In Pace Christi

El P. Carlo Giana, nacido en Chiuro, en la diócesis de Como, entró a formar parte de los Misioneros Combonianos, cuando era todavía mu-chacho, primero en el seminario de Rebbio y después de Brescia. Des-pués del primer año canónico de noviciado en Gozzano, fue enviado, para el segundo año, a Monroe (Michigan, USA), donde emitió los pri-meros votos el 9 de septiembre de 1956. Completó la formación en filo-sofía y teología en Cincinnati (Ohio, USA), donde fue ordenado el 22 de diciembre de 1962.

Inmediatamente después de la ordenación, a los veinticinco años, fue destinado a la provincia de Etiopía (que entonces comprendía también Eritrea), donde había necesidad de profesores pa-ra el Comboni College de Asmara. Aquí “Abba Giana”, como se le lla-maba, trascurrió dieciocho años, primero en la enseñanza, después como rector del colegio. Tenía una óptima preparación académica y profesional, y sus numerosos estudiantes todavía lo recuerdan, además de por la severidad y la disciplina, también por la franqueza, la claridad, la competencia y la eficiencia.

Después de haber aprendido bastante bien la lengua tigrina, comenzó a estudiar el arameo, para estar preparado a trabajar directamente tam-bién en el campo pastoral. En 1981, en efecto, después de un curso de renovación en Roma, fue enviado a la misión de Killenso, entre las po-blaciones Gujii, en el Vicariato Apostólico de Awasa. Inmediatamente se comprometió a aprender la lengua gujii, de modo que pudo visitar regu-larmente las comunidades cristianas y los diversos grupos que mostra-ban interés por el cristianismo. Gracias a su dedicación y a su capaci-dad organizativa, puede ser considerado verdaderamente un co-fundador de las comunidades entre los Gujii del Sur Oromiya.

En 1991 fue elegido como representante de la provincia al Capítulo General y en 1993 fue elegido provincial, hasta 1998. Trascurrido un breve período de renovación y ministerio en Italia, de nuevo fue desti-nado a la provincia de Etiopía, donde trabajó como vice padre maestro de los novicios de Awasa. Al mismo tiempo daba una gran ayuda en el trabajo de administración del Vicariato.

Llevó adelante estos compromisos hasta diecisiete meses antes de su muerte, cuando se le diagnosticó el cáncer y se tuvo que someter a las curas necesarias. Trascurrió la fase final de su vida en el sacrificio de sí mismo, una actitud que lo había acompañado durante toda su vida, en la disponibilidad a Dios, para cumplir su voluntad que la enfermedad y la obediencia a los superiores le hacían descubrir. Ha muerto en Milán el 20 de enero de 2008 y ha sido sepultado en su pueblo, Chiuro.
(P. Sisto Agostini)