismas. Sorprende, por tanto, esta cercanía y duplicidad que subrayan la urgencia y la vastedad de la misión.

¿Quiénes eran y a quiénes representan los 72? Este número tiene un significado simbólico, que nos lleva a la totalidad de la misión: 72 (o 70, según algunos códices) eran los pueblos de la tierra según la ‘tabla de las naciones’ (Gen 10,1-32); otros tantos eran los ancianos de Israel. Además, 72 es un número múltiplo de 12 e indica la totalidad del pueblo de Dios. La misión, por tanto, no es tarea solo de algunos (de los 12 apóstoles), sino también de los laicos. Estos números hablan de una misión extendida, en la que todos están involucrados: porque la misión es universal en su origen y destinatarios.

Las instrucciones son múltiples y significativas, según el estilo de misión que Jesús ha inaugurado. Son instrucciones que valen siempre, también para nosotros y para los evangelizadores futuros.

- “Los mandó” (v. 1): la iniciativa de la llamada y del envío es del Señor, el dueño de la mies; a los discípulos les corresponde la disponibilidad en la respuesta.

- “De dos en dos”: en pequeños grupos; hay que estar en comunión por lo menos con otra persona, para que el testimonio sea creíble. Así partieron Pedro y Juan (Hch 3-4; 8,14); Bernabé y Saulo, enviados por la comunidad de Antioquía (Hch 13,1-4). El anuncio del Evangelio no se deja a la iniciativa de una sola persona, porque es obra de una comunidad de creyentes. No importa si esta es pequeña, como en el caso de los padres de familia, primeros educadores de la fe de los hijos. El compromiso de anunciar el Evangelio junto con otros no es tan solo un problema de mayor eficacia, sino porque el hecho de hacerlo juntos expresa la comunión y es garantía de la presencia del Señor: “Donde dos o tres se reúnen… yo estoy en medio de ellos” (Mt 18,20). Juntos se cree y se da testimonio de la fe: tu fe ayuda mi fe, y viceversa.

Los mandó “por delante”: ellos son portadores del mensaje de otra persona; no son propietarios o protagonistas, son precursores de Alguien que es más importante, que vendrá después, para cuya venida ellos deben preparar mentes y corazones de los destinatarios, que se encuentran en todas partes.

- “La mies es abundante, pero son pocos los obreros”. (v. 2) ¡Hacen falta más obreros! Hoy la situación es la misma que ayer. Los desafíos de la misión varían según los tiempos y los lugares, pero son siempre exigentes. Y, por tanto, valen hoy las mismas soluciones que Jesús proponía entonces.

- “Rueguen, pues... y vayan...” (v. 2-3): la solución que Jesús ofrece es doble: “Rogar e ir”. Rogar para vivir la misión en sintonía con el Dueño de la mies, ya que la misión es gracia que se ha de implorar para sí y para los otros. E ir, porque en cada vocación, común o especial, el Señor ama, llama y envía. “Rogar e ir”: dos momentos esenciales e irrenunciables de la misión. (*)

- El mensaje a llevar es doble: el don de la paz (Shalom) en el sentido bíblico más completo, para las personas y las familias (v. 5); y el mensaje que “está cerca de ustedes el reino de Dios (v. 9.11). El reino de Dios se construye y se mezcla en la historia; el Reino es, en primer lugar, una persona: Jesús, plenitud del reino. El que lo acoge encuentra la vida, el gozo, la misión: Lo anuncia a todos.

- El estilo de la misión de Jesús y de los discípulos es lo contrario al estilo de los poderosos de turno, de los agentes de comercio o de las multinacionales. La eficacia de la misión no depende del dinero o de la organización, no se basa sobre la voluntad de dominio y la codicia (cosas de lobos: v. 3), sino sobre una propuesta humilde, respetuosa, desarmada, no violenta, libre de seguridades humanas (alforja, sandalias, v. 4). La misión cuida de los más débiles (enfermos, v. 9), se ofrece con gratuidad, sin buscar compensaciones (v. 20) o adhesiones forzadas.

- El Evangelio de Jesús es un mensaje de vida auténtica, porque invita a poner la confianza solo en Dios, que es Padre y Madre (I lectura); y a fiarse de Cristo crucificado y resucitado (II lectura).

- Los obreros son pocos, pobres, débiles frente a un mundo inmenso; San Pablo halla fuerza solo en la cruz de Cristo (v. 14). Son signos y garantía de que el Reino pertenece a Dios, que la misión es suya.

