In Pace Christi

Calvi Giuseppe

Calvi Giuseppe
Fecha de nacimiento : 19/10/1919
Lugar de nacimiento : Bagolino /BS/Italia
Votos temporales : 07/10/1039
Votos perpetuos : 07/10/1944
Fecha de ordenación : 29/06/1945
Fecha de fallecimiento : 12/03/2011
Lugar de fallecimiento : Milano/Italia

Giuseppe nació el 19 de octubre de 1919 en Bagolino, provincia de Brescia, en una familia de campesinos de profunda tradición religiosa. Después del quinto año elemental, pidió entrar en el seminario y fue enviado a Padua, donde, ese año (1932), los Combonianos acababan de construir la escuela apostólica. Después del segundo año de estudios superiores pasó a Brescia. De Brescia se fue a Venegono a hacer el noviciado y el 29 de junio de 1945 fue ordenado sacerdote.

Pasado un año de ministerio en Verona y otro en la Provincia de Londres para estudiar inglés, el P. Giuseppe salió hacia Uganda, zarpando en Nápoles y llegando a la misión de Gulu la vigilia de Navidad. En Uganda transcurrió dieciocho años. Después de dos meses en Kalongo, donde se encontró “muy cerquita” con un león, pasó al Seminario de Lacor (Gulu) “para formar sacerdotes y obispos, futuras columnas de la Iglesia”. El día de la fiesta de la Inmaculada de 1950, cerrando el año escolar: “Tuve – cuenta en sus diarios – mi primera y única representación de marionetas en Uganda. Un acontecimiento extraordinario. Luego de aquello, muchos seminaristas que se habían partido de risas, me lo recordaban cada vez que nos encontrábamos”.

En 1951 el P. Giuseppe fue enviado a la misión de Kitgum, “una de las primeras misiones del Norte de Uganda (1915), situada cerca del torrente Pagher, que llevaba agua turbia y peligrosa, poblada de cocodrilos e hipopótamos”. Al año siguiente pasó al Oeste del Nilo, primero en la misión de Pakwach, “la tierra del leopardo y que entonces contaba tan solo con una casa cubierta de paja y una pobrísima iglesia también cubierta de paja”. Diez años después, el P. Giuseppe volvió a Italia a descansar. A su vuelta, fue a Angal, entre los alur. Allí tuvo que hacer de todo: hospitales, escuelas, capillas y tres parroquias nuevas. Fue perseguido, especialmente después de la independencia, que tuvo lugar en 1962, y llevado varias veces ante los tribunales. Los procesos tenían lugar bajo una higuera y, una vez, fue condenado a seis meses de cárcel, conmutados más tarde por una caución de 500 chelines ugandeses. Habiendo recurrido la sentencia en Kampala, fue absuelto por jueces indios.

Intentando que su nombre no fuese inscrito en la lista de los expulsados por el presidente Obote, Mons. Angelo Tarantino le sugirió, después de ocho años de trabajo en Angal, que volviera a Italia de vacaciones. Mientras estaba en Roma haciendo el Curso de Renovación – estamos en 1966 – vio llegar, expulsados de Uganda, nueve combonianos quienes le dijeron que en la lista negra había diez nombres y… el décimo era el suyo.

En 1968 el P. Giuseppe fue destinado a Etiopía, donde se quedó 33 años. Allí trabajó en las misiones de Fullasa, Dongora y Miqe.

Cuando el P. Giuseppe llegó a Etiopía, Dongora, no existía, ni siquiera el terreno, que fue comprado más tarde; de todas formas, por motivos burocráticos, pasaron dos años antes de que se aprobase la compraventa del mismo.

El día de su 25° de ordenación, el P. Giuseppe quiso acercarse al lugar donde surgiría la misión para celebrar la primera Misa. Con la ayuda de un obrero, consiguió llevar todo lo necesario para celebrar la Eucaristía y atravesar a pie, sobre troncos inseguros, una zona pantanosa. La Misa la celebró bajo un frondoso árbol que le pareció el lugar ideal. El P. Giuseppe no imaginaba que aquel árbol, según un testimonio recogido años más tarde por el P. Sebhatleab Ayele Tesemma, era un árbol “especial”, más aún, según una profecía local, “de ese árbol provendría la salvación para toda la región”. Y precisamente en ese lugar surgiría y se desarrollaría la gran misión de Dongora, con una bella iglesia y el Centro catequético para la formación de ministros de la Palabra.

Después de siete años dedicados a fundar y desarrollar la misión de Dongora, el P. Giuseppe volvió a Italia de vacaciones.

Vuelto a Etiopía, aún perteneciendo a la misión madre de Fullasa, donde pasaba los fines de semana, dedicó todas sus energías y su celo a fundar la misión de Miqe que llegó a ser la “misión de su corazón”. Durante mucho tiempo fue de Fullasa a Miqe con los medios públicos y hacía los últimos once kilómetros a pie. Al principio, – cuenta – la misión “existía tan solo en mi fantasía y mis sueños. Contaba con un pequeño grupo de bautizados, 28 personas entre adultos y niños, heredados de los luteranos lo mismo que la pequeña iglesia”. Pocos años después, escribía: “En aquellos años el Señor bendijo Miqe, que creció en todos los sentidos: construimos trece edificios, grandes y pequeños, todos ellos en piedra, comprendida la iglesia-Santuario y el salón parroquial adjunto. Una gran casa para las hermanas y una clínica para su trabajo; una bella casa para huéspedes, una invitación para que quienes deseasen pudieran pasar algún tiempo cerca de Nuestra Señora de Miqe; una carpintería bien fornida; un almacén muy grande para asistir a los necesitados; garaje y oficinas. Y, la guinda, el círculo juvenil San Juan Bosco al lado de la iglesia mariana, el primero de la diócesis”.

En 2003, destinado a la provincia italiana por motivos de salud, ejercitó su ministerio durante varios años en Bagolino, su aldea natal. Recordaba siempre con afecto las misiones en las que había trabajado y, cuando podía, ayudaba en algún proyecto.

En 2006 fue enviado a Milán porque necesitaba ser curado. Anotaba en su diario: “Me había convencido de que todo misionero, para ser verdaderamente tal, tiene que poseer el espíritu de renuncia hasta a sus propias elecciones e ideas: basta sentirse anclados a un Amor más grande. Se parte con el entusiasmo de la juventud en el corazón pero luego, con las alegrías de las realizaciones más bellas, se encuentra una realidad distinta a la que se soñó y que nos hace sangrar. Pero para mí, aquí, en el segundo piso de la casa de reposo P. G. Ambrosoli, además de la habitación número 13, que puede ser el preámbulo de mi partida sin vuelta, está también la capilla para encontrarme cerca del que me espera, aquí abajo y allí arriba. Realidad, no poesía. Se puede partir felices incluso desde la habitación n. 13”.

El P. Giuseppe murió en Milán el 12 de marzo de 2011. Su cuerpo, después del funeral, fue llevado a Bagolino, su aldea natal, para su sepultura.

El P. Tesfaye Tadesse G. que conoció al P. Giuseppe, quiso recordar sus 33 años de servicio en Etiopía y su generosa dedicación a los pobres expresando, en nombre de todos los miembros de la provincia, su “gracias”, en un bello testimonio del que extraemos estas palabras “gracias por el ejemplo de vida en soledad y llena de oración, por tu amistad con la Virgen, por tu celo pastoral y por tu amor a los pobres”.