El P. Giuseppe nació en Pontecchio Polesine (Rovigo), diócesis de Adria, el 23 de febrero de 1924. Estuvo en el seminario de Rovigo, pero después pasó a la Escuela Apostólica de Padua, más tarde a Brescia y después al noviciado de Florencia, donde emitió los primeros votos el 7 de octubre de 1943. Estudió en el escolasticado de Venegono durante la guerra. Se trasladó a Verona para la teología y de nuevo a Venegono, donde emitió los votos perpetuos el 24 de septiembre de 1948. “Voluntarioso, decidido? inteligente, activo, de piedad convencida, dará buen resultado”. Ordenado sacerdote en Milán el 11 de junio de 1949, fue enviado inmediatamente a Inglaterra para el estudio de la lengua
En enero de 1951 fue destinado a Uganda. Fue mandado, primero, a Lacor como maestro; después a Kangole como párroco y posteriormente a Kaabong, Moroto, Naoi. Para comprender mejor el contexto en el que el P. Giuseppe, y como él tantos misioneros, trataban de llevar el Evangelio, reproducimos su breve carta escrita en 1961 desde Kangole: “Aquí, entre los karimoyón, estamos ahora en plena estación seca: un viento fuerte nos atonta y levanta una polvareda que oscurece la luz del sol. Parece que estamos dentro de una tormenta, sólo que en vez de frío hace calor, en vez de nieve hay un polvo que seca las gargantas... y el alma. Hay hambre entre los karimoyón. Da pena ir a las aldeas. No se entiende como pueden resistir y nosotros no podemos ayudarles porque no tenemos dinero.
Somos impotentes ante tanta miseria. En Navidad he bautizado y dado la Primera Comunión a un buen grupo de karimoyón. Mientras me volvía a ellos diciendo Ecce Agnus Dei, pensaba en la fiesta de la Primera Comunión en Italia, donde todos competían por llevar el mejor vestido. Aquí, sin embargo, algunos iban vestidos de negro, es decir, de nada, porque no tenían la posibilidad de comprarse unos pantalones y yo no tenía nada en la caja. Paciencia. No creo que pequen contra la modestia viniendo a la iglesia de esa manera. La Iglesia está abierta para todos y todos entran así como son. Quizá algún lector se escandalice leyendo eso. Pero ¿Qué podemos hacer? Cuando pienso que se malgasta tanta cosa en muchas familias cristianas de Italia.... ¿Dónde acaban tantas cosas que aquí nos servirían tanto y harían tan felices a nosotros y a estos nuestros negros? Es difícil para mí escribir actualmente una carta que guste en Italia, porque, quizá por el cansancio, veo las cosas demasiado realísticamente, lo que para algunos podría significar pesimismo. Pero no lo creo. El pesimismo es el peor enemigo del misionero y trato de defenderme. Pero el hambre es fea ara ver. Nuestros catecúmenos duermen desnudos sobre el cemento y se contentan con un puñado de harina y algunos frijoles una vez al día. A estas alturas, ya han extinguido a los ratones del bosque”( Nigrizia n° 3/1961 p. 6).
Excepto un período de unos dos años transcurridos en Limone (Italia), trabajando en las traducciones, el P. Giuseppe ha pasado toda su vida misionera en Uganda, de donde regresó definitivamente en 2005 por motivos de salud. Mandado, en primer lugar a Lucca, se trasladó después al Centro P. Ambrosoli de Milán, donde falleció el 4 de noviembre del 2015.
“Fue uno de los primeros misioneros que encontré cuando fui destinado como escolástico a Karamoya para la experiencia pastoral”. Así comienza el testimonio de Mons. Damiano Guzzetti, obispo de Moroto. “Era diciembre de 1986. Él era muy acogedor y tenía una gran capacidad de desdramatizar, no obstante la tensa situación por la inseguridad de las rapiñas de animales en Karamoya y las emboscadas en las carreteras. No sabía decir no a los pobres y una vez lo vi vaciar el cajón de su mesa delante de un pobre que insistía en llamar a su puerta. Le había dado todo lo que tenía y quería que se diese cuenta de ello. Vivía con un estilo de vida muy simple y esencial y estaba enamorado de la gente y de su precioso trabajo de traducción de la Biblia al karimoyón. Su trabajo sigue siendo apreciado hoy y muchos lo prefieren a la traducción inter-confesional hecha posteriormente. Incluso se está organizando una revisión para corregirlo e imprimirlo.
Fue uno de los primeros en comprender la importancia de la difusión de los periódicos diocesanos, también en Karamoya. Él se ha encargado de ellos por muchos años, mandándolos a todas las parroquias de la diócesis que entonces abarcaba todo el Karamoya. Conocía la lengua muy bien y a través de su Etoil Yok (Nuestra Voz) he podido aprender yo mismo las expresiones más comunes, aquellas que se aprecian en una conversación y son fundamentales para conquistar la amistad de la gente.
Para producir sus periódicos, el P. Giuseppe, había logrado poner en pie una buena imprenta en Moroto, dirigiéndola hábilmente no obstante las mil dificultades que tenía para lograr el material necesario.
Fue el primero en llevar una computadora a Moroto y sabía usarla con maestría, aunque nunca había seguido curso alguno. El P. Giuseppe tenía muchas dotes, no sólo para la imprenta y las lenguas, sino que se las arreglaba muy bien, por ejemplo, también como carpintero. Preparó la capilla de la Comboni House de Moroto, usando madera local con creatividad tal que a veces los compañeros le tomaban el pelo, porque la estatua de San José tenía facciones chinas y la Virgen era europea; mirando al crucifijo le decían: ¿de dónde ha salido este Jesús? Bromas aparte, el P. Giuseppe pasaba mucho tiempo en aquella capillita que él mismo había preparado y que todavía hoy se sigue usando sin grandes cambios.
Cuando contaba las vicisitudes misioneras no hablaba nunca de sí mismo sino de los éxitos de los hermanos y de las hermanas que habían pasado por aquella región: era la memoria viviente de los pioneros de Karamoya”.