Palabra del Papa

(*) “Jesús no es un misionero aislado, no quiere realizar solo su misión, sino que implica a sus discípulos. Además de los Doce apóstoles, llama a otros setenta y dos, y les manda a las aldeas, de dos en dos, a anunciar que el Reino de Dios está cerca... Forma inmediatamente una comunidad de discípulos, que es una comunidad misionera. Inmediatamente los entrena para la misión, para ir... La finalidad es anunciar el Reino de Dios, ¡y esto es urgente! También hoy es urgente... Hay que ir y anunciar... ¡Cuántos misioneros hacen esto! Siembran vida, salud, consuelo en las periferias del mundo. ¡Qué bello es esto!... Vivir para ir a hacer el bien... A vosotros, jóvenes, a vosotros muchachos y muchachas os pregunto: vosotros, ¿tenéis la valentía de escuchar la voz de Jesús? ¡Es hermoso ser misioneros!”
Papa Francisco
Angelus del domingo 7 de julio de 2013

P. Romeo Ballan, MCCJ

PORTADORES DEL EVANGELIO
Lucas 10,1-12.17-20

«Poneos en camino»
Aunque lo olvidamos una y otra vez, la Iglesia está marcada por el envío de Jesús. Por eso es peligroso concebirla como una institución fundada para cuidar y desarrollar su propia religión. Responde mejor al deseo original de Jesús la imagen de un movimiento profético que camina por la historia según la lógica del envío: saliendo de sí misma, pensando en los demás, sirviendo al mundo la Buena Noticia de Dios. «La Iglesia no está ahí para ella misma, sino para la humanidad» (Benedicto XVI).
Por eso es hoy tan peligrosa la tentación de replegarnos sobre nuestros propios intereses, nuestro pasado, nuestras adquisiciones doctrinales, nuestras prácticas y costumbres. Más todavía, si lo hacemos endureciendo nuestra relación con el mundo. ¿Qué es una Iglesia rígida, anquilosada, encerrada en sí misma, sin profetas de Jesús ni portadores del Evangelio?
«Cuando entréis en un pueblo… curad a los enfermos y decid: está cerca de vosotros el reino de Dios»
Esta es la gran noticia: Dios está cerca de nosotros animándonos a hacer más humana la vida. Pero no basta afirmar una verdad para que sea atractiva y deseable. Es necesario revisar nuestra actuación: ¿qué es lo que puede llevar hoy a las personas hacia el Evangelio?, ¿cómo pueden captar a Dios como algo nuevo y bueno?
Seguramente, nos falta amor al mundo actual y no sabemos llegar al corazón del hombre y la mujer de hoy. No basta predicar sermones desde el altar. Hemos de aprender a escuchar más, acoger, curar la vida de los que sufren… solo así encontraremos palabras humildes y buenas que acerquen a ese Jesús cuya ternura insondable nos pone en contacto con Dios, el Padre Bueno de todos.

«Cuando entréis en una casa, decid primero: Paz a esta casa».
La Buena Noticia de Jesús se comunica con respeto total, desde una actitud amistosa y fraterna, contagiando paz. Es un error pretender imponerla desde la superioridad, la amenaza o el resentimiento. Es antievangélico tratar sin amor a las personas solo porque no aceptan nuestro mensaje. Pero ¿cómo lo aceptarán si no se sienten comprendidos por quienes nos presentamos en nombre de Jesús?

José A. Pagola
http://www.musicaliturgica.com

¿Qué misión te quiere encomendar Jesús?

Un comentario a Lc 10, 1-12.17-20

Sabemos que Lucas, a diferencia de Marcos y Mateo, nos refiere dos discursos misioneros de Jesús: en uno habla a los Doce (que representan a Israel), mientras en el otro se dirige a los Setenta y dos, que representan a todas las naciones. El texto de hoy nos transmite este segundo discurso. Como es bastante largo, resulta imposible considerarlo todo en este breve comentario. Solamente quiero compartir con ustedes algunos breves “flashes” sacados de las primeras líneas:

