In Pace Christi

Guarda Alessandro Lwanga

Guarda Alessandro Lwanga
Fecha de nacimiento : 08/05/1947
Lugar de nacimiento : Montebello/Italia
Votos temporales : 09/09/1969
Votos perpetuos : 13/10/1972
Fecha de ordenación : 04/03/1973
Fecha de fallecimiento : 29/07/2016
Lugar de fallecimiento : Castel d'Azzano/Italia

Alessandro Lwanga entró en el noviciado de Gozzano en 1967 y el 4 de marzo de 1973 fue ordenado sacerdote. Luego de dos años en Egipto, para un trabajo pastoral en la parroquia de Zamalek, fue destinado a la Región de Zaire. Eligió llamarse Lwanga porque, como cuenta él mismo, quería un cambio radical, renacer desprendiéndose de su mundo cultural y profesional: “Elegí el nombre de San Carlos Lwanga, mártir ugandés, para que me acompañara en mi vida misionera para hacer causa común con los africanos”.

“Ha amado África antes de llegar – escribe el P. Fermo Bernasconi –, eligiendo ser ordenado en París en la ‘comunidad africana’, donde había prestados sus servicios en la catequesis cuando era escolástico en Issy-les-Moulineaux.

La opción de estar al servicio y en contacto con las personas fue importante para él. Cuando se le pidió asumir la tarea de ecónomo provincial, para lo cual tenía que dejar la parroquia de Tadu, pidió hacer un servicio pastoral no esporádico. Así había tomado la responsabilidad pastoral de un sector de la parroquia de Sainte Anne en Isiro, donde difundió amor y creatividad, involucrando a las personas en la acción pastoral. Fue luego director del centro catequístico de Nangazizi. Y después pudo estar a tiempo completo en la pastoral misionera, con su presencia y trabajó entre los pigmeos de Bangane, una comunidad dedicada específicamente a la evangelización de este pueblo. En esto no buscó la eficiencia sino la comunión. Significativo, fue su tratar de conocer la cultura de este pueblo, continuando con el trabajo iniciado por el P. Pietro Lombardo, diccionario de la lengua kibudu, hablada por los pigmeos de la zona”.

El P. Lwanga “le habría gustado mucho no tener qué hacer con el manejo de dinero para vivir su ideal misionero, en cambio es en este campo que hizo el más grande servicio a la provincia del Congo y a todo el Instituto” ha dicho el P. Mumbere, provincial del Congo. “Una de las mayores debilidades de nosotros los misioneros – continúa – es la administración económica rigurosa y transparente del dinero y de los bienes comunes. El P. Lwanga, con paciencia pero con mucho rigor, nos acompañó y ayudó a crecer como provincia en este campo.

Había entendido y aceptado el servicio como ecónomo provincial como el más importante de la misión por lo cual, también durante la enfermedad, no se resignó nunca, pero siguió trabajando por esto. En junio del 2014 ha preparado y presentado el proyecto económico unitario de los Combonianos en Congo, que une el aspecto económico de todas nuestras actividades y de todos nuestros proyectos comunitarios y misioneros en Congo, de modo que se sintiera la diferencia entre nosotros los misioneros y cuantos trabajan en las ONGs internacionales. ‘Nuestra presencia – decía – no es la de una ONLUS dedicada sólo a proyectos de desarrollo material, pero en una cristiana consideramos que las personas deban ser ayudadas con un desarrollo integral, de todo hombre en favor de todos, sin excluir a ninguno”.

Había subdividido este proyecto, que sigue siendo una guía económica de la Provincia, en 10 ‘pistas’ que representan todos los sectores de nuestra intervención misionera: ‘formación comboniana’, para formar y acompañar a los futuros Combonianos congoleses; ‘pigmeos’, para intervenciones en favor de esta población que está entre los más pobres y abandonados de nuestro país; ‘anunciar el Evangelio’, para la formación de catequistas y animadores de comunidades; ‘enderezar los caminos del Señor’ trabajo para construir puentes y carreteras; ‘al pozo de la samaritana’, para el acceso al agua potable; ‘vayan y curen a los enfermos’, intervenciones en el campo sanitario; ‘dejen que los niños vengan a mí’ intervenciones en el campo escolar y de la educación; ‘los más pobres y abandonados’, por ejemplo, trabajar con los niños de la calle o con los llamados niños brujos; ‘las fundaciones de la misión’, para hacer vivible y funcionales los lugares de misión donde estamos presentes; ‘la vida de los misioneros’, para garantizar a los misioneros la posibilidad de vivir, trabajar, visitar las comunidades lejanas, es decir realizar la misión en serenidad”.

“La foto publicada en Avvenire – recuerda el P. Farronato –, con el anuncio de su muerte, lo presenta en una de las últimas periferias de Kinshasa, que pertenece a la parroquia de Bibwa donde trabajaba y donde, con la ayuda de bienhechores de Italia, compramos un terreno y excavamos un pozo de agua e iniciamos a reunir gente para la formación y la oración dominical. El P. Lwanga vio que la ansiedad económica puede volver pesado el corazón y poner de lado ‘la alegría del Evangelio’. Vio también que el riesgo de tener un lugar ‘servido’, donde un comboniano puede contar con bienhechores italianos, mientras que otro lugar es humillado porque no cuenta con ayudas válidas. El padre más que otros se empeñó para que siguiéramos el ejemplo de los primeros cristianos que ‘poniendo en común sus bienes y entre ellos no había ningún pobre’. En efecto es la línea que seguimos”.

Retomamos el testimonio del P. Fermo: “Quiso vivir este servicio con mucha profesionalidad, pasando al Fondo Común Total. El paso no fue difícil. Su criterio era: no es el dinero los que deciden qué hacer sino que es lo que debemos hacer, como misioneros, lo que decide cómo usar los bienes. El P. Lwanga además tenía una gran sensibilidad hacia el mundo de la pobreza, no sólo para ayudar a los pobres, para estarles cercano. Se pensó en una comunidad con pocos medios, buscando la cercanía con la gente para compartir lo más posible su vida y juntos trabajar por una salvación como liberación integral”.

A pesar de la enfermedad, el P. Guarda trabajó hasta el último. Murió en Castel D’Azzano el 29 julio 2016.