El P. Giovanni Vantini nació el 1° de enero de 1923 en Villafranca (VR). Entró en la escuela apostólica de Brescia en 1939, proveniente del seminario de Verona. Pasado al noviciado de Venegono en agosto de ese año emitió los primeros votos el 7 de octubre de 1941. Continuó los estudios en Verona donde, el 7 de octubre de 1946, hizo la profesión perpetua y, el 31 de mayo de 1947, fue ordenado sacerdote.
Después de la ordenación fue asignado a la que entonces se llamaba la circunscripción de Jartum, en el Norte de Sudán. En el mes de noviembre partió para Zahle (Líbano) a estudiar el árabe.
Hablar del P. Giovanni Vantini no resulta fácil, tan rica era su personalidad y variada su actividad. Llegó a la circunscripción de Jartum el 9 de julio de 1949 y permaneció en ella 58 años. Enseguida fue asignado a la parroquia de la catedral, dedicado al ministerio; también enseñaba en la Escuela Técnica. En 1953, al final del condominio anglo-egipcio, Mons. Agostino Baroni, deseoso de influenciar positivamente el nuevo curso con principios sociales cristianos, decidió abrir un periódico y pensó en el P. Giovanni como director. Así, en 1954, fue a Londres a hacer un curso de periodismo. Volvió a finales del siguiente año. El 1° de enero de 1956, día de la independencia de Sudán, publicó el primer número de As-Salaam (‘la paz’), un quincenal que “tiró enseguida 2.500 copias”. Abuna Hanna, como se le llamaba, vivió en la Escuela Técnica de 1956 a 1958, donde enseñaba, y del 1958 al 1984 en la sede del seminario menor, que ahora es el PALICA (Centro Catequético Pastoral Litúrgico). Desde 1966 fue responsable del SCIO (“Oficina de información Católica de Sudán”), especialmente del sector noticias y estudios.
En diciembre de 1967 obtuvo la laurea en lenguas y civilizaciones orientales en el Instituto Universitario Oriental de Nápoles, con una tesis sobre excavaciones de Faras. Publicó un extracto de la tesis en inglés (Bolonia 1972). Después recopiló en un único volumen todos los testimonios sobre Nubia que andaban desperdigados en fuentes árabes y otras lenguas orientales traducidas en inglés: “Oriental Sources concerning Nubia” (Heidelberg-Warszava 1975). Publicó también una “Historia del Cristianismo en Nubia” en árabe (Jartum 1978) y en italiano “El Cristianismo en la Nubia antigua” (Bolonia 1985).
En 1976 tuvo un infarto y recibió la unción de los enfermos, pero después de pasar tres meses en El Cairo, se restableció y retomó el trabajo de siempre. De 1968 a 1980 le encargaron de producir programas de radio en árabe para Sur Sudán. Desde 1981 enseñó historia del mundo árabe y religión en la Escuela de las Hermanas Combonianas, religión en el pre-seminario de san Agustín, en los catecumenados y en el Club Sergi. Fue profesor de Historia de las Religiones en la Universidad de Asmara durante tres etapas en 1973-1974 y 1977. En 1978 sustituyó al P. Attilio Laner en las visitas mensuales a la parroquia de Shendi. De 1989 a 2007 se quedó en Omdurman como vice párroco. Trabajó en la traducción de catecismos y otros textos didácticos y litúrgicos al árabe para el Norte y el Sur de Sudán. Impartió cursos de lengua árabe a misioneros y religiosas.
A propósito de las escuelas católicas, en junio de 1982 el P. Giovanni escribía al superior general, P. Salvatore Calvia: “Tenemos en Jartum, además del CCK (Colegio Comboni), otras escuelas desde la guardería a las secundarias: en total casi 10.000 alumnos (media de los últimos cinco años). Piense en la influencia que se ejercita en la sociedad. Los alumnos son en su mayoría musulmanes y sus mismos padres nos los confían (incluso pagando) para que los instruyamos. Después de 8-10 años casi todos ellos nos conocen bien a nosotros y a la Iglesia y la mayoría nos trata como amigos”.