  1. “Jesús designó”. Para los evangelistas está claro que no son los discípulos que eligen seguir a Jesús, sino que es éste quien les llama. Y ésta es una experiencia que hace cualquiera que se embarque en un camino de discipulado y de crecimiento espiritual. En un momento de nuestra vida, nos parece que somos nosotros los que decidimos optar por el Evangelio y por Jesús.  Pero esa visión no aguanta mucho, se cae ante nuestros primeros fallos. Pronto nos damos cuenta que realmente es el Señor quien nos eligió y nos puso en este camino, a veces a pesar de nosotros mismos. Por otra parte, es una experiencia que hacen los grandes artistas, que suelen decir algo así como “la inspiración me ha poseído”, o los enamorados que experimentan que la otra persona se les “impone”. También en la vida religiosa, llega un momento en que sabemos que la “gracia nos posee”, que el discipulado no es fruto de nuestros esfuerzos sino del amor gratuito de Dios.
  2. “Otros”. Así dice el texto. Los setenta y dos escogidos ahora no son los primeros. Seguramente Jesús había provocado un gran movimiento de amigos y discípulos, que no eran espectadores pasivos sino actores dinámicos en el proyecto de renovación que Jesús proponía a Israel y a toda la humanidad. Me parece muy importante que cada uno de nosotros contribuya a la misión con los propios dones y carismas, pero sin considerarnos “los únicos”, sin caer en los celos de lo que otros hagan. Los demás son también un don de Dios y normalmente tienen los carismas que a mí me faltan.
  3. Setenta y dos. Como sabemos, este número hace referencia a la totalidad de las naciones “paganas”. Desde el inicio la Iglesia de Jesús se siente enviada más allá de las fronteras de Israel. Después de la resurrección de Jesús, los apóstoles se extendieron por las pueblos vecinos y, con la ayuda providencial de Pablo, llegaron hasta Roma y a muchas partes del Imperio romano. Pienso que la Iglesia debe seguir este criterio en todas las épocas de la historia, superando constantemente los límites estrechos de la cultura ya adquirida, de los ritos establecidos, de las normas tradicionales… para abrirse a nuevas culturas y ámbitos religiosos. Las Iglesia necesita ritos, normas y cánones, pero no puede quedarse ligada a ellos como si fueran “ídolos”, porque la fe en Jesús la hace libre y capaz de superar sus propias tradiciones para abrirse a nuevos pueblos con los que crear nuevos ritos y nuevas normas.
  4. Discípulos. Esta es la base de la misión. Antes de ser misioneros, hay que ser discípulos, pertenecer al movimiento de Jesús. Seer discípulos es mucho más que aprender una doctrina, una moral o una metodología. Es pertenecer a una escuela de vida, es ser y vivir a la manera de Jesús. “No les llamaré siervos, sino amigos”, dice el Maestro. Hoy tenemos gran necesidad de recuperar esta conciencia de ser discípulos, porque nuestra vida cristiana se ha centrado en prácticas y tradiciones buenas, pero secundarias, se ha contaminado del mundo que nos rodea (burguesismo, secularismo,ect.), o ha caído en la mediocridad. Tenemos que recuperar la lectura creyente del Evangelio, tenemos que convertirnos al estilo de vida de Jesús (sincero, orante, libre, misericordioso). Tenemos que hacer de nuestras parroquias y comunidades lugares de discipulado.
  5. “Los envió de dos en dos”.  De nuevo hay que tenerlo claro: No soy yo que voy, es Jesús que me envía. Y me envía en compañía, para que la misión no se convierta en una ocasión de protagonismo mío, sino de servicio; para que, si me canso, encuentre apoyo en  otro hermano; para que los demás vean que lo que anunciamos (el amor de Dios) se hace realidad en nuestra comunidad misionera. La misión “de dos en dos” supera la experiencia personal, subjetiva, para hacer una propuesta social, compartida. La misión no es un asunto privado, no es una iluminación personal; es un asunto comunitario, público, algo que se puede y se debe compartir con otros.
  6. “A todos los pueblos y lugares”. Jesús no es un predicador que se queda en un lugar y espera que vengan a escucharlo. Jesús sale al encuentro de las gentes allí donde viven y manda a sus discípulos a todas partes. Pienso en cuanto tiene que cambiar nuestra labor pastoral y misionera. A veces parece que esperamos que la gente venga a nuestras iglesias, participe de nuestras iniciativas… mientras Jesús dice: salgan, no se queden en casa, vayan a todos los pueblos y ciudades.

La mies es mucha, hay trabajo para todos. Se necesitan voluntarios para ser enviados. ¿Cuál es tu parte en la misión de Jesús? ¿A dónde te quiere enviar Jesús en este momento de tu vida? Lee la Palabra, mira a tu alrededor, escucha al Espíritu que “sopla” de mil maneras, especialmente en tu interior,  y comprenderás qué parte de su misión te quiere encomendar Jesús.

P. Antonio Villarino
Bogotá