Nacido el 3 de julio de 1922 en Villa de Chiavenna (Sondrio) de una familia de modestos labradores, Costantino quedó huérfano de madre cuando contaba tan solo seis días de vida. Junto al hermanito de un año y medio, fue criado por la abuela paterna. Su vida se desenvolvió entre casa, iglesia y campos. Era un tipo alegre, jovial, amante de la compañía, aun cuando su salud, siempre precaria, (sufría bronquitis persistente) no le permitía “desbocarse” en el juego como los otros niños.
Desde pequeño sintió el deseo de ser sacerdote con los Jesuitas o los Salesianos, muy conocidos en su pueblo, pero su precaria salud le impidió dejar su familia. Después de la fase de su desarrollo, sin embargo, se restableció de tal forma que, entre 1942 y 1943, pudo incluso servir a la patria en el Cuerpo de la Guardia de Fronteras, primero en Malles Venosta y después en el Carso. El 8 de septiembre de 1943, en que se selló el armisticio entre Italia y Estados Unidos con la consiguiente invasión alemana de nuestro territorio y el desmantelamiento del ejército italiano, Costantino dejó las armas y bagajes militares, volvió a casa y se escondió.
El 1 de junio de 1947 su compañero de infancia, Giuliano Signorelli, fue ordenado sacerdote en Como. “También yo podría ser sacerdote, hoy, si la salud me lo hubiese permitido”, le dijo con un velo de tristeza Costantino. “Nunca es demasiado tarde – le respondió su amigo – si tienes alguna dificultad para ser sacerdote a causa de la edad y de la falta de estudios, siempre puedes hacerte Hermano en los Combonianos. En Como he conocido varios y te aseguro que son misioneros estupendos”.
Así, en 1948 entró en el noviciado de los Combonianos de Florencia. Tenía veintiséis años y era el primer comboniano de su pueblo. Después de él, otros lo seguirían. Al año siguiente los superiores lo enviaron a estudiar inglés a Inglaterra y a completar el noviciado. El 25 de abril de 1951, el Hno. Costantino Giacomini, que será conocido por todos como Hno. Giacomino, emitió los primeros votos. Después de otro año en el seminario misionero inglés de Stillington, donde fue portero, telefonista y ayudante de cocinero, fue enviado a Verona como vice enfermero. Allí descubrió su nueva vocación, la de enfermero, ayudado de su bondad y dulzura en el trato de los enfermos. Y toda su vida, Giacomino haría principalmente de enfermero y sacristán.
El Hno. Agostino Cerri lo recuerda así: “Lo conocí hace muchos años en Pordenone. Vino a hacer un curso genérico para enfermeros. Su pasión, de hecho, era servir a los enfermos, con su estilo particular. Enseguida nos hicimos amigos y en las tardes invernales nos encontrábamos muy a menudo caminando por los anchos pasillos de aquella casa, hablando de nuestro valle y de nuestras familias. Si pienso en su vocación, me imagino haya nacido durante su trabajo de pastor en el Valle de Lei. Me contaba que de niño, los veranos, subía a los pastos en la alta montaña a ayudar a los pastores. El azul del cielo, las cimas nevadas, el fragor de los torrentes que bajaban al valle y los tumultuosos temporales veraniegos favorecieron sin duda su ánimo sencillo a la búsqueda de otros rebaños que no se encontraban todavía en el redil del Señor”.
Después de tres años, 1953-1956, en el seminario misionero de Crema, pudo marchar a África. Su primer y único destino fue la misión de Mupoi (1956-1963), en Sudán meridional. El Hno. Giacomino trabajó principalmente con el P. Vincenzo Carradore, ayudándole en la difícil tarea de procurador y ecónomo de las misiones.
En 1963 volvió a Italia para curarse. Pocos meses después todos los otros misioneros de Sudán meridional lo seguirían al ser expulsados por el Gobierno musulmán de Jartum.
En Italia, el Hno. Giacomino prestó su servicio en muchas casas: Verona, Crema, Pordenone, Sulmona, Asti, Gozzano, Rebbio, Troia, Milán, siempre con la doble tarea de sacristán y enfermero. En esta última especialidad se diplomó frecuentando un curso normal en el hospital de Pordenone. En 1976, cuando se encontraba en la casa de Sulmona, festejó el 25° aniversario de su consagración. En 1977 participó al Curso de Renovación de Roma, que se concluyó con un viaje a Tierra Santa. En 2001, en la parroquia de la Mediadora de Troia, celebró los cincuenta años de profesión religiosa, con las palabras “Acepta, Señor, lo poco que te ofrezco, la nada que soy, y dame lo mucho que espero, todo lo que eres”. He aquí lo que escribe el P. Lino Spezia: “Entre los propósitos hechos al acabar unos ejercicios espirituales, quiero escoger dos. El primero, en el que se propone maravillarse de Dios y de las personas con las que vive el día a día; el segundo, que emerge en distintas ocasiones y expresa su manera de sentirse cercano a la comunidad, es el de orar por ella y amarla, empezando por pedir a Dios ser útil y paciente con los hermanos”.
El Hno. Giacomino murió en Milán el 15 de marzo de 2010.