Escribe el P. Salvatore Pacifico, provincial de Jartum: “El P. Giovanni era un gran trabajador. Quien hace por sí solo hace por tres, era su leitmotiv. Le resultaba difícil adaptarse a los ritmos lentos del trabajo en equipo, es más, diría al ritmo del trabajo de los otros en general. Era más que nada reticente a comunicar a los otros sus numerosos compromisos. A menudo, los hermanos conocían por casualidad que había estado en Polonia o Alemania a dar una conferencia importante. Era incapaz de decir no, sobre todo si se trataba de enseñar o seguir a un grupo de catecúmenos, de dar una conferencia, acompañar a un grupo de hermanos al museo nacional, dar consejos a un estudiante acerca de una investigación para la laurea. Llegó a tener 32 horas lectivas a la semana, cuando normalmente un maestro tiene unas veinte. Y después de las horas en la escuela, hacía las horas extra. Porque se lo pedían, durante años, enseñó religión cristiana a los hindúes, para que pudiesen conseguir el Certificado Sudanés. En los tiempos libres enseñaba árabe a muchos misioneros recién llegados. Se mostraba disponible para visitar a los enfermos y a las familias. Si había alguna fiesta familiar en nuestras comunidades, participaba activamente. Fue profesor semestral durante algunos años de la universidad abierta por las combonianas en Asmara. Pero tampoco rehusaba enseñar religión en la escuela elemental, y lo hizo durante decenios. Era muy claro en sus exposiciones: se hacía entender tanto por los intelectuales refinados como por los analfabetos. Conocía tan bien el árabe que lograba adaptarse a todas las situaciones.
Su verdadera vocación fue la de evangelizador. A África llegó como misionero y lo fue toda su vida. Tenía la pasión por el anuncio, aunque no todos se daban cuenta. El Hno. Michele Sergi pudo contar enseguida con él cuando abrió lo que después se llamaría popularmente el Club Sergi: un lugar de encuentro en el centro de Jartum, donde los sudistas que llegaban desde allí podían encontrarse, aprender a leer y escribir, y asimilar el catecismo.
Incluso cuando participó en las excavaciones en Nubia, en colaboración con una misión arqueológica polaca (1960-1964), lo hizo en el contexto de su vocación evangelizadora: consideraba importante que los sudaneses encontrasen sus propios orígenes cristianos y supieran que Sudán fue grande mucho antes de ser islamizado, como algunos libros de historia quieren dar a entender.
Fue testigo del nacimiento y crecimiento de la Iglesia en el Norte de Sudán, día tras día. Cuando llegó a Jartum en 1949 los católicos eran unos 50.000, casi todos de origen extranjero, sobre todo sirios o libaneses. Cincuenta años después, alcanzaban casi el millón: muchos extranjeros se habían marchado y había nacido una Iglesia sudanesa de sudaneses sudistas y Nubios. En los años cincuenta, la diócesis abrió un centro de acogida cerca del mercado de Jartum, el “Welfare Center”. Era para aquellos que llegaban de fuera, Nubia inicialmente, pero después también para sudistas, gente que llegaba a Jartum y no sabía donde caerse muerta. Trabajaron en él también los PP. Carlo Muratori, Elio Soriani, Igino Benini y otros. El Welfare Center se convirtió, desde 1958, en residencia del P. Giovanni quien se quedó en él durante 26 años. Él fue quien dio vida al SCIO (Oficina de Información Católica Sudanesa). Con medios rudimentales preparaba programas cristianos dominicales que transmitía en Radio Omdurman. Siguió publicando el periódico católico As-Salaam, iniciado dos años antes en la Escuela Técnica. Mientras tanto seguía teniendo contactos con la misión arqueológica polaca de la que formaba parte.
Y todo esto lo hacía escrupulosa y competentemente. Y siempre con el espíritu del evangelizador. Nunca fue un intelectual abstracto. En 1989, cuando fue destinado a Omdurman como vice párroco, el provincial, en la carta de destinación, le pedía que “colaborase en particular en el catecumenado, usando su experiencia en la catequesis bíblica y el conocimiento del árabe, y se tomase muy a pecho la formación de los catequistas”. Durante muchos años también fue párroco de Shendi (a 150 Km. de Jartum) donde se estaba formando una comunidad cristiana. Iba normalmente dos fines de semana al mes, de sábado a lunes. No pudiendo quedarse allí, se aseguró de que el catequista llevase adelante el trabajo con responsabilidad. Tuvo la suerte de poder contar con Anselmo, un bravísimo catequista.
Leía y estudiaba mucho y, entre tantos libros, sabía encontrar los que necesitaba. Todavía hoy hay en la casa provincial de Jartum seis armarios, donde se conservan sus libros. Tenía una memoria formidable, lúcida hasta el final: era una verdadera biblioteca viviente”.
Su última fatiga fue La Missione del Cuore - I comboniani in Sudan nel ventesimo secolo, publicado en mayo de 2005 (Emi, Bolonia). En 992 páginas, el P. Giovanni recorre la historia entera comboniana en Sudán, fruto de su conocimiento directo de la situación eclesial y civil. Una mina de informaciones. Al acabar este inmenso trabajo de búsqueda, el P. Giovanni expresó lapidariamente su impresión: Digitus Dei est hic (aquí está el dedo de Dios).
En 2007 tuvo que volver a Italia por enfermedad y fue a parar al Centro de Enfermos de Verona, donde pasó sus últimos años, empeñado en búsquedas históricas. Murió en Verona el 3 de mayo de 2010. El funeral se celebró en la catedral de Villafranca y fue enterrado en la tumba de familia.