El P. Giovanni Ferrazin había nacido en Castelbaldo, diócesis de Padua, el 8 de septiembre de 1935, de una familia no ciertamente acomodada. Él mismo contó varias veces los sacrificios hechos por sus padres, para criar a los hijos y el traslado de la familia a Merano buscando fortuna. Giovanni, entre tanto había entrado en el seminario comboniano de Padua. En 1955 fue admitido al noviciado de Gozzano y en 1957 prometió fidelidad al Señor. En 1964 fue ordenado sacerdote. Su primer destino fue Uganda. Antes de marchar, sin embargo, trascurrió un año en Inglaterra, para aprender inglés, como era requerido por las leyes coloniales del tiempo para los misioneros en Uganda: “¡Deben aprender a hablar nuestra lengua!”.
La primera experiencia de misión fue Otumbari, en el norte de Logbara, donde era superior el P. Bernardo Sartori. El P. Giovanni será testigo de la vida del P. Sartori y recogerá los documentos para la introducción de la causa de beatificación; también es mérito suyo, si hoy podemos invocar al “Siervo de Dios, P. Bernardo Sartori”. Este, con su gran devoción a la Virgen, fue un verdadero maestro, de ejemplo para los jóvenes misioneros que lo encontraron en su primera experiencia. También a mí, Hermano en las primeras armas, enseñó cómo tratar con las personas, además de cómo cuidar a los enfermos.
La experiencia sucesiva del P. Giovanni, se desarrolló en la parroquia de Lodonga, a la sombra de la Virgen Mediadora, Sultana de África. Después de un breve período en la Curia, 1983-1984, en 1984 fue destinado a la provincia de Sudan Sur. En Juba continuó el trabajo de traducción de la Biblia en lengua ma’di. En 1991 fue destinado a la misión de Loa. Aquí se dedicó al trabajo pastoral con gran celo sin demasiado cuidado por su salud que empezó a decaer. Tuvo que volver a Italia para ponerse en forma. Pero tampoco aquí permaneció inactivo. Se puso enseguida en el ordenador y terminó la traducción de la Biblia a la lengua ma’di. Su corazón, como el de Comboni años antes, no había dejado nunca África y su gente sedienta de la Palabra de Dios, deseosa de leer en su propia lengua las palabras del Padre a sus hijos. Efectivamente, ya en los años precedentes, cuando estaba todavía en Moyo, en Uganda, había iniciado las traducciones en lengua ma’di, ayudado por los catequistas. No olvidemos que ya había hecho el mismo trabajo entre los Logbara. El primer misal festivo en aquella lengua lleva su impronta, siempre con la ayuda de jóvenes estudiantes o catequistas.
En 1999 fue de nuevo destinado a Sudan Sur, primero a Nairobi, como secretario provincial, después a Kocoa, donde pudo trabajar en los campos de prófugos y en el centro de animación vocacional, y en Moyo, con el mismo trabajo. En septiembre de 2002 volvió a Italia para un período de reposo. Se le encontró un tumor maligno en la próstata. Se hizo de todo para curarlo y después de año y medio de curas e intervenciones quirúrgicas, después de tantos sufrimientos, soportados con gran paciencia, el P. Giovanni, a principios de 2004 pudo volver a Moyo. Viendo que los refugiados del grupo étnico Kuku no tenían libros de oración en su lengua, inició para ellos la traducción de los libros litúrgicos. A mitad de 2005 se trasladó a Lomin, en tierra Kuku, donde era más fácil realizar aquel trabajo tan comprometido. Y aquí consumió sus últimas energías. Pidió un período de reposo en nuestra misión de Ombaci, donde sufrió una fuerte malaria perniciosa. Fue llevado con urgencia al hospital de Angal donde tuvo un colapso. De nada sirvieron los atentos y cualificados cuidados del personal y de las Hermanas. Murió prácticamente entre sus brazos el 1 de junio de 2006.
El día que había dejado Lomin, había dicho con alegría: “Estoy verdaderamente feliz y contento. He terminado también la traducción del año litúrgico C y el misal festivo”. El Señor estaba esperando para llamarlo en un momento de gran satisfacción para él. El fruto estaba maduro y el Señor lo recogió.
El funeral del P. Giovanni se tuvo en la iglesia parroquial de Lomin, el 3 de junio de 2006. Durante la homilía, el P. Luciano Perina que compartió los últimos cuatro años de vida del P. Giovanni, recordando algún episodio vivido juntos, dijo: “Su vida ha sido toda ella gastada en la tensión, en la preocupación por el bien de los demás. Sabemos que en los últimos años, el P. Giovanni ha sufrido mucho. La operación quirúrgica sufrida hace algún año, le había producido algún fastidio humillante. Sin embargo no lo hemos oído nunca lamentarse: estaba tan preocupado con el pensamiento de los demás, que no le quedaba el tiempo material para quejarse.
Siempre me ha maravillado su constante serenidad: la sonrisa buena y tranquilizante, la gana de bromear, la capacidad de desdramatizar, el constante optimismo, a pesar del peso de la limitación física que tenía que soportar.
Como no podía ya afrontar excesivas fatigas, en estos últimos años, se dedicó a traducir textos litúrgicos y de catequesis en la lengua local. Ha sido un trabajo de cartujos: largo, paciente y precioso. Hoy, en todas las iglesias de la diócesis la Palabra de Dios se proclama en la lengua local, gracias a su trabajo paciente y a su dedicación constante”.
(Hno. Mario Rossignoli)